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La no planificación

Cuando un empleado, llamémosle básico, se marcha, nos percatamos de que precipitadamente debemos iniciar una selección, sin darnos tiempo a pensar si tenemos a alguna persona dentro de la organización que, con tiempo, y en ocasiones con una formación adecuada puede ocupar el puesto.

La selección se convierte en una carrera contrarreloj en la que, al final, corremos el riesgo de precipitarnos al contratar a alguno de los candidatos presentados, el cual, tras pasar por un periodo de adaptación, aún incrementa más la necesidad de cobertura del puesto. Incluso en ocasiones, la situación se complica si hemos tenido que efectuar una oferta salarial de acuerdo con el mercado, que desequilibra nuestra actual estructura salarial.

Os hemos descrito un ejemplo de lo que puede representar una no planificación, pero por supuesto podemos generalizar el hecho a cualquier otro ámbito de trabajo.

Si los planes de acciones, las acciones en definitiva, no alcanzan a cumplir con los objetivos de:

  • La propia organización.
  • Los entes que nos presionan o controlan.
  • Las personas que integran la empresa.

Puede, entonces, surgir el conflicto que nos obliga a realizar otras acciones, que, si a su vez no responden a una correcta planificación, tampoco es fácil que alcancen los objetivos mencionados, con lo que volvemos a empezar, pero más atrás de lo que en principio estábamos.

En resumen, es difícil acertar el camino si no se sabe a dónde queremos ir.

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