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La guía de estilo

No es la primera vez que navegamos por Internet, y esto nos ha reportado multitud de información, entretenimiento, trabajo, etc., pero también, consciente o inconscientemente, nos ha hecho ver multiplicidad de estilos, formatos y maneras de presentar los contenidos. Hay excelentes sedes web, buenas, normales, y por supuesto, malas. Como no podía ser de otro modo, en Internet encontramos de todo y de muchas formas distintas.

Nota

Día a día nuestra experiencia va creciendo y se amplían nuestros conocimientos sobre este medio, pero paralelamente también crece el sustrato necesario para evaluar la información que vemos. Nos llega de diferentes partes del mundo, de diferentes autores, entidades, organismos, etc., y con una diversidad de intenciones enorme. Todo esto debe servirnos para tener un muestrario de lo que nos gustaría hacer, lo que podemos hacer y lo que no tenemos que hacer. Es muy cierto que el tema del diseño resulta complejo y que sobre gustos no hay nada escrito, pero sí podemos establecer unas pequeñas pautas, que no normas, a la hora de realizar una sede web, con la finalidad principal de no cometer los errores que otros ya han cometido.

Debemos tener muy claro qué es lo que el entorno web puede ofrecernos. Con la aplicación del Hipertexto pueden crearse páginas interactivas, con una navegabilidad excelente y un diseño esmerado, sin ser grandes programadores. Esta facilidad nos la proporciona el HTML, si bien, como hemos visto, está evolucionando cada vez más rápidamente hacia otros lenguajes que proporcionan nuevas vías de estructuración de los contenidos y de la apariencia de las páginas. De todas formas, la guía de estilo que se aplica a una sede web se puede amoldar a cualquier lenguaje y, por ello, es muy importante definirla de manera consciente, pensarla y, sobre todo, estar muy seguros de que nos gustará y de que, por supuesto, tendrá que gustar al usuario (no hacemos una sede web para nosotros, o al menos ésta no acostumbra a ser la finalidad).

Resulta imprescindible especificar unas líneas de acción que, como mínimo, deberíamos tener claras antes de emprender cualquier proyecto de creación, y que afectarán totalmente a la concepción final de nuestro producto. Estas consideraciones previas hacen referencia a lo siguiente:

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  • Contenido: sin duda es la parte fundamental de la sede web. Es lo que hace que sea más o menos visitada, y prevalece incluso por encima del diseño, si bien éste puede hacer que sea un producto que hay que imitar. Generalmente, cuando se crea una sede web, ya sea por gusto o por encargo, se ha definido una serie de contenidos para rellenar su cuerpo. Este contenido es lo que nosotros queremos que el resto de los usuarios consulte. Tiene una finalidad, y por ello debe estar muy definido y estructurado. Hay sedes web triviales, llenas de fotos del autor, su perro, su hija, y quizá algunas poesías personales. Este tipo de contenido interesará a los amigos o la familia, pero difícilmente será de utilidad para la comunidad internauta. Con esto no queremos decir que no sea una sede correcta (ya hemos dicho que no dictamos normas, sino que proporcionamos pautas de estilo), y generalmente este tipo de sedes web no aporta un valor añadido específico. A este punto es adonde queremos llegar: los contenidos pueden ser muy diversos, desde un hobbie a una pasión, un estudio, un proyecto, etc., sólo hará falta definir perfectamente cuáles son los objetivos de nuestra sede, ya que esto comportará una estructuración de nuestros contenidos.

    Conviene encontrar el equilibrio entre lo que queremos aportar y lo que nos gustaría publicar en Internet. Por ejemplo, en una página personal que creemos no mezclaremos contenidos como nuestras aficiones, grupos musicales favoritos y cuestiones triviales con otros que también queramos incorporar, como por ejemplo artículos profesionales que hayamos escrito sobre una temática determinada (de interés para algún colectivo profesional), o contenidos de carácter serio, científico, de estudio, investigación, etc. Si hace falta, diversificamos los contenidos y generamos dos espacios diferentes, pero siempre coherentes con su contenido. El usuario nos lo agradecerá mucho. Si además de nuestro contenido personal aportamos un sustrato con otros recursos relacionados, el visitante se llevará un agradable recuerdo de nuestra sede, y a lo mejor la incluye en su directorio de direcciones de interés. Pensad que la finalidad principal de nuestras páginas es que se visiten, ya sea por el contenido, la estructura o el diseño, pero nunca querremos que se queden en el olvido como una creación concreta. Nuestro esfuerzo tiene que verse recompensado.
  • Estructura: ya lo hemos apuntado antes y no nos cansaremos de repetir que es fundamental estructurar los contenidos y la sede en su contexto general. Por un lado, es preciso hacer un buen uso de los enlaces que el hipertexto nos permite crear, así como del tamaño de los documentos, para no provocar el aburrimiento del visitante (hablaremos de ello con mayor extensión más adelante). Una sede web con unos contenidos muy interesantes puede ignorarse sólo por el hecho de provocar confusión en el usuario. La potencialidad del hipertexto lleva implícitamente asociada una gran potencialidad de pérdida. Si nos dedicamos a enlazar sin sentido partes no significativas de nuestros contenidos, acabaremos por despistar al usuario, y por lo tanto terminará por no volver a visitarnos. La sensación de pérdida en una sede web es muy fácil de conseguir. Lo que más cuesta precisamente es lo contrario. Aquí es donde de nuevo tenemos que prestar especial atención. No resulta difícil si tenemos la estructura global muy definida.

    La mejor manera de hacer eso es tener unos esquemas en papel (aunque nos parezca extraño). Tendremos que diseñar cómo será nuestra sede sobre el papel y a partir de aquí estructurar las diferentes páginas en correlación con los contenidos. Es la mejor manera de hacerlo. Un esquema general claro aportará al visitante una sensación de seguridad en su navegación que es básica. A todos nos gusta que nos expliquen las cosas con claridad expositiva y en un tono cordial y amigable, y así tiene que ser la navegación por la estructura de una sede web. Si además tenemos unos contenidos adecuados a su interés, el éxito está asegurado.

  • Navegabilidad: esto ya es una característica propia del hipertexto, pero nosotros podremos hacer que sea la adecuada. La navegabilidad debe ser sencilla, directa e intuitiva. No hagamos pensar demasiado al usuario, y no hagamos de la sede web un laberinto por donde tengamos que dejar trocitos de pan para saber cuál es el camino de salida. Recordad que dado el caso, lo más fácil para salir es indicar una nueva URL o cerrar la ventana del navegador. Más adelante entraremos en detalles para aclarar los diferentes puntos que afectan a la navegación por la sede web. Sólo un consejo previo: cuando tengáis vuestra sede web, testeadla objetivamente, y si podéis, decidle a un amigo vuestro que la visite y que os comente cómo la encuentra. Os podemos asegurar que una persona con menos conocimientos que vosotros puede aportar aspectos no contemplados que serán de gran ayuda para mejorar vuestra sede web.

  • Estandarización: intentad aplicar unos criterios estandarizados a vuestra sede, no mezcléis lenguajes, ni elementos físicos diferentes, como por ejemplo asignar al texto en negrita diferentes marcas (<B>...</B>, y más tarde <STRONG>...</STRONG>), o mezclar las etiquetas en mayúsculas y después en minúsculas. Sed pulcros cuando escribáis los documentos. Ya sabemos que el código fuente no es lo que se lee, porque se interpreta, pero, con miras a futuras modificaciones o cambios estructurales, os ayudará mucho tener una estructura del código clara, incluso con anotaciones (por ejemplo: <! - - inicio de párrafo - - >). Si las páginas que creáis son susceptibles de ser modificadas por otra persona en el futuro, ser ordenado se convierte en una pequeña norma de cortesía, que podríamos llamar la netiquette del diseño estructural del marcado.

    Tened cuidado con las aplicaciones que no resulten especialmente amigables para ser descargadas de Internet, es decir, no carguéis las páginas con applets de Java que hacen de todo, ya que puede darse el caso de que un usuario no pueda visualizar estos pequeños programas. Si utilizáis hojas de estilo en cascada, pensad que diseñáis para navegadores de última generación (versiones 4 o superior); tendremos que indicar la versión que utilicemos o bien hacer una versión alternativa para otros navegadores antiguos. Tampoco es cuestión de mantener cuatro versiones diferentes para que puedan soportarse en todos los navegadores y plataformas. Si tenemos tiempo y nos lo podemos permitir, es fantástico, pero seguramente esto representaría a medio o largo plazo una desactualización de los contenidos. También ser demasiados innovadores puede comportar problemas; por ejemplo, si nos dedicamos a diseñar nuestra sede exclusivamente en XML, nuestro público potencial será pobre hoy por hoy, ya que sólo Internet Explorer 5.0 incorpora esta posibilidad. Esto tampoco implica ir al otro extremo, diseñar desde niveles estructurales, conceptuales y físicos de primera generación, ya que estamos perdiendo potencial para hacer que nuestras páginas sean más estructuradas, intuitivas y atractivas.

    Una cuestión importante es la de eliminar barreras en Internet: no colaboremos en la implementación de muros insalvables para los discapacitados. Las versiones texto, o con características específicas para que los discapacitados puedan navegar por ellas, son un factor de calidad y respeto importante.

  • Diseño gráfico: una página espectacular, con diseño gráfico de primera calidad y ornamentación frondosa, puede ser el inicio de una relación sin éxito con el usuario. Podemos decirle a un amigo nuestro que sea diseñador que nos haga unas imágenes espectaculares para la sede web, o las podemos crear nosotros, o incluso dedicarnos a bajarlas de Internet e incorporarlas a nuestra sede. Eso puede estar muy bien e incluso puede generar un ambiente impactante en pantalla, pero puede tardar horas en bajar. El resultado de esto es la frustración del usuario, con lo cual ya es posible pensar que muy probablemente no nos visitará más. La imagen de la sede web tiene que ser homogénea, atractiva e incluso decorativa, pero sencilla, y huir siempre del horror vacui.

    Si queremos hacer de la sede web un lugar realmente inaccesible, no tenemos más que situar imágenes enormes, iconos que se mueven a toda velocidad y en gran cantidad, y llenar toda la pantalla de diferentes elementos sin una connotación lógica. El uso de las imágenes debe ser en consecuencia, es decir, con una finalidad concreta. Si nos hace gracia una cierta imagen, tenemos que pensar qué implica su uso. ¿Hace referencia a algún aspecto de la página? ¿Puede ayudar a la navegación? ¿Es instructiva? Son preguntas importantes, porque obviamente las imágenes formarán parte de nuestro estilo y por ello no es mala su aplicación, siempre y cuando se sepa encontrar el equilibrio con el resto de las partes: funcionalidad, contenidos, estructura, etc.

    Dado que más adelante hablaremos de estos aspectos, aún no los trataremos a fondo. Además, ¿quién había dicho que debemos tener cuidado con la longitud de las páginas?

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