Influència en la matèria
Índex
1.El problema ontològic del temps
–¿Pero es que no tienen ustedes manera mejor de emplear el tiempo –exclamó Alicia, malhumorada– que malgastarlo en acertijos sin solución?
–¡Ay querida! Si reconocieras al Tiempo tan bien como yo –le dijo el Sombrerero–, no hablarías de malgastarlo sino de malgastarle.
–No entiendo lo que me quiere usted decir –le dijo Alicia.
–¡Pues claro que no entiendes! –exclamó el Sombrerero, echando, displicente, la cabeza hacia atrás–. ¡No me extrañaría que no hubieras hablado ni una sola vez con don Tiempo!
Lewis Carroll (1865). Alice's Adventures in Wonderland. Edició de Manuel Garrido. Alicia en el país de las Maravillas (pàg. 172).
2.Un recorregut per les imatges
"[...] en la época de la reproducción técnica de la obra de arte lo que se atrofia es el aura de ésta. El proceso es sintomático; su significación señala por encima del ámbito artístico. Conforme a una formulación general: la técnica reproductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las reproducciones pone su presencia masiva en el lugar de una presencia irrepetible. Y confiere actualidad a lo reproducido al permitirle salir, desde su situación respectiva, al encuentro de cada destinatario. Ambos procesos conducen a una fuerte conmoción de lo transmitido, a una conmoción de la tradición, que es el reverso de la actual crisis y de la renovación de la humanidad. Están además en estrecha relación con los movimientos de masas de nuestros días."
Walter Benjamin (1973). Discursos interrumpidos I: La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Madrid: Taurus.
la verdad es que no hubo, de hecho, una masacre zarista en las escaleras de Odessa, lo que apenas disminuye el poder de la escena... es irónico que [Eisenstein] la realizó tan bien que hasta el día del hoy la masacre de las escaleras de Odessa es a menudo tomada como si realmente hubiese ocurrido.
3.Un recorregut per la comunicació
avui dia, amb tota la nostra tecnologia, i a causa d'ella, estem una vegada més en la màgica esfera acústica de l'home preliterari.
E. McLuhan; W. Kuhns; M. Cohen (2003). Marshall McLuhan: The Book of Probes (pàg. 86). CA: Gingko Press, Inc.
4.Influència social
4.1.Comunicació persuasiva
4.2.Normes
Explorando los límites sociales de los asientos del metroNueva York. Hace 30 años, eran unos boquiabiertos alumnos de primero a los que un profesor iconoclasta, Stanley Milgram, les ordenó introducirse en el metro de Nueva York para realizar un experimento inusual: entrar en un vagón abarrotado y pedir a alguien que les cediera el asiento. Una y otra vez.
Los estudiantes preguntaron en broma al profesor si pretendía que les mataran. Pero a Milgram le interesaba explorar el código de leyes no escritas que gobernaba el comportamiento subterráneo, incluida la norma universalmente aceptada y raramente puesta en duda de que en el metro el primero en llegar es el que se sienta. Sin embargo, resultó que un asombroso porcentaje de pasajeros –un 68% cuando se lo pedían– se levantaba voluntariamente.
Sin embargo, rápidamente la atención se centró en los propios experimentadores. La aparentemente sencilla tarea resultó extremadamente difícil, incluso traumática, para los estudiantes. "Es algo que uno no consigue entender a no ser que esté ahí", explica David Carear, de 55 años, ahora científico jefe en una organización sin ánimo de lucro de Cambridge, Massachussets. Kathryn Krogh, de 58 años, psicóloga clínica en Airlington, Virginia, es más contundente: "Temí que fuera a vomitar".
Más de tres décadas después, los recuerdos siguen siendo sorprendentemente vívidos, testimonio quizás del trauma que supuso la experiencia y un extraño epílogo a un raro estudio sobre el delicado orden que se sigue en el metro. Recientemente, dos periodistas que decidieron reproducir el experimento se enfrentaron a inhibiciones similares. Los resultados distan mucho de ser científicos, pero, curiosamente, 13 de las 15 personas a las que se lo pidieron les cedieron el asiento.
Dejando a un lado los temores de los estudiantes, Milgram decidió probar por sí mismo. Pero cuando se aproximaba al primer pasajero sentado, descubrió que estaba paralizado. "Las frases se me habían atascado en la tráquea y se negaban a salir", afirma. Tras varios intentos infructuosos consiguió balbucear una petición. "Al sentarme en el asiento del hombre, me sentí obligado a comportarme de forma tal que justificara mi petición", explica. "Hundí la cabeza entre las rodillas, y sentí que el rostro se me ponía lívido. No fingía. Realmente sentía que estaba a punto de morirme". Milgram había desarrollado un nuevo interés por la psicología de la vida urbana, especialmente por dictados sociales invisibles que ayudan a mantener el orden, pero que pasan prácticamente desapercibidos hasta que alguien los quebranta. En aquel entonces, Maury Silver, de 59 años, ahora profesor adjunto de la Universidad Yeshiva, sólo era oyente en la clase, así que se negó a tomar parte en el experimento. Más tarde, ella y otro alumno de Milgram, John Sabini, que acabaría convirtiéndose en el coautor de un artículo sobre el experimento, daban clase juntos y pedían a sus alumnos que probaran por sí mismos el experimento del metro. Silver decidió intentarlo al menos una vez. "Empecé por pedirle el asiento a un hombre", recuerda. "Me puse tan pálido, y me sentía tan desfallecido, que él se levantó de un salto y me sentó en el asiento".
Harold Takooshian, otro ex alumno ahora profesor de la Universidad Fordham, explica que el experimento le demostró lo potencialmente explosivos que pueden ser los límites rígidos. "La idea de Milgram ponía de manifiesto las fuertes emociones que bullen bajo la superficie", dice. "Tienes a un montón de extraños juntos. Ese experimento demostró hasta que punto las normas nos salvan del caos".
Michael Luo. El País (edició espanyola The New York Times), dijous 30 de setembre de 2004. Disponible a http://www.nytimes.com/2004/09/14/nyregion/14subway.html?pagewanted=all&position
4.3.Obediència a l'autoritat
4.4.Presó de Stanford i l'efecte Llucifer
la majoria de nosaltres amaga biaixos que generen la il·lusió que som especials. Per això creiem que som per sobre de la mitjana pel que fa a integritat. Aquests biaixos egoistes són més comuns en societats orientades cap a la independència i l'individualisme.
P. Zimbardo (2007). The Luciffer Effect: How good people turn evil (pàg. 5-6). Londres: Rider.