Inicio Atrás Adelante Creencias y textos funerarios
 

Tal y como lo conocemos, el corpus de los Textos de las Pirámides tiene, sin embargo, un "redactor". Este "redactor" es el clero del culto solar de la ciudad de Heliópolis (= en griego, la "ciudad del sol"), cerca de Menfis. Cuando los reyes de la Dinastía 0, al unificar Egipto, llegaron a la región menfita, entraron en contacto con el prolífico clero de Heliópolis, una ciudad de muy antiguo origen (bien documentada desde el Predinástico) que por entonces llevaba siglos de tradición religiosa. Su teología y su cosmogonía estaban centradas en el dios Sol, llamado Atum o Re, dios creador y vivificador del mundo, y su símbolo principal era la pirámide, estilización de la Colina Primordial. La pirámide es el símbolo solar por excelencia. El mito heliopolitano de la creación contaba, en efecto, que en el principio de los tiempos existió tan sólo el Nun, una enorme extensión inerte y oscura de agua, sobre la cual, en un momento dado, milagrosamente, apareció flotando una Colina en forma de pirámide. Sobre ella, también milagrosamente, se posó un pájaro, el ave Benu, que, transformado en luz y calor, se convirtió en el Sol y ascendió al cielo para dar comienzo a la vida. Creó a la primera pareja divina: Shu, el aire, y Tfenis, la humedad, quienes, a su vez, generaron la segunda: Gueb, la tierra, y Nut, el cielo. Éstos últimos generaron a los cuatro dioses de la doctrina de la realeza, que de este modo se entroncaba con el ciclo cósmico-solar: Osiris, Isis, Set y Neftis. El conjunto de esta genealogía cuyo ancestro es el Sol (Atum o Re) se conoce con el nombre de Enéada helipolitana (=los "nueve dioses" de Heliópolis). Los reyes de la unificación y de las Dinastías Tinitas (I y II) se sintieron atraídos por este nuevo credo, muy diferente de las creencias y rituales funerarios de carácter neolítico-agrario, ctónico y osiríaco, propios de su tradición altoegipcia. Pero no fue hasta la III Dinastía cuando se decidieron a abandonar ese ritual tradicional y a abrazar definitivamente las doctrinas solares.

Textos de las pirámides. Pirámide de TetiFue entonces cuando los Textos de las Pirámides debieron empezar a asumir el aspecto con que los conocemos. Los "redactores" heliopolitanos dieron forma definitiva a las creencias solares y al resto de materiales que con el tiempo habían ido incorporando, procedentes de diferentes tradiciones y de épocas distintas. Adoptaron y adaptaron la doctrina de la realeza altoegipcia ancestral (Osiris y su drama mitológico), y recategorizaron los materiales de las otras tradiciones, con objeto de compatibilizarlos con las doctrinas solares, cosa que, sin embargo, como veremos, no siempre se consiguió plenamente. También la lengua de todo el corpus quedó uniformizada según la norma lingüística del "egipcio antiguo", el estado de lengua propio del Reino Antiguo.

Nos interesa cómo el ideario solar incorporó al rey, porque las pirámides son monumentos exclusivamente regios. La construcción de las pirámides empieza precisamente cuando los faraones asumen como propia la doctrina funeraria solar. Como hemos visto, la pirámide tiene un doble simbolismo: creacional y ascensional. El rey enterrado en ella se eleva y resucita en un más allá celeste y solar por efecto del poder (re-)creativo del símbolo cosmogónico piramidal: como el Sol en el principio de los tiempos subió al cielo desde la Colina Primordial para dar inicio a la vida, así cada rey difunto, para re-vivir, sube al cielo desde y por medio de su pirámide, que no es sino una escalera o una rampa hacia las alturas. Sólo el rey puede hacerlo: la soteriología solar es una soteriología exclusivista, reservada a él, que, en tanto que catalizador cósmico y mediador entre lo trascendente y lo inmanente, es un "Único Uno", igual que el Sol, como nos dicen los mismos Textos. El resto de los mortales, como veremos, tiene un destino terrestre, subterráneo, regido por el dios de los muertos, Osiris.

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