Inicio Atrás Adelante Creencias y textos funerarios
 

Por otra parte, si en los Textos de las Pirámides, como hemos visto, se hacía una distinción tajante entre, por un lado, el más allá celeste, cuyo soberano era el dios Sol (Atum o Re) y que estaba reservado en exclusiva al rey, y, por otro, el más allá subterráneo, cuyo soberano era Osiris y que estaba destinado al resto de los mortales, los Textos de los Sarcófagos empiezan un proceso de "combinación" de esos mundos de ultratumba que culminará más tarde con su fusión en un único más allá a la vez terrestre y celeste, destino último común tanto para el faraón como para sus súbditos. El rey y el pueblo volvían a tener una soteriología compartida. Así, si en el Reino Antiguo sólo el rey se identificaba con Osiris al morir (recuérdese la ambivalencia de este dios en los Textos de las Pirámides), ahora cualquier egipcio se convertía en un Osiris después de muerto. Los textos hablan del "Osiris Jenu" o del "Osiris Najti", es decir, el nombre del difunto va precedido del nombre de Osiris, lo cual indica su condición de muerto y su identificación con el dios. El hecho de identificarse con Osiris hace que se proyecte en el difunto el drama mitológico de este dios, y que los textos hablen de la necesidad de expulsar a los "enemigos y enemigas" del muerto, como Horus tuvo que expulsar a Set, el enemigo y asesino de Osiris. Hay, pues, un trasvase continuo entre el ámbito del mito osiríaco y el ámbito de la "experiencia" del difunto. Pero los muertos también podían participar ahora de los destinos solares e incluso aparecer como el sol, resucitar como él o aún identificarse con él. El dios solar, hasta entonces reservado sólo a la esfera regia, se abría igualmente al resto de los mortales. Ser un Osiris y surgir como Re constituían ahora dos vías complementarias de resurrección.

Por lo que se refiere a Osiris y Re como soberanos del reino de ultratumba, si durante el Reino Antiguo habían sido dos divinidades incompatibles, cada una en su ámbito (la tierra / el cielo), ahora empezaron a acercarse, en un proceso que culminaría en el Reino Nuevo con su fusión en un único dios funerario: Osiris-Re. En este proceso, sin embargo, fue más lo que Re recibió de Osiris que lo que Osiris recibió de Re, de manera que el universo osiríaco y subterráneo fue el preponderante a partir de ahora en las concepciones funerarias de los egipcios, tanto de los reyes como de los particulares. Es lógico que así fuera, como quiera que Osiris había sido siempre el gran dios funerario del pueblo egipcio.

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