Inicio Atrás Adelante La Momificación
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Uno de los capítulos más importantes por su gran carga simbólica es el que describe la segunda unción de la cabeza. En él se menciona todo un conjunto de piezas de tela directamente relacionadas con algún dios o diosa (Tot, Hathor, Nejbet, etc.). Estas vendas se preparaban separadamente y en ellas figuraba la imagen de la divinidad o una inscripción que permitiera identificarla (en el texto se da la lista de las diferentes piezas y del lugar en el que deben colocarse). Para la segunda unción de la cabeza, que se describe al final del capítulo, se empleaba un aceite denominado ihety. El ihety, pese a que hasta ahora no ha podido ser claramente identificado, parece que consistía en una especie de resina mezclada con grasa que se aplicaba caliente y que, por cierto, es el agente responsable de la coloración oscura que con el paso del tiempo han adquirido las momias. En el recitado, las diferentes piezas de tejido se presentan como si fueran los propios dioses.

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Momia de TutankhamonLa momia de Tutanjamón constituye también aquí un caso excepcional. Su cabeza fue rasurada y sobre ella se colocó un vendaje a modo de casquete, pero, a diferencia de lo que solía ser la práctica habitual, las piezas de tejido consagradas a las diversas divinidades (tal como se describe en el texto) fueron aquí sustituidas por figurillas que representaban a esas mismas divinidades.

Momia de TutankhamonLos capítulos finales describen los últimos vendados y unciones de la cabeza, las manos y las piernas. El capítulo que hace referencia al vendado de las manos es también uno de los más complejos desde el punto de vista simbólico. Las fórmulas de acompañamiento aluden al devenir del difunto en el tiempo: las piezas de tejido de la mano izquierda son asociadas al curso de las estrellas, las de la derecha al día y a la noche. En definitiva, las fórmulas no hacen sino subrayar una vez más el acceso del difunto a una nueva vida.


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El último capítulo reitera la idea central del texto, esto es, la existencia de una vida eterna y la seguridad de poder alcanzarla. Tras la momificación el difunto está ahora preparado para recuperar sus funciones vitales. La siguiente ceremonia funeraria, el ritual de la apertura de la boca, permitirá el retorno del ka, la fuerza vital, al cuerpo del difunto, que gracias a ello revivirá.

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En muchos de los recitativos se insiste en la forma perfecta que es la momia, lo que asegura su renacimiento en el más allá.

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