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Necesidad de una epidemiología social

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Esta visión de los procesos de salud-enfermedad en relación con las variables sociales y culturales hace necesaria una epidemiología social, que incorpore estos elementos más allá de las categorías biomédicas. Aunque es cierto que desde la biomedicina se han realizado y se realizan trabajos de epidemiología social, éstos todavía son minoritarios y muchas veces ignoran la voz de los afectados.

En consecuencia, la clave del análisis epidemiológico se debe situar en la explicación de los factores socioculturales, enmarcándolos en un proceso histórico y en un contexto concreto, poniendo al descubierto las relaciones sociales implicadas en los procesos de salud, enfermedad y atención. Este hecho es precisamente el que convierte la salud y la enfermedad en procesos sociales en sí mismos y hace que sea necesaria una concepción de salud colectiva que vaya más allá de los casos y experiencias individuales.

La antropología puede efectuar aportaciones teóricas y metodológicas importantes en este aspecto. La propuesta es trabajar a partir de unidades formadas por grupos naturales o sociales, y no a partir de conglomerados estadísiticos que esconden las diferencias que se dan en el interior de los grupos.

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En este sentido, E. Menéndez (1998) plantea la incorporación de una "epidemiología popular" que recoja los malestares y sufrimientos propuestos por los conjuntos sociales. Este hecho implica necesariamente la participación activa de los mismos afectados en la elaboración del perfil epidemiológico de su comunidad. Esta participación comunitaria no se puede limitar a ser exclusivamente una fuente de información para los epidemiólogos, sino que debe tratarse también de una participación activa en la definición de las prioridades y en la toma de decisiones para transformar la situación de salud.

Al incorporar la participación comunitaria, la enfermedad pasa del ámbito de la biología individual al ámbito de la vida colectiva, y de ésta, a formar parte de los procesos históricos.

Hemos intentado mostrar cómo los factores sociales y culturales no sólo afectan a los procesos de salud y enfermedad, sino que forman parte intrínseca de éstos. Estos factores se interrelacionan unos con otros, de manera que forman una densa red de relaciones que necesariamente se debe situar en el terreno de la interdisciplinariedad. Una epidemiología social que incorpore la voz de las comunidades resulta imprescindible al abordar los procesos de salud y enfermedad en toda su complejidad.

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