Gestión de las ciudades conectadas, abiertas y colaborativas

  • Marta Continente Gonzalo

    Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales (UB). Responsable de Smart Cities del Área Metropolitana de Barcelona y creadora de redes de profesionales de innovadores y de alto rendimiento en la creación de valor público mediante las TIC. Tiene más de 35 años de experiencia en el sector de las administraciones públicas - ha sido directora general de Atención Ciutadana; secretaria de Telecomunicacions i Societat de la Informació i Consell del CTTI, Generalitat de Cataluña; directora de Internet del Ayuntamiento de Barcelona; asesora ejecutiva del ministro de Cultura, Administración General del Estado; adjunta a la Gerencia del Instituto de Cultura de Barcelona, Ayuntamiento de Barcelona. Ha impulsado los proyectos Open Data de la Generalitat de Catalunya, del Ayuntamiento de Barcelona y del Área Metropolitana de Barcelona. Su pasión es trabajar por la mejora de los servicios públicos y la conectividad de los ciudadanos, Internet, Open Data y en la construcción de ciudades más inteligentes. En la UOC es profesora de “Innovación en la gestión de la ciudad” de los programas de Ciudad y urbanismo.

  • Antón Queralt

    Socio director de Connex Staff S. L. Ha sido subdirector de la Dirección General de Atención Ciudadana de la Generalitat de Cataluña; ha dirigido el departamento de Organización, Sistemas de Información y el Área de Servicios Generales del Ayuntamiento de Reus; formó parte (consejero) del primer Consejo de Administración de la Agencia Catalana de Certificación (CATCert) en el marco del proyecto Administración Abierta de Cataluña y ha trabajado en el Instituto Municipal de Informática (IMI) del Ayuntamiento de Barcelona como jefe de proyectos en tareas de modernización; en el mismo periodo, ha participado en proyectos de modernización a nivel nacional (Ministerio de Administraciones Públicas, proyecto Pista Ventanilla Única y Ventanilla Única Empresarial) y a nivel europeo (Proyectos de promoción y dinamización empresarial).

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Introducción

La estructura y la funcionalidad de las ciudades evolucionan constantemente, incrementando su complejidad. Este aumento de la complejidad es proporcional a su tamaño y a su situación geográfica. Las grandes ciudades disponen de un número importante de infraestructuras para responder a las necesidades de una sociedad heterogénea cada vez más creciente. La diversidad cultural, social y económica formula demandas sociales de difícil consenso. Las administraciones públicas municipales se esfuerzan en encontrar un punto de equilibrio entre el interés general y el manifestado por un sinfín de comunidades que representan realidades cada vez más atomizadas.
Considerar el aumento y el dinamismo de estas realidades es imprescindible en la definición de políticas públicas y añade complejidad a la toma de decisiones. Las ciudades ven transformado su modelo social por su ubicación geográfica de acuerdo con los flujos de interrelación con otros núcleos urbanos. La permeabilidad de las ciudades en relación con las ciudades colindantes es cada vez más pronunciada, impulsada por la mejora de los medios y redes de comunicación, transporte, comerciales y culturales. Con la interdependencia con otras ciudades se amplían los límites funcionales más allá de las fronteras territoriales.
Esta transformación morfológica de las ciudades se está acelerando debido al aprovechamiento de las innovaciones tecnológicas y a la presión ejercida por una demanda en constante transformación. El nivel de entropía generado por la complejidad urbana está provocando un círculo vicioso o una espiral creativa, según la perspectiva desde la que se mire, en el que la dinámica social en expansión motiva, a su vez, la búsqueda de nuevas soluciones que enriquecerán el ecosistema urbano con nuevas variables que ineludiblemente generarán más complejidad al sistema. Las ciudades constituyen sistemas en constante y acelerada transformación.
En el marco de la evolución de las grandes ciudades, se detectan nuevos factores que tener en cuenta: la imprevisibilidad y la excepcionalidad. Los convencionales modelos de organización social se ven superados por nuevos retos nacidos de la interrelación de nuevas actividades entre nuevos actores. Las turbulencias culturales producidas por la interrelación de un tejido social multiétnico evidencian la indefinición y la incertidumbre de la respuesta de la ciudadanía respecto a la innovación de servicios públicos. A menudo, este espacio de actividad urbana hasta cierto punto imprevisible constituye el entorno propicio para que se produzcan eventos de gran excepcionalidad, tanto en el alcance como en la capacidad de gestión pública (reacción social ante una decisión política, infraestructuras energéticas no adaptadas a una creciente y acelerada demanda, etc.).
Aun considerando la creciente complejidad en la gestión de las grandes ciudades, estas son capaces de adaptarse a las nuevas condiciones del entorno, con nuevos mecanismos de gestión nacidos en el seno del gobierno municipal o estructurados gracias a la iniciativa ciudadana. La experiencia social catalizada en la cultura de la ciudad supone el sustrato de inteligencia para resolver los retos sociales y a menudo anticiparlos. Las ciudades son inteligentes en la medida en que han aprendido a responder a los nuevos retos aprovechando los recursos disponibles, incorporando las nuevas tecnologías a su alcance y creando nuevas herramientas que faciliten la relación y participación de los ciudadanos en la vida colectiva. Aunque no siempre ordenada, la respuesta a los entornos de crisis ayuda a desarrollar conocimiento, herramientas y estructura ciudadana.
La estructura social, cultural y urbanística se transforma en un proceso de aceleración creando nuevos espacios de oportunidades de innovación. El dinamismo favorece el cuestionamiento de las estructuras convencionales, a la vez que facilita la incorporación de nuevos paradigmas sociales. Este contexto, en continuo cambio, genera un grado de incertidumbre entre la población que contrasta con la búsqueda generalizada por los entornos sociales seguros, conocidos y que se puedan anticipar. Los entornos sociales conocidos y perdurables generan una aparente confianza y a menudo una acomodación de las competencias de adaptación del colectivo social. Socialmente cuesta aceptar que el mayor grado de seguridad se encuentra más en las capacidades y competencias de adaptación que en las de conservación. Esta reflexión no pretende minusvalorar la estabilidad, sino enfatizar en el enfoque constructivo e inteligente que representa la capacidad de adaptación en un entorno en constante cambio.
Uno de los factores determinantes para la sociabilidad de las grandes ciudades se encuentra en la calidad de los espacios de relación. La heterogeneidad de los intereses individuales contrasta con las decisiones políticas en función del interés general y de la diversidad de comunidades nacidas en el seno de la sociedad. Este entorno de encuentro genera tensiones naturales a la vez que se producen oportunidades. La inteligencia social se encuentra en la capacidad colectiva para comprender estas nuevas y dinámicas ciudades, adaptarse a ellas y responder constructivamente para un beneficio común.
El desarrollo de la inteligencia de las ciudades no parte de cero, por lo que podemos calificarlo como un proceso de mejora continuo. Observamos, también, que las soluciones a los retos colectivos, a los que se enfrentan las grandes ciudades debido al aumento de la complejidad y la aceleración del cambio, difícilmente pueden afrontarse con simples reformas de los modelos de gestión social. Los limitados resultados de la aplicación de reformas convencionales justifican el enfoque transformador en función de la incorporación de la innovación en los modelos de gestión social.
La configuración de las grandes ciudades se compone de multitud de componentes e interacciones cada vez más complejas de descifrar. En este punto conviene remarcar que entendemos la complejidad como un reto de oportunidades, más que una variable que haya que evitar. En la mayoría de los ecosistemas naturales observamos una gran complejidad en su funcionamiento, sin que esto represente desarmonía.
Proponemos segmentar la estructura de las ciudades para comprender mejor los principales componentes sin ignorar el análisis integral del sistema en su conjunto. Si nos proponemos diseñar estrategias para ciudades más inteligentes, es indispensable profundizar en la diversidad de actores, sistemas de información e infraestructuras que actúan en su desarrollo.

1.Morfología para una ciudad más inteligente

1.1.Ciudadanía, comunidades, gestores y técnicos

La ciudad, vista en su conjunto (polis), se compone del espacio urbanizado, edificios, calles, infraestructuras (urbs) y de la ciudadanía (civitas). Observemos en este caso a la organización humana que compone las ciudades. Uno de los grandes retos del dinamismo de las grandes ciudades actuales se encuentra en la dificultad para definir el componente humano. Por un lado, observamos los flujos constantes de ciudadanos residentes en la propia ciudad y que sitúan su puesto de trabajo en otras ciudades. En sentido inverso, los residentes de otras ciudades sitúan su puesto de trabajo en la ciudad objeto del análisis. Además, entre otros, podemos añadir las persones que transitan por la ciudad con un objetivo turístico. En función de esta evidencia debemos observar que la ciudadanía no se encuentra exclusivamente en la relación de los ciudadanos censados en los padrones municipales de habitantes. El conjunto de ciudadanos que viven la ciudad (residen, trabajan, estudian, investigan, visitan, transitan, etc.) es diverso en cuanto al origen y los intereses.
Uno de los primeros retos de la gestión de las grandes ciudades reside en la observación individual de los ciudadanos con una heterogeneidad amplia de intereses. Cada ciudadano tiene un modelo vital particular que, con un interés estadístico y también con la utilización de tecnologías big data, podemos tipificar para obtener una mayor comprensión del colectivo social. Este modelo analítico se está transformando gracias a la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación, que proporcionan herramientas para un análisis mucho más individualizado. Actualmente podemos analizar la ciudadanía en base unitaria con las nuevas técnicas de geolocalización del individuo, agregación dinámica, minería de datos, construcción de metadatos, elaboración de patrones, predicciones y correlaciones.
El modelo urbano de servicios y valores favorece el aumento de la autonomía del individuo. Este enfoque hacia el individuo y la consecución de su empoderamiento, en cada una de las facetas de su vida, constituye uno de los objetivos de la modernización social. La mejora en la calidad de la formación de los individuos, los medios a su disposición (transporte, cultura, salud, seguridad, etc.) y la mejora de la accesibilidad a servicios que responden a todas las necesidades personales configuran un entorno facilitador para la autosuficiencia. Las redes sociales virtuales han facilitado una nueva fórmula de relación social. Las facilidades para conectar en cualquier momento, en cualquier lugar y con cualquier persona conviven con la facilidad de comercialización de la información personal y con la exposición de nuestra información personal a la opinión pública, no exenta de controversia.
La sociedad occidental vive en un contexto socioeconómico marcado por la lógica de la producción, el crecimiento económico, la competitividad y el consumismo. Los medios de comunicación alinean las aspiraciones y los deseos individuales con los colectivos. El individuo se debate constantemente entre la prevalencia de su identidad diferenciada como individuo y el sentido de pertenencia a un determinado colectivo social.
La popularización de los medios tecnológicos ha permitido que la ciudadanía incorpore a su entorno personal y cotidiano unos medios con un potencial enorme (smartphones, tabletas, phablets, reproductores multimedia, dispositivos de comunicación y proyección, relojes inteligentes, dispositivos con sensores de salud, etc.). Estos medios permiten el acceso a la información precisa en el momento oportuno, empoderando al usuario con unos niveles impensables hace pocos años.
La ciudadanía se identifica con la ciudad y con diferentes colectivos en un ámbito más personal. Los diferentes ámbitos vitales (espacio educativo, laboral, amistad, familiar, intereses, cultura, etc.) propician el desarrollo de lazos de relación que con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se convierten en comunidades virtuales. El encuentro físico esporádico entre los integrantes de la comunidad ha dejado paso a la comunicación omnidireccional en cualquier momento del día. Las aplicaciones de mensajería multiplataforma permiten enviar y recibir mensajes multimedia a través de internet de manera gratuita. La facilidad y la gratuidad de muchos de los medios de comunicación más innovadores han transformado la cultura social de las comunidades.
Estos sistemas cohesionan el sentido de pertenencia del grupo, permitiendo la extensión temporal y la simultaneidad entre la comunicación a diferentes colectivos. Con estas tecnologías el individuo se convierte en un nodo de conexión entre diferentes individuos y colectivos. Esta función de puente permite crear atajos de conexión, entre personas, sin los cuales sería imposible por la distancia física o por la falta de medios. Algunas teorías apuntan al hecho de que todos estamos conectados con el resto gracias a la sucesión de no más de cinco contactos entre conocidos. Podemos asegurar que vivimos un momento de grandes oportunidades de conexión si sabemos aprovecharlas.
Gracias a las nuevas tecnologías observamos una capacidad sin parangón para la movilización de individuos y de colectivos. Durante los últimos años hemos sido protagonistas de la movilización, animada mediante las redes sociales, en casi todos los países del mundo. Ante el potencial de estos medios para crear movimientos sociales de manera acelerada, muchos gobiernos han articulado mecanismos jurídicos para limitar el ámbito de actuación al marco constitucional.
Los individuos y las comunidades se desarrollan en un espacio común que precisa un orden social. Encontrar un consenso en la definición y el despliegue de las reglas de convivencia corresponde a los gestores públicos y a los movimientos sociales; depende de la flexibilidad de ambos conseguir un espacio de convivencia que potencie la creatividad y la innovación.
Las fórmulas de representatividad política (parlamento, gobiernos, instituciones públicas, etc.) son las que deben facilitar la gestión eficaz del entorno público. Se desarrollan mediante mecanismos de gestión pública especializados en diferentes ámbitos del marco social: educación, sanidad, cultura, seguridad, gestión económica, atención a las personas, movilidad, etc.
Aunque durante años se han ido perfeccionando para conseguir una cierta adaptación a las exigencias sociales de cada momento, la capacidad de anticipación de las administraciones públicas a las necesidades sociales no siempre ha sido la adecuada. Este proceso de modernización de las administraciones públicas se ha visto potenciado por la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. En una primera fase mediante la mecanización de procesos (eficiencia), en fases posteriores mediante la transformación de procesos y la incorporación de la administración electrónica (digitalización de procesos).
La modernización de la gestión pública, en el marco de las ciudades inteligentes, afronta actualmente tres retos clave:
1) Sistemas colaborativos y de participación. La ciudadanía está exigiendo un nuevo modelo de gestión pública en el que se acentúe su participación en el día a día de la gestión pública. Las fórmulas de representatividad política se deben ver complementadas por acciones ciudadanas que opinan y se impliquen en la búsqueda de soluciones para mejorar la gestión pública.
Aun considerando el estado inicial de las nuevas fórmulas de relación entre las administraciones públicas y la ciudadanía, es un objetivo inapelable impulsar nuevas fórmulas que consolidarán nuevos modelos de gestión pública basados en la cocreación.
e-Catalunya
En cualquier caso, no solo se precisa la participación y colaboración de los ciudadanos, sino que los trabajadores públicos, entre los que se encuentra un amplio colectivo de innovadores, son realmente una fuente potente de conocimiento. La experiencia de la red de comunidades virtuales e-Catalunya, impulsada en la Generalitat de Cataluña (24.000 técnicos y funcionarios trabajando en red), es un ejemplo real de las oportunidades y potencialidades que un sistema de este tipo nos puede facilitar.
2) Transparencia y empoderamiento. Una de las facetas más importantes del buen gobierno se encuentra en la transparencia de la gestión. Tradicionalmente a los gobiernos se les han confiado unos recursos públicos que con más o menos acierto han gestionado para conseguir valor público. La tendencia natural se enfoca hacia políticas de transparencia materializadas en la publicación de información de gestión en portales corporativos de internet.
Sorprende constatar la falta de anticipación del sector público español, en cuanto a la rendición de cuentas de la gestión pública, tan arraigada en los países anglosajones (accountability). Esta rendición de cuentas se enmarca en un estilo de gestión de buen gobierno donde aparece una concepción ética y de bien común ausente en la mayoría de los planes de la gestión pública. La rendición de cuentas no debe entenderse como una fórmula de control por parte de la ciudadanía frente a su Administración pública, sino más bien como una herramienta para la corresponsabilidad ante las decisiones de la gestión pública.
3) Integración de sistemas. El incremento de la complejidad inherente a la gestión de las ciudades ha motivado la búsqueda de soluciones innovadoras que vayan más allá de las soluciones especializadas y compartimentadas. Podemos observar cómo los servicios públicos, la gestión de la ciudad y del territorio se ven afectados por una gran cantidad de variables interrelacionadas. Para superar esta dificultad, los nuevos retos tecnológicos deben proponer el desarrollo de soluciones que permitan la interoperabilidad entre áreas de gestión, las diferentes administraciones y la integración de datos provenientes de sensores, actuadores, contadores y datos de sistemas externos. Es indispensable que el diseño de nuevos sistemas contemple la participación (datos, acciones, quejas, colaboración) de los ciudadanos en la gestión de la ciudad.
Estos sistemas buscan integrar la funcionalidad especializada en un nuevo espacio de decisión integrada. El reto de transformación se encuentra en el hecho de que, durante muchos años, la concepción de la gestión pública se ha vertebrado en función de la fragmentación y especialización de los campos de gestión. No se trata pues de conectar diferentes espacios de gestión como de innovar en espacios de gestión integrada.
En las últimas décadas, la innovación pública se ha centrado en la implantación de tecnología de la información, y uno de los protagonistas clave han sido las empresas tecnológicas. El impulso recibido gracias a la innovación tecnológica no tiene precedentes. La aceleración en la innovación propicia que surjan novedades tecnológicas. Podemos asegurar que vivimos en una constante huida hacia adelante en la que la energía dedicada a mantenerse en la cresta de la ola de la innovación constituye un coste importante para las administraciones públicas e incluso para la ciudadanía.
Los modelos de negocio de las empresas de tecnología consideran la inversión en I+D y el retorno de esta inversión en forma de beneficios. Resulta legítimo pensar que a veces la astucia empresarial es capaz de generar necesidades banales para conseguir una mayor facturación. Para igualar esta ecuación, probablemente sería conveniente dotar de criterio tecnológico a la ciudadanía que le permita discernir entre el valor de comprar o no un nuevo producto o servicio. La ciudad proporciona un entorno en el que se encuentran tipologías diversas de proveedores de productos y servicios y de potenciales usuarios. Esta amalgama de necesidades, propuestas de valor, proveedores y clientes permite el avance tecnológico y por consiguiente la oportunidad de una mejora continua de la ciudad.

1.2.De la información al conocimiento

La ciudad como sistema dinámico produce y consume información. Durante siglos solamente algunas personas o colectivos han tenido acceso a la información adecuada en el momento oportuno, con lo que han conseguido un poder sobre el resto. Gracias a la expansión y popularización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, el volumen de información se ha incrementado exponencialmente y el acceso se ha popularizado en gran medida. Aparte de la evolución de los medios de comunicación, podemos destacar que el factor clave de esta transformación se encuentra en la reducción drástica del tiempo de transmisión. A medida que las tecnologías proporcionaban nuevos medios de comunicación, el tiempo de transmisión del mensaje o de acceso a la información se reducía. Esta reducción ha facilitado el crecimiento económico y la prosperidad social.
El acceso a la información adecuada en el momento requerido ha facilitado el aumento de competencias de los individuos y de las organizaciones. Este proceso de transformación ha equilibrado la desigualdad histórica del acceso a la información, proporcionando oportunidades a individuos y organizaciones a las que antes les era imposible acceder a un determinado conocimiento.
En este momento no se trata tanto de acceder a la información (disponible y accesible) cuanto de tener la capacidad de seleccionar qué información es la adecuada para determinada necesidad.
La aceleración de transformación del ecosistema urbano provoca una actualización y un incremento continuo de la información disponible. Ante este escenario resulta conveniente comprender la diferencia entre datos, información, conocimiento y sabiduría.
Los datos son la mínima unidad semántica y se corresponden con componentes elementales de información que por sí solos son irrelevantes en la toma de decisiones. También se pueden ver como un conjunto de valores, que no dicen nada sobre el porqué de las cosas y no son orientativos para la acción.
El número 12 o la palabra Barcelona, por ejemplo, son datos que sin un propósito, una utilidad o un contexto no sirven como base para tomar una decisión. Los datos pueden estar almacenados en algún soporte físico, como un papel, en formato digital en un dispositivo electrónico o en la mente de una persona. Como ya se ha mencionado en el módulo “Data city” de este material, los datos pueden provenir de fuentes externas o internas a la persona, organización o ciudad.
La información podemos definirla como un conjunto de datos procesados y que tienen un significado (relevancia, propósito y contexto), y que por lo tanto son de utilidad para el observador, al disminuir su incertidumbre y responder a una necesidad concreta.
Conseguimos información gracias al tratamiento de los datos: contextualizándolos, calculándolos, tipificándolos, depurándolos o integrándolos. Por ejemplo, “El tren a Barcelona sale a las 12 h” transmite una información concreta que puede ser útil para la toma de una decisión. Podemos apuntar que la información es la comunicación de conocimientos, y es capaz de cambiar el modo como el receptor percibe algo, impactando sobre sus juicios de valor y sus comportamientos.
El conocimiento es una mezcla de experiencia, información y valores que sirve como marco para la incorporación de nuevas experiencias e información, y resulta útil para la acción. Se origina y aplica en la mente de los conocedores.
Con frecuencia, en las organizaciones no solo se encuentra dentro de soportes concretos de información, sino que también está en la cultura organizativa, en los procesos, en las prácticas o en las normas. Podemos concluir que el conocimiento se deriva de la información, así como la información se deriva de los datos. Para que la información se convierta en conocimiento debemos compararla con otros elementos, predecir las consecuencias, seleccionar conexiones o contrastar la información con otras fuentes de información. Siguiendo el ejemplo anterior, podemos apuntar que el tren a Barcelona que sale a las 12 h es mejor que el de las 13 h debido a que la duración del trayecto es menor.
Ciertas personas u organizaciones desarrollan una capacidad de comprensión y de discernimiento superior al que podemos obtener con el conocimiento.
La sabiduría es una capacidad que se aplica con la combinación de la inteligencia, la experiencia y un cierto nivel de intuición. La acción con sabiduría está contextualizada en un marco moral y con una comprensión global de las consecuencias derivadas de esta.
Las ciudades como organizaciones sociales tienen y gestionan muchísimos datos, mucha información, poco conocimiento y mucha menos sabiduría. Seguramente una ciudad más inteligente no solo es la que sabe aplicar las nuevas tecnologías en el beneficio de sus ciudadanos, sino aquella que es capaz de gestionar mayores cantidades de conocimiento y de sabiduría.
El acceso de los ciudadanos y de las organizaciones al conocimiento se encuentra no tanto en la programación educativa como en su capacidad proactiva de búsqueda a lo largo de su vida. En general, el sistema educativo se desarrolla en un marco predominante de transmisión de información y conocimientos. La adquisición de las habilidades y competencias personales y organizativas para conseguir el conocimiento adecuado representan un reto aún no popularizado. Probablemente esta es la nueva frontera que antes ocupaba el acceso a la información. Una ciudad más inteligente debe ser capaz de conseguir sistematizar el acceso al conocimiento de manera igualitaria. Facilitar la comprensión global de las nuevas tecnologías, adquirir criterio personal para seleccionar el conocimiento, contribuir a la creación de un contexto constructivo, facilitar la creación de mecanismos de gestión del conocimiento, etc., son algunos de los factores de un nuevo marco que proporcione nuevas oportunidades de progreso aún por descubrir.

1.3.Aplicaciones, sistemas de información

La digitalización de la información ha permitido transformar los modelos de gestión organizativa mediante aplicaciones informáticas de carácter empresarial. Estas aplicaciones informáticas, situadas inicialmente en el ámbito empresarial, han penetrado en el ámbito doméstico de una manera importante.
Uso personal de aplicaciones informáticas
La explosión en el uso de las aplicaciones informáticas orientadas al uso personal ha evolucionado rápidamente desde un uso de carácter lúdico a una funcionalidad más cotidiana de la vida personal. La navegación por internet, la gestión del correo electrónico, aplicaciones bancarias, aplicaciones de salud, aplicaciones de herramientas técnicas, navegación y orientación (GPS) y las aplicaciones de mensajería instantánea son algunas de las más de un millón de apps que ofrecen los diferentes sistemas operativos para dispositivos móviles. Analicemos el proceso de transformación para comprender el alcance y las oportunidades de las aplicaciones y de los sistemas de información.
Los sistemas de información se componen de elementos tecnológicos, funcionales y organizativos para obtener, almacenar, procesar y elaborar productos de información. Uno de los elementos fundamentales de los sistemas de información son los componentes informáticos. Los equipos informáticos están formados esencialmente por un equipo tecnológico (hardware), un sistema operativo (operating system, programa informático imprescindible que permite utilizar el hardware a otros programas), una base de datos (elemento contenedor de la información tratada) y aplicaciones informáticas (software) de infinitas prestaciones. Los ordenadores han evolucionado espectacularmente reduciendo su tamaño y su precio, y aumentado sus capacidades de almacenaje y velocidad de tratamiento de información. El proceso de miniaturización ha permitido colocar sistemas informáticos en cualquier lugar.
Las aplicaciones informáticas se aplicaron inicialmente con el objetivo de acelerar los procesos de gestión de las organizaciones, pero evolucionaron rápidamente hacia inéditas funcionalidades gracias a su capacidad de proceso (soluciones científicas, aplicaciones de gran precisión en la industria, etc.). La penetración en el ámbito personal mantuvo el enfoque de eficiencia gracias a las aplicaciones de ofimática (procesador de textos, hoja de cálculo, correo electrónico, etc.). Este proceso evolutivo se ha visto transformado por el desarrollo de internet y de los dispositivos móviles, con numerosas nuevas aplicaciones. Las redes sociales, los sistemas de participación, los sistemas de colaboración, de financiación colaborativa, de transparencia de la Administración pública, el comercio electrónico, la administración electrónica y los sistemas de identificación digital son algunas de las nuevas aplicaciones que han transformado el contexto social.
Los sistemas de gestión de las infraestructuras urbanas también han desarrollado una transformación basada en objetivos de eficiencia y sostenibilidad económica (eficiencia en el consumo de energía, control del ciclo del agua, sistemas de tratamiento de residuos, gestión eficiente del tráfico, etc.). Este primer enfoque se ha ampliado con aplicaciones innovadoras dirigidas a conseguir una mayor sostenibilidad ecológica, seguridad ciudadana, igualdad social, etc.
En general, podemos identificar unos rasgos que definen las aplicaciones para las ciudades más inteligentes:
  • Conectividad: aplicaciones para la interconexión y el transporte de la información.

  • Sensorización: sistemas que capturan y actúan de manera automática facilitando datos y actuando en función de parámetros establecidos.

  • Accesibilidad: acceso a información y servicios cada vez más abiertos y disponibles.

  • Ubicuidad: acceso a los servicios en cualquier momento, lugar y dispositivo.

  • Sociabilidad: facilidad para establecer contactos sociales y comunidades virtuales.

  • Co-: facilitan la posibilidad crear un trabajo colaborativo: compartir, colaborar, cocrear, cooperar.

  • Aumentar: realidad aumentada.

  • Predicción: a través del análisis de información elaboran patrones y pueden sugerir comportamientos.

  • Gestión cognitiva: aplicaciones que a través de un corpus de información proponen soluciones adecuadas a las necesidades manifestadas mediante un cierto aprendizaje.

  • Acción en tiempo real: capacidad para identificar necesidades en el momento y lugar donde se producen y actuar en consecuencia.

Algunos de los vectores que definen el camino de las aplicaciones y los sistemas de información de las ciudades más inteligentes son los siguientes:
  • Eficiencia: económica, energética, transporte, flujos de información, gestión espacio público, etc.

  • Innovación: nuevos servicios y productos, soluciones nuevas para nuevos retos, etc.

  • Valor público: aplicaciones para las personas.

  • Diseño a escala humana: estructurar el territorio y la ciudad para una dimensión más humana.

  • Ecología: la ciudad integrada armónicamente en el ecosistema natural.

  • Movilidad: soluciones innovadoras mediante infraestructuras tecnológicas, energéticas sostenibles, movilidad multimodal y compartida.

  • Gobernanza: aplicaciones para administraciones públicas más inteligentes y adaptadas a una respuesta eficaz a las nuevas demandas de la ciudad y de sus ciudadanos. Accountability, datos abiertos, transparencia, etc.

  • Participación: corresponsabilidad de la ciudadanía en la gestión del espacio y recursos comunes.

Uno de los retos de las aplicaciones y de los sistemas de información de las ciudades más inteligentes se encuentra en los datos de información de carácter personal. La facilidad para su obtención y tratamiento ha motivado diferentes iniciativas con el objetivo de asegurar un marco de gestión satisfactorio para todas las partes, garantizando la privacidad de los ciudadanos.
El sector privado precisa información de sus consumidores para desplegar sistemas de mercadotecnia relacional. Por otra parte, los consumidores desean que sus datos no se utilicen para fines no autorizados por el interesado. La LOPD (1) evidenció una necesidad de ordenar el uso de la información personal en un contexto de grandes oportunidades tecnológicas pero también de grandes lagunas en cuanto a los derechos de la ciudadanía. La tecnología avanza por delante de la capacidad de regular de las administraciones públicas, que se ven desbordadas por infinidad de nuevas aplicaciones situadas en fronteras difíciles de discernir.
El crecimiento económico y la competitividad empresarial presionan para desarrollar una innovación sin límites. Las empresas desarrollan nuevos modelos de relación con el consumidor mucho más personalizados. La facilidad para obtener y tratar la información personalizada conduce al desarrollo de patrones de comportamiento fundamentales para la supervivencia de la empresa. Aunque de obligado cumplimiento, no siempre se establece la petición de consentimiento para el tratamiento de los datos personales. Por otra parte, la dinámica de un mercado globalizado que intercambia información a nivel supranacional se estructura superpuesto a la legislación de cada uno de los países donde opera. En estos momentos, la ciudadanía utiliza en un determinado territorio servicios cuyos servidores de aplicaciones están a 20.000 km de distancia, en un país con leyes diferentes, y la empresa prestadora de los servicios está ubicada en otro completamente diferente. Parece ingenuo pensar que la totalidad de las empresas con las que interactuamos desarrollarán una buena práctica en cuanto a la gestión de nuestros datos personales. Conseguir una buena experiencia de usuario en el momento del consumo de los servicios es un objetivo de la mayoría de las empresas. Muchos usuarios están dispuestos, aunque no lo manifiesten explícitamente, a relajar sus exigencias de privacidad para conseguir una mejor experiencia de compra.
En este sentido, conseguir dominios de confianza donde se gestione éticamente la información de carácter personal constituye un valor añadido para muchas empresas y una línea estrategia de los gobiernos de las ciudades más inteligentes. Las aplicaciones y los sistemas de información evolucionarán abriendo un camino en el que algunas veces deberán dar algunos pasos atrás para consolidar del terreno.
A la vez que manifestamos nuestro derecho a la privacidad de nuestros datos personales, queremos sentirnos seguros de una creciente amenaza a nuestros derechos, propiedades y vida personal. La globalización conlleva la disolución de las distancias y de las fronteras, lo que aumenta el riesgo de que nos pueda afectar la internalización de movimientos que atentan contra nuestra seguridad. Para garantizarla precisamos información, y esta puede conseguirse gracias a las numerosas huellas que todos dejamos en nuestras acciones cotidianas.
Para conseguir ciertos niveles de seguridad se precisan controlar grandes cantidades de información, mucha de ella de carácter personal. El reto está en conseguir un delicado equilibrio entre las libertades personales entre las que se encuentra el derecho a la intimidad y la exigencia por desarrollar entornos seguros. La construcción de la seguridad en las ciudades más inteligentes requerirá la consecución y el tratamiento de información personal manteniendo los derechos de los ciudadanos observados. El rigor del ejercicio de los servicios públicos de seguridad es vital para conseguir un nivel de confianza mutuo entre las administraciones públicas y la ciudadanía.

1.4.Componentes inteligentes del entorno urbano y sensores

Las ciudades, como asentamiento humano, desarrollan unas necesidades infraestructurales específicas para su correcto funcionamiento. La movilidad de las personas exige servicios públicos de transporte, vías condicionadas para los desplazamientos, zonas de aparcamiento, etc. Estas infraestructuras requieren componentes de gestión basados mayoritariamente en sistemas tecnológicos (señalización electrónica, semáforos, cámaras de seguridad, radares de control de velocidad, iluminación adecuada para la conducción, etc.). La vida urbana precisa componentes regulatorios comunes que permitan la coexistencia de un número de ciudadanos cada vez mayor. Todos los estudios coinciden en la tendencia de crecimiento de las ciudades y apuntan que, a mediados del siglo xxi, tres de cada cuatro personas en los países desarrollados vivirán en una ciudad. La configuración de las ciudades en megapolis y las estructuras metropolitanas enfatizarán el desarrollo de componentes para una gestión ordenada de las distintas actividades que se desarrollan en su seno.
Podemos plantear una primera aproximación a la clasificación de ámbitos en las ciudades más inteligentes analizando los diferentes componentes constitutivos de potenciar su capacidad de inteligencia.
1.4.1.Movilidad
La movilidad en el seno de la ciudad y entre ciudades constituye uno de los retos más importantes. Las políticas urbanísticas de los últimos años no han mostrado un modelo sostenible de concentración de servicios públicos. Se han basado en la popularización de los medios de transporte privado para distribuir sobre el territorio los diferentes espacios de equipamientos. Poco a poco se evidencia la insostenibilidad del modelo, por lo que aumenta la presión sobre el transporte privado y se desarrollan políticas de uso de los servicios públicos de transporte.
Un problema común de las técnicas de planificación de las ciudades radica en el hecho de que la evolución real de la demanda de la ciudad supera la capacidad de planificación estratégica y de materialización de las políticas adecuadas. Cuando finalizan las actuaciones correctoras, estas devienen obsoletas ante nuevos retos de movilidad creados por un dinamismo ciudadano en constante aceleración. Aparte de estrategias de concentración de servicios públicos y del uso de los medios de transporte, los gobiernos municipales están aprovechando las estructuras tecnológicas desplegadas durante decenios para dotarlas de una inteligencia que permita más flexibilidad en la información y una planificación de la movilidad más efectiva. La señalización electrónica (semáforos, paneles informativos, señales dinámicas, etc.) representa elementos configurables y parametrizables de acuerdo con las condiciones ambientales. La adecuación de estos puntos de señalización pasa por una transformación del modelo funcional. Los dispositivos de control del tráfico han pasado de estar previamente programados a una programación dinámica y últimamente a incorporar una capacidad de sensorización que permita, previo procesamiento de la información, una actuación más acertada a las circunstancias del contexto. Cabe destacar la potencialidad inherente a las infraestructuras urbanas (alcantarillado, metro, autopistas, etc.) como facilitadores del despliegue de las redes de telecomunicación mediante fibra óptica.
Aparte de los dispositivos fijos desplegados por el territorio, podemos encontrar los dispositivos móviles instalados en vehículos de titularidad pública: autobuses conectados a la red pública de telecomunicaciones proporcionan conexión WiFi a los viajeros, posicionamiento vía GPS para poder informar, en las marquesinas con dispositivos de información, del tiempo de espera; o vehículos policiales conectados a la red de telecomunicaciones para disponer de servicios de identificación, consulta y gestión en tiempo real. Muchos de estos vehículos incorporan dispositivos de control de la velocidad (radares) y sistemas de actuación sobre la infraestructura fija de control del tráfico.
La movilidad centrada en los vehículos compite con las zonas de movilidad peatonal o de carácter más sostenible (bicicletas). El difícil equilibrio entre la recuperación del espacio urbano para las personas, sin perder la agilidad en los medios de transporte, constituye un reto de los modelos de gestión de la movilidad. Los centros de control del tráfico están dotados de cámaras de vigilancia, radares y dispositivos centrales de integración y procesamiento de datos. La clave de una gestión más inteligente no se encuentra tanto en las prestaciones de sensorización de los dispositivos en el territorio como en la capacidad y calidad del procesamiento de la información.
1.4.2.Medio ambiente
En general, las ciudades se han desarrollado de espaldas al entorno natural. A raíz de problemas de salud de las personas producidos por los casos de contaminación, últimamente se está desarrollando una cierta conciencia ecológica que está permitiendo nuevos enfoques de la gestión de territorio. La capacidad para medir los niveles de contaminación (tráfico, industrial, etc.), la actividad estacional de las plantas y árboles de los parques, los flujos de especies animales que conviven en entornos urbanos y la transformación de los ecosistemas naturales que delimitan las ciudades han aumentado considerablemente gracias a la aplicación de las tecnologías disponibles. Gracias a la capacidad de conexión a las redes de telecomunicación y el desarrollo de dispositivos móviles cada vez más sofisticados podemos contemplar puntos de observación donde se necesitan. Las prestaciones de los sensores están avanzando y amplían la gama de variables que interpretar (contaminación por productos químicos, contaminación acústica, contaminación lumínica, polinización, flujos de aves migratorias, etc.). Uno de los factores determinantes se encuentra en el hecho de la polivalencia de los dispositivos de soporte de los mecanismos de sensorización. El mobiliario urbano sirve de soporte a infinidad de tipos de sensores gracias a la conectividad y la presencia de fuentes de energía (conexión a la red eléctrica, sistemas fotovoltaicos, etc.).
1.4.3.Energía
Otro de los retos de mayor relevancia se encuentra en la obtención y gestión de la energía necesaria para mantener el nivel de prosperidad en los países desarrollados y aumentarlo en los países no desarrollados. El modelo energético actual, basado en el carbono, se posiciona en una fase avanzada de su ciclo vital. La búsqueda de alternativas más sostenibles medioambientalmente y accesibles para la mayoría de la población choca por los intereses económicos de la industria energética actual (fósil, nuclear).
Aunque la innovación energética manifiesta esta dualidad de intereses, van surgiendo iniciativas interesantes para un nuevo modelo de ciudad. La penetración de los vehículos propulsados por energía eléctrica va aumentando de manera considerable. El despliegue de sistemas energéticos renovables (hidráulica, geotérmica, solar, marina, biomasa, eólica, etc.) sigue en aumento aunque ralentizado por la cancelación de las ayudas gubernamentales. El aprovechamiento de los recursos naturales al alcance de la ciudad es un enfoque inteligente de consecución de energía. Uno de los aspectos más innovadores del modelo energético se encuentra en la coexistencia del modelo tradicional de distribución energética con los modelos de autoconsumo, facilitados por el acceso a la innovación de producción de energía a pequeña escala.
1.4.4.Seguridad
La coexistencia de una gran diversidad cultural y de estilos de vida de las grandes ciudades constituye un espacio donde afloran, con gran excepcionalidad, situaciones de conflicto abierto. El debate entre los costes de proporcionar un nivel adecuado de seguridad no es tanto monetario como de pérdidas de libertades. Las cámaras de videovigilancia se han desplegado por el espacio público con el objetivo de mejorar la seguridad de las personas.
La capacidad de ubicación y localización de las personas a través de su teléfono móvil representa una oportunidad de ampliar las capacidades de seguridad a la vez que puede agredir el derecho a la intimidad de las personas. Las prestaciones de control se están ampliando con dispositivos de filmación que pueden identificar a las personas que están a su alcance de grabación. La conexión de los dispositivos de grabación a bases de datos personales puede facilitar la identificación de las potencialmente conflictivas, con las contradicciones subyacentes respecto al derecho a la intimidad.
1.4.5.Cultura
Las personas precisan del intercambio de información, de las relaciones sociales y de una participación en actividades lúdicas y de desarrollo personal. La oferta de servicios culturales de las grandes ciudades se va transformando y paulatinamente va incorporando nuevas tecnologías. Uno de los aspectos que cabe destacar de esta transformación se encuentra en la individualización de los contenidos culturales. La popularización de los dispositivos móviles (smartphones, tabletas, etc.) permite a las personas consumir contenidos culturales en cualquier lugar, momento y de manera personalizada.
La oferta cultural se está adaptando para incorporar la innovación tecnológica. Una aplicación de innovación tecnológica la encontramos en la realidad aumentada, en la que podemos apreciar, en nuestro dispositivo móvil, la reconstrucción total de un espacio cultural que en realidad está en ruinas. Las pantallas informativas están saliendo a la calle y permitiendo una experiencia cultural casi cotidiana. Podemos plantear que el consumo de cultura se mezcla de forma natural en el desarrollo de las actividades diarias de las personas. El reto de muchos espacios culturales está en encontrar el equilibrio entre llegar a las personas (dispositivo móvil, internet, etc.) y que las personas vivan los espacios culturales, seguramente añadiendo servicios de valor añadido
1.4.6.Salud
Uno de los aspectos personales más importantes lo encontramos en la salud de las personas. El avance en dispositivos de sensorización personal es cada vez más importante. Relojes inteligentes pueden efectuar lecturas de nuestro estado de salud y enviar esta información a nuestro servicio de atención médica.
Las tecnologías de RFID permiten lecturas y grabación de dispositivos miniaturizados ubicados en la vestimenta de las personas. La localización y la monitorización de personas con enfermedades crónicas o riegos potenciales graves pueden ser observadas de manera constante y actuar rápidamente ante situaciones de alerta. Los centros de salud, entendidos como espacios donde se nos atiende cuando precisamos asistencia médica, se van a transformar, se desglosarán en diferentes tipos de servicio y se personalizarán de acuerdo con las necesidades de cada persona. La vivienda y los dispositivos móviles personales incorporarán nuevas prestaciones en este sentido.
1.4.7.Asistencia social
La esperanza de vida aumenta y, paralelamente, surgen nuevas necesidades en las personas mayores. La soledad y la pérdida de facultades operacionales personales representan necesidades cada vez más acuciantes en un entorno social en el que la individualización tan apreciada en edades tempranas se vuelve en contra en las más avanzadas. La necesidad de relación humana y de asistencia de situaciones insostenibles motiva nuevas fórmulas de conexión personal. Las tecnologías personales permiten la creación de relaciones transversales creando nuevas redes de soporte emocional.
En el marco de las tecnologías de las redes sociales virtuales, el perfilado de la persona deviene un reto importante. La tendencia común se encuentra en perfilarnos observando nuestras mejores características. Por otra parte, los desarrolladores de las tecnologías establecen criterios de perfilado limitados comparados con la inmensa diversidad de los rasgos que definen a una persona. En la creación de estas nuevas redes de relación debemos considerar estos aspectos limitantes y considerarlos para nuevos desarrollos tecnológicos. De momento, la digitalización de un ser humano proporciona un conjunto de prestaciones que bien aprovechadas pueden complementar su vida, pero aún estamos lejos de digitalizar integralmente la complejidad de un ser humano.
1.4.8.Conocimiento
La dinámica natural de la vida ciudadana genera información en todos y cada uno de los ámbitos de acción. Hasta ahora muchas de las acciones de los ciudadanos quedaban fuera de un registro sistematizado. Los modelos de consumo a través del pago con tarjeta, comercio electrónico, observación en los desplazamientos, información de la ubicación en todo momento gracias a los dispositivos móviles están proporcionando una gran cantidad de información registrada y tratada, mayoritariamente, por organizaciones empresariales. Este tratamiento de la información se añade al conocimiento contenido en los sistemas tradicionales (universidad, bibliotecas, libros, medios de comunicación, eventos culturales, etc.).
El conocimiento transciende los espacios específicos y se autogenera en los espacios de la ciudad, donde el observador es quien discierne la información que considera aprovechable. Los diferentes componentes de la ciudad (urbanismo, edificación, flujos, estacionalidades, tendencias, estilos, estados de ánimo, movimientos sociales, etc.) constituyen un canal potencial de distribución de información. La potencialidad del conocimiento es directamente proporcional a los medios de comunicación del observador y del significado que se establece. Podemos reflexionar sobre que la información, y más concretamente el conocimiento, no es un concepto objetivo, sino que la combinación de las tecnologías de almacenamiento y distribución, sumadas al individuo observador, constituyen un sistema personalizable.
1.4.9.Gobierno
Las administraciones públicas municipales son agentes clave para crear entornos favorecedores de una ciudad más inteligente o todo lo contrario. Obviamente, la creación de oportunidades de mejora de la inteligencia de la ciudad no queda restringida solamente a la acción del gobierno municipal, sino que el dinamismo social puede y debe generar oportunidades innovadoras nacidas de la cultura ciudadana. Ahora bien, las administraciones públicas pueden facilitar y acompañar estas iniciativas o pueden anular esta potencialidad. La sensibilidad y predisposición para comprender las dinámicas que se crean espontáneamente entre la ciudadanía, la adecuación de los modelos de gestión internos con procesos de innovación abierta y la creación de espacios de encuentro entre los diferentes agentes de transformación son algunas de las características que definen gobiernos inteligentes para una ciudad más inteligente.
1.4.10.Ciudadanos
No deja de sorprender que, en muchos foros, la búsqueda de una ciudad más inteligente se limite a la implementación de tecnologías innovadoras. Una ciudad más inteligente lo será, seguramente, por una acertada aplicación de tecnologías innovadoras, por disponer de un modelo de creación de valor público que minimice las desigualdades y aporte escenarios de prosperidad, por el desarrollo de unas administraciones públicas más inteligentes y por una ciudadanía también más inteligente.
El empoderamiento de la ciudadanía constituye un factor clave para el desarrollo de nuevos modelos de ciudad.
La formación, una relación menos paternalista de las administraciones públicas con sus ciudadanos, así como la participación de los ciudadanos en la vida pública mediante el desarrollo de un conocimiento personal y crítico en función de la información y el conocimiento abierto son algunos de los factores para una ciudadanía activa en políticas más inteligentes.
Así pues, hay que empoderar a las nuevas generaciones para disponer de conocimiento crítico en tecnología.
1.4.11.Relaciones interurbanas
Los núcleos urbanos no se erigen como islas con absoluta autonomía en un marco territorial superior, sino que devienen nodos de una red de relaciones con otras ciudades. Este espacio de relación, facilitada por la movilidad (personas y mercancías) y las turbulencias de una información sin fronteras, representa un factor cada vez más importante para el desarrollo de la ciudad. La calidad de la relación es efímera y dinámica por naturaleza, aunque insistamos en fijarla y modelarla, por lo que empezamos a identificar agentes sociales que promueven y mantienen estos lazos de relación tan importantes para el desarrollo de la ciudad. Los ayuntamientos, las organizaciones empresariales, las organizaciones culturales, los líderes de opinión y las tendencias ciudadanas bajo intereses comunes constituyen elementos clave para el establecimiento de estas relaciones tan importantes de cara al desarrollo de nuevos modelos de gestión abiertos dentro de la ciudad y abiertos hacia el exterior.
A modo de conclusión, identificamos elementos de una gran potencialidad que por separado ofrecen una gran capacidad de modernización. Ahora bien, la inevitable interdependencia entre los diferentes ámbitos aquí relacionados exige un enfoque de gestión global, sin el cual la mayoría de las propuestas de mejora quedarán en meros proyectos piloto de escaso valor público. La visión integral y, más aún, la acción integral representan el gran reto de unas ciudades cada vez más complejas e interdependientes.
La creación de centros de gobierno donde se integren los diferentes sistemas de gestión de la ciudad resulta cada vez más estratégica. Los algoritmos de cálculo, las rutinas, las alertas, la integración ordenada de la información, los modelos de datos, la automatización de ciertas acciones y la operación desarrollada por una acción humana constituyen el sistema operativo que dará vida a una gestión más inteligente de la ciudad. Muchas ciudades se han esforzado en desarrollar redes de sensorización con un resultado modesto debido a la dificultad de tratamiento de la gran cantidad de información (big data) que estos dispositivos proporcionan. La incorporación de la integralidad como orquestador de una diversidad deviene en factor estratégico de primera importancia para las ciudades más inteligentes.
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2.Infraestructuras para ciudades conectadas

2.1.Arquitectura tecnológica

El encuentro de las diferentes tecnologías en el espacio urbano exige una arquitectura que modere las relaciones y potencie las capacidades. Como punto de partida analizaremos una fórmula de anatomía de ciudad observando las diferentes capas y estructuras que la componen:
  • Estructura gubernamental (Administración pública, sector empresarial, organizaciones, ciudadanía, etc.).

  • Servicios públicos y sociales.

  • Gestión y planificación.

  • Urbanismo y planificación.

  • Infraestructuras (TIC, agua, energía, materia, movilidad, naturaleza, etc.).

Los valores que enmarcan esta arquitectura confluyen en la eficiencia, sostenibilidad, productividad, sociabilidad, libertad y salubridad.

2.2.Competencias municipales

El artículo 25 de la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local (LRBRL) reúne las competencias específicas de los municipios, y señala que estos, para la gestión de sus intereses y en el ámbito de sus competencias, pueden promover toda clase de actividades y prestar servicios públicos que contribuyan a satisfacer las necesidades y las aspiraciones de los vecinos. El municipio, en todo caso, ejercerá competencias en las siguientes materias según determine la ley:
  • Seguridad en lugares públicos.

  • Ordenación del tráfico de vehículos y de personas en las vías urbanas.

  • Protección civil, prevención y extinción de incendios.

  • Ordenación, gestión, ejecución y disciplina urbanística.

  • Promoción y gestión de viviendas.

  • Parques y jardines, pavimentación de las vías públicas urbanas y conservación de caminos y vías rurales.

  • Patrimonio histórico- artístico y protección del medio ambiente.

  • Abastos, mataderos, ferias, mercados y defensa de consumidores y usuarios.

  • Protección de la salubridad pública.

  • Participación en la gestión de la atención primaria de la salud.

  • Cementerios y servicios funerarios.

  • Prestación de los servicios sociales y de promoción y reinserción social.

  • Suministro de agua y alumbrado público.

  • Servicios de limpieza viaria, recogida y tratamiento de residuos, del alcantarillado y tratamiento de aguas residuales.

  • Transporte público de viajeros.

  • Actividades o instalaciones culturales y deportivas, ocupación del tiempo libre y turismo.

  • Participación en la programación de la enseñanza y cooperación con la Administración educativa en la creación, construcción y sostenibilidad de los centros docentes públicos.

Los municipios, por sí mismos o asociados, deberán prestar, en todo caso, los siguientes servicios (artículo 26 de la LRBRL):
  • En todos los municipios:

    • Alumbrado público

    • Cementerio

    • Recogida de residuos

    • Limpieza viaria

    • Abastecimiento domiciliario de agua potable

    • Alcantarillado

    • Acceso a los núcleos de población

    • Pavimentación de las vías públicas

    • Control de alimentos y bebidas

  • En los municipios con población superior a cinco mil habitantes, además:

    • Parque público

    • Biblioteca pública

    • Mercado

    • Tratamiento de residuos.

  • En los municipios con población superior a veinte mil habitantes, además:

    • Protección civil

    • Prestación de servicios sociales

    • Prevención y extinción de incendios

    • Instalaciones deportivas de uso público

  • En los municipios con población superior a cincuenta mil habitantes, además:

    • Transporte colectivo urbano de viajeros

    • Protección del medio ambiente

Siguiendo el modelo planteado en este subapartado, identificamos diferentes elementos que componen el modelo conceptual de la ciudad:
  • gobierno abierto,

  • protección civil,

  • prestación de servicios sociales,

  • prevención, extinción de incendios e instalaciones deportivas de uso público,

  • gestión y planificación,

  • pavimentación de las vías públicas,

  • TIC,

  • abastecimiento domiciliario de agua potable y alcantarillado,

  • alumbrado público,

  • recogida de residuos,

  • limpieza viaria,

  • mercados,

  • tratamiento de residuos,

  • acceso a los núcleos de población,

  • control de alimentos y bebidas,

  • transporte colectivo urbano de viajeros,

  • parques públicos y

  • protección del medio ambiente.

Las TIC permiten la incorporación de nuevas funcionalidades a los servicios tradicionales que proporcionan las administraciones locales. Observemos algunos ejemplos:
  • Nuevas funcionalidades asociadas a la gestión de la eficiencia energética:

    • Introducción de sistemas y gestión de la tecnología para la generación de energía a partir de fuentes renovables

    • Utilizar materiales naturales, sistemas y tecnologías más eficientes

    • Edificios preparados para suministrar energía a vehículos eléctricos

    • Presencia de áreas verdes urbanas

    • Generación de energía y de la movilidad

  • Asociadas a la gestión de la movilidad urbana:

    • Regulación semafórica adaptada a la densidad del tráfico

    • Onda verde

    • Conteo de vehículos

    • Carriles de sentido y velocidad variable

    • Apoyo en el aparcamiento de superficie

  • Asociadas a la gestión del alumbrado público:

    • Mejoras en la eficiencia energética

    • Regulación de la iluminación punto a punto

    • Regulación variable en función de la ocupación de la vía pública

    • Iluminación ornamental

  • Nuevas funcionalidades asociadas a la gestión de la recogida de residuos

    • Control del servicio (posicionamiento de la flota)

    • Sensorización de contenedores

    • Recogida neumática

Sin lugar a dudas, la creatividad y la innovación resultarán clave en las organizaciones públicas para aprovechar las grandes oportunidades que nos ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación.
El modelo tradicional de gestión de los servicios de la ciudad describía el siguiente perfil:
  • Servicios desarrollados de manera aislada.

  • Con protocolos y estándares diferentes, frecuentemente propietarios.

  • A menudo sin considerar los efectos sobre este producidos por otros servicios o alteraciones del orden preestablecido en la prestación del servicio.

  • A menudo sin centros de backup.

2.3.El escenario del futuro

Ya se ha dicho que hacia el 2050 se espera que se doble la población mundial. En 2030, seis de cada diez personas vivirán en una ciudad, y en 2050, se prevé que serán siete de cada diez. En términos reales, el número de residentes se va incrementando casi en sesenta millones de personas por año.
Una mayor urbanización requiere nuevas e innovadoras maneras de gestionar la complejidad de la vida urbana; son necesarias nuevas formas de enfocar los problemas de hacinamiento, el consumo de energía, la gestión de los recursos y la protección del medio ambiente.
En este contexto smart cities surge pretendiendo ser no solo un modus operandi innovador para la futura vida urbana, sino también una estrategia para afrontar la pobreza y desigualdad, el desempleo y la gestión de la energía.
Ante una serie de problemas identificados en el funcionamiento de la ciudad, el proyecto smart cities propone una serie de soluciones:
El problema

Planificación

  • Ad hoc y descentralizado

  • El ahorro de costes no se ha llevado a cabo

  • Potencial para la escalabilidad de la inversión limitado

Infraestructura

  • Funciona de manera ineficiente

  • Cuesta más dinero y recursos para trabajar

Operadores de sistema

  • Calcula condiciones de infraestructura

  • Reacciona con problemas

  • No se pueden desplegar recursos de manera eficiente para abordar

Inversiones ICT

  • Poco sistemático y fragmentado

  • Emisión de beneficios subóptimos

  • No se realizan economías de escala

Participación de los ciudadanos

  • Conexión en línea con los ciudadanos limitada y dispersa

  • Los ciudadanos no pueden realizar un uso óptimo de los servicios de la ciudad

Intercambio de datos

  • Los departamentos y sus funciones están fragmentadas

  • Raramente los departamentos intercambian datos y colaboran en iniciativas

Fuente: Smart Cities Council.

Soluciones proyecto smart cities

Planificación

  • Coordinado y holístico

  • Se comparten los recursos

  • El ahorro de costes se lleva a cabo

  • Las inversiones son escalables

  • Mejora del plano de la ciudad y de la previsión

Infraestructura

  • Optimizada con tecnología de vanguardia

  • Ahorro de dinero y recursos

  • Mejora de los acuerdos a nivel de servicios

Operadores de sistema

  • Aprovechamiento del informe en tiempo real sobre las condiciones de la infraestructura

  • Predicción y prevención de problemas

  • Desarrollo de recursos de manera más eficiente

  • Mantenimiento automatizado

  • Ahorro de dinero

Inversiones ICT

  • Planificación centralizada

  • Despliegue a través de los departamentos de la ciudad y proyectos

  • Se proporciona un beneficio óptimo

  • Ofrece un valor máximo y ahorro

Participación de los ciudadanos

  • Presencia en línea completa y singular

  • Los ciudadanos pueden encontrar fácilmente los servicios y hacer uso de ellos

  • Los ciudadanos pueden participar en las iniciativas de smart city

  • Comunicación bidireccional entre el gobierno y los ciudadanos

  • Servicios especializados enfocados en el ciudadano

  • Los ciudadanos pueden también contribuir y acceder a tiempo real a los datos inteligentes de los ciudadanos

Intercambio de datos

  • Los departamentos y las funciones están integradas y compartidas

  • Los datos se comparten entre los distintos departamentos y están mejor correlacionados con otros servicios de datos

  • Mejora en los resultados

  • Costes recortados

Fuente: Smart Cities Council.

La tendencia del mercado es clara y muestra una previsión para el 2020 en la que el número de dispositivos y sensores conectados en aplicaciones M2M superarán los cincuenta mil millones.
Este nuevo modelo de gestión de las ciudades del futuro requiere unas infraestructuras de apoyo que permitan poner en práctica el establecimiento de criterios de provisión de los elementos comunes a toda la solución (contenedores y soportes distribuidos por el espacio público, energía, comunicaciones), la adecuación del entorno urbano a los nuevos dispositivos que incorporar a la gestión y definir una arquitectura de sistemas de información adecuados.

2.4.La cadena de valor de la smart city

Las organizaciones deberían tener la capacidad de hacer frente a los cambios marcados por la evolución tecnológica y adaptarse a ellos para sacar el máximo provecho. La Administración actúa como tractor de más y mejores servicios (innovación) a partir de las oportunidades y posibilidades que ofrece la nueva tecnología. Esta reingeniería se debe desarrollar transversalmente con los diferentes servicios técnicos de la ciudad para permitir construir un modelo de espacio público (lógico-servicios) de referencia.
Las administraciones públicas deben definir los estándares de la infraestructura necesaria para sacar provecho de la evolución tecnológica ante el proceso de sensorización progresivo que se puede producir en la ciudad. El cambio de criterio a la hora de definir la dotación de infraestructuras de telecomunicaciones y sensorización debe contemplar el objetivo de incorporar las necesidades de la ciudad más inteligente. El territorio debe dotarse de las infraestructuras necesarias a partir de un modelo definido que tiende a considerarlo como un nuevo servicio público (equivalente al alumbrado, control de tráfico, etc.).
Se trata, en definitiva, de un nuevo modelo de ordenación y de gestión de las ciudades donde debemos cumplir unos requisitos necesarios para garantizar su sostenibilidad:
  • Industrializar e incorporar los procedimientos de implantación de las TIC en el planeamiento.

  • Analizar la sostenibilidad de las soluciones que implantar.

  • Definir los modelos de gestión y mantenimiento de la solución smart.

  • Adecuar los procesos de gestión de la ciudad al nuevo entorno.

2.5.La plataforma

Del enfoque clásico de las soluciones verticales y especializadas pasamos a sistemas integrados y globales de múltiples soluciones (red única, convergencia tecnológica, etc.). Este nuevo escenario nos permite escalabilidad, eficiencia económica y de gestión, potencial de creación de nuevos servicios y gestión integrada de la información.
La arquitectura de sistemas debe asentarse sobre una plataforma que facilite las herramientas para el desarrollo de servicios avanzados y abra oportunidades para la generación de valor añadido por parte de terceros:
  • Interoperabilidad con otras administraciones o entidades.

  • Apertura de datos a terceros (open data).

  • Herramientas para el desarrollo de nuevas soluciones.

Uno de los retos más importantes de la arquitectura tecnológica se encuentra en definir adecuadamente las capas más básicas del modelo. Veamos algunos factores que enmarcan esta definición.
Las ciudades necesitarán hacer un uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para optimizar su gestión y de esta manera mejorar su habitabilidad. En términos más simples, esta tarea se puede dividir en tres partes:
1) Recopilar información a través de sensores, otros dispositivos y sistemas existentes.
2) Transmitir estos datos utilizando redes cableadas o sin hilos.
3) Analizar estos datos para entender qué está pasando ahora y qué puede suceder después.
La liberalización de las telecomunicaciones implica el que deban ser tenidas en cuenta las necesidades de empleo de los operadores de telecomunicaciones para el establecimiento y la explotación de redes públicas de telecomunicaciones.
Esta necesidad de ocupación se plantea tanto sobre el dominio público como sobre el privado, y en el caso del dominio público puede afectar a cada uno de los ámbitos territoriales: estatal, autonómico y local.
Existe normativa aplicable a los diferentes ámbitos en los que se pueden desplegar infraestructuras de telecomunicaciones:
  • Tendido de cables. Aéreos y subterráneos.

  • Equipamiento radiocomunicaciones.

  • Tendido de cables en el interior de edificios.

  • Instalación de equipos en el interior de edificios.

  • Emplazamientos para centros emisores (grandes antenas) y centros de control.

La distribución de competencias entre administraciones provoca en ocasiones la necesidad de considerar las diferentes normativas. El principio de la jerarquía jurídica establece el orden de aplicabilidad de las normas jurídicas y el criterio para solucionar las posibles contradicciones entre normas de diferente rango. Las normas de rango inferior no pueden contradecir ni vulnerar lo establecido por una norma superior (2) .
Uno de los componentes clave de las ciudades más inteligentes lo encontramos en las infraestructuras de telecomunicaciones. La información y el conocimiento no adquieren ningún valor sin los medios de intercambio. Las infraestructuras de telecomunicaciones comprenden los medios para transmitir, emitir o recibir signos, señales, texto, imágenes fijas o en movimiento, sonidos o datos de cualquier naturaleza, entre dos o más puntos geográficos a cualquier distancia a través de cables, radioelectricidad, medios ópticos u otros medios electromagnéticos. La transmisión de información se configura básicamente a través de cable, radio y satélites.
Las transmisiones por cable son infraestructuras que conducen señales eléctricas a través de distintos tipos de cables metálicos y de fibra óptica. Por medio de la transmisión por cable se consiguen anchos de banda importantes. La dificultad radica en el despliegue de los cables a través del territorio. En general, se lleva a cabo de forma aérea y por conducciones subterráneas. Dentro del ámbito urbano podemos observar el aprovechamiento de las infraestructuras de transporte por metro y del alcantarillado como las más comunes para tender las redes de telecomunicaciones. Durante años, las diferentes operadoras de telecomunicaciones han desarrollado una red propia de conducciones a través de las calles de las ciudades. Los diferentes servicios de la ciudad (conducciones de agua, gas y electricidad) compiten por organizar el espacio urbano de manera ordenada. En la realidad, el despliegue de las diferentes redes de servicios de las ciudades describe un entramado difícil de gestionar. Las transmisiones por radio utilizan señales eléctricas por aire, en bandas de frecuencia con dificultades por las constantes necesidades que surgen a raíz de las innovaciones tecnológicas. Las comunicaciones por satélite ofrecen servicios de comunicaciones a puntos geográficos determinados a unos costes no siempre competitivos con las fórmulas descritas en primer lugar. El sistema por satélite permite acceder a servicios de comunicaciones en lugares remotos y de difícil acceso.
Hasta hace poco los servicios finales proporcionados por las infraestructuras de telecomunicación se centraban en servicios diferenciados: telefonía, televisión y transmisión de datos. Con los avances tecnológicos la convergencia de los servicios y de los protocolos es cada vez más importante, y surge un modelo de telecomunicación mucho más homogéneo y polifacético. Para comprender la capacidad y la versatilidad de las infraestructuras de las telecomunicaciones, podemos analizar conceptualmente uno de los modelos de la arquitectura tecnológica de telecomunicaciones (OSI). Las diferentes funcionalidades se estructuran por capas:
  • Capa física. Esta capa tiene la misión de trasmitir por los diferentes canales de comunicación unidades básicas de información (señal binaria de información representadas por un 1 o un 0), asumiendo que la señal binaria que es enviada debe ser la misma que es recibida. Además, describimos cuál será la conexión que utilizaremos teniendo en cuenta todos los aspectos de hardware que se utilizará como medio de transferencia (cable de par trenzado, cable telefónico, cable de fibra óptica, ondas de radio, GSM, infrarrojos, cable coaxial o UTP –categoría 5, categoría 5e, categoría 6, categoría 6a–, microondas, RS-232, etc.) y sus correspondientes protocolos de comunicación (802.11, Bluetooth, etc.)

  • Capa de enlace de datos. La función principal de esta capa se encuentra en la gestión y la corrección de errores; además evita sobrecargas de datos para el receptor, lo que nos asegura un modo seguro de que toda la información se gestione de un modo correcto y llegue al destino con la cantidad menor de errores. En esta capa encontraremos en la parte hardware hubs, switch, etc., y sus correspondientes protocolos, como punto a punto, sistemas ALOHA, protocolos X (X.21/LAPB, X.25/LAPB,), return hadshake, ATM (modo de transferencia asíncrona), ARP, RARP, Ethernet, Fast Ethernet, Gigabit Ethernet, Token Ring, FDDI, ATM, HDLC, CDP, etc.

  • Capa de red. Este nivel de direccionamiento tiene la función de la gestión de la subred, gestionando correctamente los paquetes de datos que se direccionan, gestionando los niveles de saturación y congestión de los equipos tecnológicos que permiten gestionar los paquetes de información de red: router, switch, etc. Los protocolos utilizados en este nivel son IPX (internetwork packet exchange) Ipsec (protocolos de seguridad de protocolos de red) y protocolos de IP: ipv4, ipv6.

  • Capa de transporte. Este nivel se encarga de verificar y aceptar todos los datos de cada capa de sesión, dividiéndolos eficientemente para que disminuyan su tamaño y puedan llegar de una manera correcta. Los protocolos más comunes son modelo TCP, UDP, sequenced packet exchange, gestión de congestión para datagramas, marcos NetBIOS y SSH.

  • Capa de sesión. Esta capa tiene como función establecer sesiones para que las máquinas establezcan la comunicación entre ellas. Cabe tener en cuenta que cada sesión permitirá en algunos casos entrar en los sistemas conectados. Encontramos los siguientes protocolos en esta capa: SSH, SSL, PPTP, NetBIOS, RPC, SSL, etc.

  • Capa de presentación. La función de este nivel se centra en la gestión de toda clase de sintaxis y la semántica de la información para enviarla de modo más seguro, codificándola para su protección. La comprensión de los datos se realiza a un nivel lógico. Algunos de los protocolos utilizados son XML, representación de datos foráneos, UTF-8 y codificación.

  • Capa de aplicación. Este nivel tiene la función de visualizar la información para que sea más fácil la consecución del propósito definido en la comunicación. Algunos servicios de este nivel son SNMP, SMTP, NNTP, FTP, SSH, HTTP, CIFS (también llamado SMB), NFS, Telnet, IRC, POP3, IMAP, LDAP, Internet Mail 2000 y, en cierto sentido, WAIS y el desaparecido GOPHER.

Los dispositivos móviles están evolucionando de modo espectacular gracias a la popularización de su uso y a la amplitud de servicios disponibles en un smartphone. De los primeros teléfonos móviles de la década de los noventa, que solo ofrecían servicios de llamadas, se ha pasado a los actuales dispositivos inteligentes, que aparte de llamadas proporcionan servicios de mensajería, navegación por internet, posicionamiento GPS, aplicaciones específicas (apps). Los dispositivos móviles de última generación disponen de sistemas de conexión y una amplia gama de sensores –4G, 3G, GSM, Bluetooh, WiFi, sensores de movimiento (acelerómetro, giroscopio, medidor de campos magnéticos, medidor de proximidad), sensores de entorno (luz ambiental, barómetro, etc) y GPS. Las redes de telecomunicaciones necesarias para el funcionamiento de los dispositivos móviles han ido evolucionado aceleradamente con las exigencias de los usuarios y desarrolladores de aplicaciones. Para entender la evolución de las redes de telecomunicaciones que hacen posible que los dispositivos móviles obtengan las prestaciones actuales podemos observar los diferentes protocolos de comunicación que actualmente están operativos simultáneamente:
  • 2G / 2.5G (Red GSM/GPRS). Protocolo de comunicación que permite navegar por internet a baja velocidad (velocidad máxima de bajada de 170 Kbps).

  • E (EDGE). Es un protocolo que mejora las prestaciones del protocolo GPRS (generalmente hasta 384 kbps) y llega en condiciones óptimas a velocidades de comunicación similares a las de 3G.

  • 3G / 3G+ / 3G++ / 3.8G (Red UMTS). H (HSDPA) (HSPA+) es un protocolo que trabaja a velocidades de entre 2 y 6 Mbps. En este momento es una tecnología muy generalizada en cuanto a cobertura de acceso y dispositivos móviles disponibles.

  • 4G / LTE con velocidades de hasta 150 Mbps. Este es uno de los protocolos de telecomunicación para dispositivos móviles con mayores prestaciones. No todas las antenas disponen de la infraestructura adecuada para emitir y recibir en función de este protocolo, ni tampoco todos los dispositivos móviles contemplan la configuración tecnológica para poder trabajar con estos protocolos de comunicación.

  • 4G+ / 5G. Nuevos protocolos que están en fase experimental y que muy pronto estarán disponibles comercialmente. En estos momentos se están consiguiendo velocidades de hasta 400 Mbps.

Esta aproximación a las redes de telecomunicaciones nos muestra la complejidad existente en las infraestructuras de telecomunicación provocada por una aceleración de la demanda de los usuarios finales y por una expansión de las aplicaciones disponibles en los dispositivos móviles. Sin duda, los dispositivos móviles representan la punta de lanza de la innovación en las ciudades más inteligentes. Cabe tener presente la importancia de las redes de antenas de telefonía móvil y de la red de satélites del sistema de posicionamiento global en el marco de una ciudad más inteligente. El potencial de estas infraestructuras resulta clave para el desarrollo de la mayoría de las prestaciones unipersonales.
Uno de los retos más relevantes del despliegue de las redes de telecomunicación se encuentra en la actualización de los equipos técnicos de las antenas. Cada nuevo protocolo de comunicación requiere una actualización más o menos importante del equipamiento técnico de la antena, con unos altos costes de mantenimiento. Las operadoras estudian diferentes soluciones para contener los costes y ampliar el área de cobertura, entre las que se encuentran los sistemas montados sobre globos aerostáticos, aeronaves no tripuladas (drones) alimentadas con placas de energía solar y sistemas unipersonales de transformación de la señal ubicadas en el domicilio de los usuarios.