Prácticas fundamentales para el alto rendimiento
¿Qué diferencia una empresa de otra cuando ambas se encuentran en mercados similares y tienen productos parecidos, y sólo una de ellas tiene éxito? Debe haber algo que marque la diferencia y, en este caso, se trata de que una de estas empresas es una organización de alto rendimiento. Las empresas de alto rendimiento utilizan todos los recursos humanos, materiales y tecnológicos de que disponen para conseguir la ventaja competitiva y mantenerla. Podemos decir que el alto rendimiento surge de tres aspectos fundamentales que hay que tener en cuenta:
- Cómo son las relaciones entre las diferentes partes de la organización del trabajo.
- Los sistemas, las políticas y los métodos que se utilizan (promoción, formación, quejas, comunicación-información y retribución) para la dirección del personal.
- El aprovechamiento de la tecnología.
El alto rendimiento también depende de cómo se consiguen vincular todos estos aspectos con la estrategia y la cultura de la misma organización. Así pues, podríamos decir que el alto rendimiento no es el resultado de intervenir en una de las variables, sino que es el resultado de actuar en todas. No obstante, nos centraremos en los dos primeros aspectos y dejaremos de lado el aspecto tecnológico, que influye de forma diferente según el contexto empresarial o de mercado referenciado.
Con todo, hay un conjunto de elementos en los que podemos desglosar los dos aspectos anteriores que trataremos y que se concretan en los subapartados siguientes: