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El liderazgo para el alto rendimiento

El liderazgo es hoy en día un aspecto irrenunciable para cualquier sujeto vinculado al éxito empresarial, ya que de este liderazgo depende la supervivencia y el destino profesional de la empresa.

Para desarrollar de forma eficiente el liderazgo de equipos de alto rendimiento ya no valen los antiguos modos de dirigir y gestionar. Ya no es posible, si tenemos que obtener lo mejor de las personas, dirigir desde la distancia, el análisis y la frialdad, el corto plazo, los datos y las estadísticas, la planificación y el control estricto. Ahora se precisa un nuevo enfoque en la forma de hacer, más centrado en la persona, en la "transpiración", y no tanto en la inspiración.

Liderar es el resultado de un conjunto de acciones de dimensión humana y cercana, pero llevadas a cabo con una atención cuidadosa de la realidad y con una continuidad de esfuerzos.

Según James M. Kouzes y Barry Z. Posner, en su libro El reto del liderazgo (1997, Editorial Jossey-Bass), algunas de las características personales del líder son:

  • Ser una persona honrada, sincera, íntegra y leal.
  • Trabajar de firme para conseguir resultados y cumplir los deberes.
  • Tener visión de futuro, anticiparse a él y crearlo.
  • Disponerse a escuchar la propia intuición y la de los demás.
  • Capacidad de ilusionar y movilizar a los demás para que se comprometan con una visión de futuro.
  • Ser competente profesionalmente, creador de valor añadido.
  • Fomentar la colaboración entre las personas y las unidades de trabajo.
  • Generosidad.
  • Ser alguien en quien depositar confianza y a quien tomar como referencia.

A esta lista hay que añadir, aunque no es una característica personal, la importancia de la tutoría hacia sus colaboradores, orientándolos y dándoles oportunidades de aprendizaje, así como la actividad necesaria de gestionar el cambio, para no perder oportunidades y desviarse del propósito estratégico acordado.

Ahora bien, puede ser interesante conocer cuáles son la actividades principales que hacen que las personas normales alcancen resultados extraordinarios, y aquí el énfasis hay que ponerlo más en la forma de trabajar que en las creencias o las actitudes personales del líder:

  1. Cuestionar todo lo que está establecido (no cuestionéis a las personas nada más empezar), y buscar las oportunidades de cambio, de crecimiento y de mejora, y experimentar, probar y asumir los riesgos y aprender de los errores que se vayan cometiendo.
  2. Inspirar una visión compartida con la gente, haciéndoles imaginar y ver un futuro más positivo del que ahora tienen, compartiendo los valores comunes e incluyéndolos todos en esta visión.
  3. Facilitar que los demás actúen, fomentando la colaboración y la cooperación, la confianza y los objetivos comunes, permitiendo que los empleados se refuercen, y delegándoles responsabilidades, de forma que se sientan ayudados.

  4. Marcar el camino, poner metas; esto tendría que ser un ejemplo para los demás; buscar el progreso y el compromiso alcanzando pequeños éxitos que refuercen el hecho de que se está en el camino correcto.

  5. Estimular los pensamientos y los sentimientos positivos y reconocer los que los demás aportan al resultado final y celebrar de forma regular los éxitos con el equipo.
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