Neuropsicología de la atención

  • Anna Campabadal Delgado

    Licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona (UB), maestría en Neuropsicología Clínica Infantil y de Adultos por la UAB, y máster universitario en Neurociencias por la UB. Ejerce su actividad laboral como neuropsicóloga en la Asociación de Parkinson del Maresme, y es becaria predoctoral del Departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica en la facultad de medicina de la UB. Actualmente su actividad investigadora se centra en el estudio de los “Cambios de la conectividad cerebral durante el proceso degenerativo de la enfermedad de Parkinson”.

  • Mercè Jodar Vicente

    Licenciada en Psicología y doctora en Neuropsicología. Pertenece al Servicio de Neurología del Hospital de Sabadell (Parc Taulí). Es profesora asociada en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), donde dirige la maestría de Neuropsicología Clínica Infantil y de Adultos desde 1999. Su interés se ha centrado en los procesos relacionados con el envejecimiento y las demencias, y fue miembro del Comitè d’Experts per a l’Elaboració del Pla Integral de la Gent Gran en Cataluña y del Consell Assessor en Psicogeriatria de la Generalitat de Cataluña. Ha participado en varios proyectos de investigación en el ámbito de las demencias y es autora de numerosas publicaciones en revistas científicas. Durante los últimos años, ha centrado su interés investigador en la aplicación de las nuevas tecnologías y la innovación en rehabilitación cognitiva.

  • Genny Lubrini

     Genny Lubrini

    Doctora en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Trabaja como neuropsicóloga clínica en la Unidad de Neuroinmunología Clínica y Esclerosis Múltiple del Hospital Universitario La Paz de Madrid, y colabora como investigadora en la Unidad de Investigación Proyecto Alzheimer (UIPA) de la Fundación CIEN - Fundación Reina Sofía de Madrid.

  • Elena Muñoz Marrón

     Elena Muñoz Marrón

    Doctora en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Neuropsicología Cognitiva por la Universidad Complutense de Madrid. A lo largo de su carrera profesional ha combinado investigación, docencia e intervención neuropsicológica clínica en pacientes con daño cerebral. En la actualidades profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) y directora del máster Universitario en Neuropsicología. Su actividad investigadora está centrada en el estudio de las bases neurales de los procesos cognitivos, sus alteraciones y su recuperación mediante la técnica de estimulación magnética transcraneal. Actualmente es codirectora del grupo de investigación reconocido por la AGAUR Neurociencia Cognitiva y Tecnologías de la Información (2014 SGR 1483) y codirectora y cofundadora del laboratorio Cognitive Neurolab (www.cognitiveneurolab.org).

  • José A. Periáñez Morales

     José A. Periáñez Morales

    Doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad es profesor titular del Departamento de Psicología Básica II (procesos cognitivos) de la Universidad Complutense de Madrid. Su línea de trabajo consiste en armonizar la investigación básica sobre las bases neurofisiológicas del control atencional mediante electroencefalograma, magnetoencefalografía y resonancia magnética con la aplicación de estos hallazgos a la evaluación de pacientes neurológicos y psiquiátricos.

  • Marcos Ríos-Lago

     Marcos Ríos-Lago

    Doctor en Psicología y máster en Neuropsicología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor del Departamento de Psicología Básica II (UNED) y neuropsicólogo coordinador de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana (Madrid). Investigador de la Unidad de Investigación del Proyecto Alzheimer (Fundación CIEN - Fundación Reina Sofía). Desarrolla su actividad investigadora empleando fundamentalmente técnicas de neuroimagen para el estudio del control atencional, la velocidad de procesamiento y la plasticidad cerebral. Es autor de obras nacionales e internacionales acerca de las técnicas de neuroimagen, las lesiones cerebrales y los procesos cognitivos.

  • Raquel Viejo Sobera

    Licenciada en Psicología, actualmente se encuentra en la fase de investigación de sus estudios de doctorado en Neurociencia por la Universidad Complutense de Madrid. Su actividad investigadora se centra en el estudio de los déficits cognitivos resultantes de un traumatismo craneoencefálico, principalmente en las alteraciones en las distintas fases del procesamiento de la información y la atención. Colabora con el servicio de neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, así como con la Unidad de Investigación del Proyecto Alzheimer (Fundación CIEN – Fundación Reina Sofía).

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Índice

Introducción

De entre todos los procesos cognitivos que tienen lugar en el cerebro humano, quizá la atención sea uno de los que ocupa un lugar más central. Cuando los mecanismos atencionales resultan alterados como consecuencia de lesiones estructurales del sistema nervioso o bien a consecuencia de alteraciones funcionales, como aquellas ligadas a determinadas patologías psiquiátricas, la integridad de otros procesos cognitivos, tales como la percepción, la memoria o el lenguaje, puede resultar también comprometida. Sin duda, la atención supone un prerrequisito funcional para el desempeño de la mayoría de actividades de nuestra vida cotidiana. A la hora de abordar el estudio de la atención existen al menos dos problemas fundamentales: el conceptual y el funcional. Por un lado, la atención es un constructo multifacético y no unitario que a menudo se utiliza para describir fenómenos muy diversos que comprenden desde mecanismos automáticos hasta los aspectos más controlados del procesamiento de la información, por lo que se hace difícil su operativización. El segundo problema viene marcado tanto por la dificultad experimental como por la aplicada de desligar la atención del resto de procesos con los que interactúa, así como también por los problemas a la hora de establecer límites entre los diferentes mecanismos atencionales que interactúan entre sí.
La confluencia de estas dos circunstancias ha tenido repercusiones históricas directas sobre los intentos de integrar en una visión unitaria la gran dispersión existente en este campo de estudio. Hoy en día debemos reconocer que no existe ni una definición única ni tampoco una teoría que pueda aunar todos los datos disponibles. Desde una perspectiva pragmática, distintas áreas de investigación en psicología y neurociencia cognitiva han tratado de fraccionar este constructo en sus componentes más simples para, así, simplificar la labor de comprensión de sus propiedades y relaciones mutuas.

1.Los procesos atencionales y sus alteraciones

Concepto
Lo primero en lo que muchos piensan al hablar de atención es en la capacidad de selección de un estímulo o de una característica dada dentro de un conjunto, que será procesado en mayor medida que el resto, inhibiendo la información irrelevante. Sin embargo, si profundizamos un poco más en lo que entendemos por atención, podemos incluir además aspectos como el mantenimiento de la concentración sobre una tarea, la toma de decisiones y la resolución de conflictos durante la realización de la misma, la planificación de las respuestas necesarias para completar dicha toma de decisiones, etc.
El amplio rango de actuación de la atención en todas las actividades de la vida cotidiana así como su estrecha interacción con funciones cognitivas como la percepción, las funciones ejecutivas o la memoria operativa, hacen que la atención sea difícil de definir y no pueda ser entendida como un concepto unitario. Sin embargo, a pesar de no gozar de un acuerdo unánime en cuanto a su definición y límites, sí que se considera un proceso cognitivo de gran importancia ya que es una capacidad necesaria para que la mayoría de procesos pueda llevarse a cabo. La regulación transversal sobre otros procesos se produce desde las primeras fases del procesamiento de la información (orientación, percepción y selección de los estímulos del entorno), hasta fases posteriores relacionadas con la resolución de conflictos, el cambio de tarea o el control inhibitorio.
Junto al desarrollo y perfeccionamiento de los modelos cognitivos sobre la atención, la aparición de las técnicas de neuroimagen y el refinamiento de la metodología en los estudios neuropsicológicos y lesionales han posibilitado una aproximación al estudio de las bases neuroanatómicas de la atención. Así, se ha propuesto que la atención es una función distribuida en distintas redes a lo largo de todo el cerebro, entre las cuales existiría cierto grado de solapamiento anatómico y funcional.

1.1.Breve revisión histórica sobre el estudio de la atención

Desde el inicio del estudio de la atención en el campo de la psicología experimental por parte de William James en 1890, se han descrito multitud de modelos teóricos y reformulaciones basados tanto en datos clínicos como experimentales y de neuroimagen. Esto ha provocado solapamientos en cuanto a los distintos tipos de atención postulados por diferentes autores, así como falta de acuerdo en cuanto a qué hacían referencia cada uno de los tipos atencionales propuestos.
La siguiente tabla resume a modo de revisión histórica algunas de las ideas clave sobre las principales aportaciones teóricas que han ido añadiéndose al estudio cognitivo de la atención.

Autores

Año

Principales aportaciones

William James

1890

Distinción entre:

  • Atención sensorial (dirigida por los estímulos).

  • Atención voluntaria (dirigida por el sujeto).

Cherry

1953

Paradigma de escucha dicótica y sombreado. Pone de manifiesto la relevancia de los atributos del estímulo en el procesamiento atencional.

Broadbent

1958

Modelo de filtro: la información relevante es seleccionada en las primeras fases del procesamiento de la información, incluso antes de que esta sea identificada.

Treisman

1960

Propone un modelo de filtro jerárquico en dos fases:

  • Filtro inicial de las características físicas del estímulo.

  • Filtro posterior basado en el reconocimiento semántico del mismo.

Deutsch y Deutsch

1963

Filtro de selección tardío en función de la importancia relativa del mensaje, la situación y otros factores como la motivación y la emoción.

Neisser

1964

Trata de explicar los mecanismos que determinan qué información será seleccionada (metas, expectativas, experiencias previas, contexto, etc.).

Norman

1968

Prescinde del filtro atencional. Propone un modelo basado en una cantidad de recursos de procesamiento limitados y la necesidad de mecanismos supervisores que asignen los recursos disponibles a los distintos sistemas de procesamiento.

Schneider y Shifrin

1977

Distinción entre:

  • Procesamiento automático, para acciones bien aprendidas y que no consumen recursos de procesamiento.

  • Procesamiento controlado, para situaciones novedosas y que sí que consumirían recursos.

Duncan

1986

Propone el modelo ejecutivo del lóbulo frontal (FLE), de corte anatómico, a partir de datos neuropsicológicos en el que el control de la conducta implicaría la participación de tres componentes principales:

  • Listas de metas.

  • Procedimientos de análisis medios-fines.

  • Estructuras de acción.

Los dos primeros componentes dependerían de los lóbulos frontales.

Norman y Shallice

1980, 1986

Sistema atencional supervisor: mecanismo que se pone en marcha cuando se requiere un procesamiento controlado o cuando existe un conflicto entre varios esquemas de actuación. Este sistema estaría implementado en el lóbulo frontal como mostrarían los datos neuropsicológicos en presencia de lesión de dichas regiones.

Sholberg y Mateer

1987

Modelo clínico: atención como una serie de funciones jerárquicas, siendo necesarias las básicas para el correcto funcionamiento de las superiores.

Mesulam

1990

La atención como una red neural distribuida formada por tres redes locales en las que se sustentan los componentes:

  • Perceptivo

  • Motor

  • Límbico

  • La matriz atencional, que regula la capacidad general de procesamiento.

  • El canal atencional, que determina su dirección.

Estos están controlados a su vez por dos subsistemas:

Posner y Petersen

1990

Modelo de tres redes:

  • Vigilancia

  • Orientación

  • Red ejecutiva

Funcional y anatómicamente independientes pero en interacción.

Van Zomeren y Brouwer

1994

Distinguen entre:

  • Componentes intensivos (alerta y atención sostenida).

  • Componentes selectivos (atención focalizada y atención dividida).

Postulan además la existencia de un tercer factor de control atencional supervisor.

Nobre

2001

Recopila los resultados de neuroimagen en tareas de orientación tipo Posner (en condiciones de orientación endógena y exógena) y en tareas de búsqueda para concluir que ambas redes comparten representaciones neuroanatómicas en una red frontoparietal dorsal, que incluye principalmente el surco intraparietal, el área motora suplementaria y los campos oculares frontales.

Miller y Cohen

2001

Integrando datos de experimentación animal, neuroimagen en humanos y modelos computacionales, proponen el córtex prefrontal como la sede del control cognitivo encargado de la selección y mantenimiento de los patrones de actividad para la consecución de metas y objetivos.

Corbetta y Shulman

2002

A partir de datos de la neurofisiología animal y neuroimagen funcional en humanos, proponen un modelo de control atencional con dos redes parcialmente independientes:

  • Dorsal, implicada en la atención dirigida a metas.

  • Ventral, implicada en la atención orientada por los estímulos.

Ríos y Periañez

2004

Basándose en el análisis factorial de datos conductuales, proponen cuatro componentes: control de la interferencia, flexibilidad cognitiva y memoria operativa, agrupados como control atencional, y velocidad de procesamiento, esta última como propiedad básica del sistema.

En un primer momento, desde la psicología cognitiva, la atención se conceptualizó como un filtro de la información percibida (Broadbent, 1958). Este filtro se hizo cada vez más complejo, incorporando mecanismos que controlaran la información en distintas fases del procesamiento, incluyendo también un límite en la capacidad de recursos del sistema. Así, se fue dando cada vez una importancia mayor a los mecanismos de control y selección de estímulos atendidos, tratando de determinar en base a qué se producía dicha selección y cómo se manejaba la distribución de recursos. Esto propició también que se incorporaran a los modelos atencionales datos procedentes de modelos de función ejecutiva y prefrontal.
En 1990, Posner y Petersen proponen un modelo de tres redes distribuidas en el cerebro, funcional y anatómicamente independientes, que darían cuenta del mantenimiento del estado de alerta, la orientación y la selección de la atención, así como de las funciones de control ejecutivo. Esta clasificación, así como la distribución de la atención en redes a lo largo del cerebro, ha sido ampliamente aceptada y tomada como referencia para estudios posteriores.
Actualmente, pocos modelos tratan de dar cuenta de forma sistemática de todos los aspectos de la atención desde sus niveles más básicos, como la selección de estímulos o la vigilancia, hasta los superiores, como la resolución de conflictos o el control inhibitorio. La tendencia es más bien construir modelos que expliquen cada uno de estos subprocesos a partir de la integración de datos procedentes de experimentación animal, estudios de neuroimagen, estudios neuropsicológicos y modelos computacionales; para finalmente poder integrar estos hallazgos con otros que describan procesos complementarios.

1.2.Modelo de tres componentes atencionales

Tal y como se ha dicho en la sección anterior, el modelo de Posner y Petersen de 1990 constituye uno de los que ha gozado de mayor aceptación desde su formulación inicial. Tras 40 años de investigación sobre los tipos de atención, hoy en día existe relativo acuerdo en mantener la existencia de tres redes atencionales anatómica y funcionalmente distintas: la red de alerta, la red de ejecutiva, que se encuentran distribuidas por el córtex cerebral anterior, y la red de orientación, situada principalmente en regiones posteriores, como explican Raz y Buhle y Ríos-Lago Periañez.
Referencias bibliográficas

M. I. Posner y S. E. Petersen (1990). The attention system of the human brain. Annual Review of Neuroscience, 13, 25-42.

A. Raz y J. Buhle (2006). Typologies of attentional networks. Nature Reviews Neuroscience, 7 (5), 367-379.

M. Ríos-Lago y J. A. Periañez. (2010). "Attention and Speed of information processing". En G. Koob, R. F. Thompson y M. Le Moal (Eds), Encyclopedia of Behavioral Neuroscience. Boston: Elsevier.

Estas tres redes serían funcional y neuroanatómicamente independientes, aunque trabajan en estrecha coordinación. Cada una de ellas cumpliría funciones específicas y se relacionaría con las demás de distinta forma a la hora de responder a los estímulos. Pese a que muchas de las ideas iniciales han sido recientemente reformuladas a partir de las nuevas evidencias existentes, como explican Fernández-Duque y Posner, sin duda este modelo nos proporciona un marco didáctico idóneo, que nos permitirá describir de forma coherente algunos de los hallazgos más recientes en la investigación de la atención, incluyendo información procedente de otros modelos que tienen como fin ampliar y completar el conocimiento sobre el funcionamiento de los mecanismos atencionales.
1.2.1.Red de alerta
La red de alerta está relacionada con el incremento y mantenimiento del estado de vigilancia y preparación para dar respuesta ante un posible estímulo inminente.
Muchos autores consideran que esta capacidad es la base necesaria sobre la que se apoyan otros mecanismos atencionales. Los términos arousal, vigilancia y atención sostenida se han utilizado de forma intercambiable para definir la atención a largo plazo. Sin embargo, hallazgos procedentes de la neuroimagen funcional y de la investigación animal y clínica sugieren la existencia de disociaciones neuroanatómicas entre los circuitos subyacentes a estas tres capacidades atencionales.
El término arousal se ha definido como un continuo de capacidad de reacción fisiológica, siendo el sueño y la excitación los dos extremos del mismo. El nivel de arousal (también llamado alerta tónica o intrínseca) representa una función atencional básica que determina la eficacia de los sistemas atencionales corticales de más alto nivel y la capacidad cognitiva general. A diferencia de la atención sostenida y la vigilancia, se trata de una capacidad inespecífica, no dirigida a ningún estímulo en particular, aunque sí puede verse incrementada mediante mecanismos de control ejecutivo, como explican Raz y Buhle. La capacidad para mantener un nivel de arousal adecuado se ha asociado tradicionalmente a la integridad de la formación reticular; sin embargo, hoy sabemos que se trata de un sistema más complejo en el que interviene además una red corticosubcortical lateralizada en el hemisferio derecho. En concreto, el mantenimiento del nivel de arousal se produce a través de las proyecciones noradrenérgicas desde el locus coeruleus al tálamo y el prosencéfalo basal y su mantenimiento voluntario está mediado por el córtex cingulado anterior.
Este esquema representa los principales componentes de la red de alerta y sus principales interconexiones con la red ejecutiva y la red de orientación. Se describen también las principales vías de neurotransmisión que sustentan e interrelacionan las redes.
Este esquema representa los principales componentes de la red de alerta y sus principales interconexiones con la red ejecutiva y la red de orientación. Se describen también las principales vías de neurotransmisión que sustentan e interrelacionan las redes.
El constructo psicológico atención sostenida es la capacidad para mantener la atención sobre un estímulo, localización o tarea determinados, durante periodos prolongados de tiempo. También es conocida como atención o alerta fásica, en oposición a la alerta tónica antes descrita. Las áreas implicadas en este proceso parecen hallarse, según estudios neuropsicológicos y de neuroimagen, en una red talámica frontoparietal, donde las señales del tálamo estarían ligadas a la influencia del nivel de arousal.
Por otro lado, la vigilancia, considerada un proceso a largo plazo, es la capacidad de mantener el nivel de alerta durante periodos de minutos y horas, siendo la atención sostenida un proceso más a corto plazo, que se mantiene durante segundos y minutos. Estos estados de mantenimiento de alerta se asocian también con una actividad frontoparietal lateralizada en el hemisferio derecho.
Mediante estudios de neuroimagen funcional durante la realización de tareas de vigilancia, se ha podido comprobar que a medida que aumenta el tiempo de la tarea se produce un descenso en la activación de áreas frontales derechas, haciéndose también más lentos los tiempos de reacción.
Tareas experimentales
El nivel de arousal puede ser operativizado en términos del grado de sincronización/desincronización del los campos eléctricos del cerebro medidos a través de un electroencefalograma (EEG). En general, cuando el estado de arousal aumenta, se observa una desincronización en la actividad del registro de EEG (es decir, amplitudes pequeñas y ritmos de alta frecuencia). En la práctica neuropsicológica y clínica, la alerta ha sido medida con diferentes tareas y escalas conductuales. Entre las más usadas para su evaluación después de un daño cerebral se encuentran la escala de coma de Glasgow (GCS, siglas en inglés de Glasgow coma scale) la Galveston orientation and amnesia test (GOAT), la escala Westmead de amnesia postraumática o la subescala de control mental de la escala de memoria de Wechsler.
Las tareas de vigilancia implican la detección de estímulos con una baja tasa de aparición en tareas monótonas de larga duración. Generalmente, las tareas de vigilancia o con señal de alerta/advertencia evalúan la velocidad a la que un sujeto puede responder a ciertas señales de alerta visuales o auditivas.
Las tareas de atención sostenida implican responder a un estímulo con alta tasa de aparición, de manera que los sujetos deben permanecer respondiendo al estímulo de forma monótona. En el contexto clínico se utilizan diferentes versiones del continuous performance test (test de ejecución continua), y el symbol digit modality tests (SDMT, o clave de números).
1.2.2.Red de orientación
Este es el componente más estudiado. Trata de determinar en qué se basa la selección de la información a la que se atiende y aquella que será ignorada o inhibida. En modelos como el de Posner y Petersen, la habilidad para seleccionar información específica entre multitud de estímulos o características de un estímulo sería una función de la red de orientación. Dentro de este concepto se incluiría la atención selectiva, que implica, además de la orientación a un estímulo o característica estimular, que esta se realice en detrimento de otra u otras.
Corbetta y Shulman, en su modelo de control atencional, hablan de mecanismos de atención endógena (goal directed), es decir, dirigida por representaciones mentales, conocimientos, expectativas u objetivos, lo que se conoce también como la activación de mecanismos top-down. Estos mecanismos se corresponden en gran medida con los hallazgos referentes a la red de orientación. Por otro lado, exponen cómo la atención puede orientarse además de forma exógena (stimulus driven o bottom-up), esto es, dirigida por la estimulación sensorial recibida desde el exterior, la que procede del estímulo y/o sus características, especialmente cuando este y/o estas son novedosos o relevantes. Los cambios exógenos (espaciales) en la orientación de atención, promoverían la activación de la red de orientación descrita por Posner y Petersen.
La atención a estímulos novedosos o inesperados refleja la interacción con la atención endógena en la medida en que la atención dirigida a un estímulo exógeno repentino está mediada por factores endógenos, como la experiencia previa, los conocimientos almacenados, o las instrucciones recibidas para la realización de una tarea.
La interacción entre estas dos formas de control atencional determinarán no solo a qué prestamos atención en un momento dado, sino también dónde y cómo lo hacemos, por lo que se trata de un modelo no solo de orientación sino también de control. Ambas formas pueden localizarse en redes neurales independientes pero en permanente interacción. Nobre demuestra la existencia de solapamiento en las áreas cerebrales asociadas a la atención endógena y exógena. Estas redes parecen poder disociarse a juzgar por datos procedentes de estudios lesionales y comportamentales, pero los estudios de neuroimagen parecerían indicar lo contrario. Además, el hecho de que las áreas se solapen no implica necesariamente que los mecanismos involucrados sean los mismos.
La atención endógena estaría localizada principalmente en una red frontoparietal dorsal, en áreas que se encargan de la selección de la información sensorial y las respuestas. En concreto, estudios con tomografía de emisiones de positrones (PET, siglas del inglés positron emission tomography) y resonancia magnética funcional (fMRI, siglas del inglés functional magnetic resonance imaging) muestran una activación inicial de regiones occipitales ante estímulos visuales y, posteriormente, a lo largo del surco intraparietal, lóbulo parietal superior y áreas frontales, como el córtex cingulado anterior, áreas motoras suplementarias y los campos oculares frontales.
Esta extensa red frontoparietal dorsal, y en particular estructuras como el surco intraparietal y los campos oculares frontales, tendrían la función de generar sets atencionales (1) y de aplicar dichos sets durante el procesamiento de los estímulos. Esto produce una facilitación a través del incremento de la actividad neural en la región en la que está representada la información relevante para la tarea. Estas señales top down hacen que ciertos objetos o características percibidas aumenten su contraste frente a las no relevantes, desde las primeras fases del procesamiento, permitiendo así una respuesta más rápida y una menor tasa de errores. Por tanto, el sistema frontoparietal dorsal sería además el responsable del establecimiento de conexiones entre la información sensorial relevante y las representaciones motoras adecuadas.
Desplazamiento del foco de atención
Como explican Fernández-Duque y Posner, el foco de atención puede desplazarse de un estímulo o característica estimular a otro de dos formas distintas:
  • Abierta: cuando se produce un movimiento visible de la cabeza y/o los ojos para dirigir la atención hacia un punto en concreto.

  • Encubierta: cuando el foco de atención se desplaza sin necesidad de un movimiento visible.

Tanto en la orientación abierta como en la encubierta se produce la activación de las mismas áreas: el giro precentral del lóbulo frontal y estructuras parietales. La investigación animal avala estos datos e indica, además, la activación de los campos oculares frontales, el córtex parietal lateral inferior, así como los colículos superiores y el tálamo.
D. Fernández-Duque y M. I. Posner (2001). Brain imaging of attentional networks in normal and pathological states. Journal of Clinical and Experimental Neuropsychology, 23 (1), 74-93.
La activación del córtex parietal y frontal se produce además de en el caso de la orientación espacial, en el de la orientación temporal o incluso en cambios del foco de atención no espaciales, como de unas características a otras; lo que sugiere que el sistema de orientación cuenta con algunas regiones supramodales, es decir, que no estarían sujetas a las características del estímulo. Sin embargo, Nobre advierte sobre cierta especificidad en función del foco de atención. En el caso de la atención motora (atención asociada, por ejemplo, a la respuesta concreta que debe emitirse) y la atención temporal (atención a un momento concreto en el que va a aparecer un estímulo, por ejemplo), parece producirse una mayor activación de áreas frontoparietales del hemisferio izquierdo, en concreto el lóbulo parietal inferior y regiones premotoras inferiores.
La atención exógena se halla lateralizada en el hemisferio derecho en áreas del córtex temporoparietal y del frontal ventral, encargadas de la percepción de estímulos relevantes y/o sorprendentes, especialmente cuando estos no están siendo atendidos (no se activaría, por ejemplo, ante la presentación de un estímulo poco frecuente pero irrelevante). La detección de este tipo de estímulos funcionaría como un mecanismo de alerta o como un mecanismo de cortocircuito del primer sistema, cuando dichos estímulos son detectados fuera del foco de procesamiento.
Se sabe, además, que la actividad de esta red puede verse interrumpida cuando se produce un cambio atencional provocado por la aparición de un estímulo novedoso, independientemente de su localización, de su modalidad sensorial o la respuesta requerida.
Áreas implicadas en la red de orientación de la atención exógena y endógena, y principales vías de conexión entre dichas áreas. Los números refieren las áreas de Brodmann.
Áreas implicadas en la red de orientación de la atención exógena y endógena, y principales vías de conexión entre dichas áreas. Los números refieren las áreas de Brodmann.
La lateralización de esta red tiene importantes implicaciones en el caso de lesiones del hemisferio derecho, provocando frecuentemente heminegligencia.
Las proyecciones noradrenérgicas del locus coeruleus implicadas en la alerta y vigilancia parecen tener también un papel relevante en la atención selectiva, interviniendo en el citado mecanismo de cortocircuito. A nivel de sustancia blanca cerebral, parece que la rama del fascículo longitudinal superior que conecta el lóbulo parietal inferior y regiones occipitoparietales (visuoespacial y ocular) con las áreas prefrontales dorsolaterales, es uno de los haces de fibra más importantes en la regulación de la atención espacial visual.
Tareas experimentales
Una tarea clásica para medir la atención selectiva es el paradigma oddball, que consiste en la presentación de una serie de estímulos en el centro de la pantalla, a los que se debe responder o ignorar en función de características perceptivas predeterminadas (como el color o la forma). Las variables más frecuentemente manipuladas en este paradigma son el tipo de estímulo y la frecuencia. Así, los estímulos objetivo, aquellos que requieren una respuesta (en inglés, target), son infrecuentes, y los estímulos estándar, aquellos que deben ser ignorados, son frecuentes. Además pueden incluirse otro tipo de estímulos infrecuentes, que actúan como distractores, que pueden ser similares a los target (deviants) o novedosos, ya que no se ha informado al participante de su aparición. Esto permite una gran variedad de manipulaciones experimentales. Se ha comprobado que el tiempo de reacción a los estímulos objetivo se ve incrementado si estos aparecen después de un estímulo infrecuente, novedoso o similar al target.
En las tareas típicas de orientación espacial el experimentador proporciona una clave al participante para dirigir la atención a una localización específica de la pantalla antes de que aparezca el estímulo. Esto puede hacerse mediante un punto de fijación, un flash periférico o incluso un estímulo auditivo en dicha localización (clave exógena), o bien mediante una flecha que señale hacia esa localización (clave endógena). En una condición válida, el estímulo aparece en el lugar previamente señalizado, lo que no ocurre en las condiciones inválidas. (La puntuación de eficacia se deriva de sustraer el tiempo de reacción en la condición válida del de la condición inválida) Los tiempos de reacción son menores en las condiciones válidas respecto a las no señalizadas (sin clave), las claves inválidas suponen un coste mayor respecto a la ausencia de clave en términos de tiempos de reacción.
Las tareas de búsqueda visual implican la exploración activa de una escena o representación visual de objetos en la que se debe encontrar alguno de ellos con determinadas características. En caso de que el estímulo objetivo venga definido por una sola característica distinta de las de los demás (por ejemplo, el color distinto del resto), puede ser fácilmente detectado sin tener que ir uno por uno explorando todos los estímulos, por lo que este mecanismo podría ponerse en marcha sin necesidad de un proceso atencional. De esta manera, un aumento en el número de estímulos distractores no repercutiría en un mayor tiempo de reacción. Sin embargo, cuando el estímulo objetivo viene definido por dos o más características (como el color y la orientación de las líneas), será más difícil de detectar, requiriendo una búsqueda serial; en estos casos sí que aumenta el TR a medida que lo hace el número de distractores. Esto sugiere que la integración de las características en los objetos es un proceso que depende de la atención.
1.2.3.Red ejecutiva
Esta red atencional está implicada en la regulación de funciones como la planificación, toma de decisiones, detección de errores, respuesta a tareas novedosas o que no están bien aprendidas, manejo de situaciones difíciles o peligrosas, regulación de pensamientos y sentimientos, distribución de los recursos atencionales y supervisión de conductas habituales.
La red ejecutiva se pone en marcha en situaciones que requieren un control activo del comportamiento o el procesamiento de la información.
Todas estas funciones se llevan a cabo mediante la puesta en marcha de una serie de mecanismos:
  • Proporcionar una fuente de actividad que pueda ser desviada y extendida a otras estructuras.

  • Acceder a un amplio rango de representaciones situadas en otras regiones, lo que permite ejercer una influencia sobre las mismas.

  • Mantener la información activa en la memoria operativa evitando las distracciones hasta que se ha completado el objetivo; pero además, tiene que ser lo suficientemente flexible para actualizar las representaciones que están siendo utilizadas cuando sea necesario.

  • Detectar los conflictos que se dan cuando se produce una activación simultánea de representaciones o vías de procesamiento que compiten.

Esta amplitud de funciones requiere la interacción de distintos subcomponentes del procesamiento, así como la intervención e interacción de distintas áreas cerebrales. Estas se encuentran en su mayoría en los lóbulos prefrontales, además de en estructuras subcorticales como los ganglios basales y el tálamo.
Principales áreas implicadas en la red ejecutiva y porciones de sustancia blanca implicadas en la intercomunicación ente dichas áreas. El número hace referencia a las áreas de Brodmann.
Principales áreas implicadas en la red ejecutiva y porciones de sustancia blanca implicadas en la intercomunicación ente dichas áreas. El número hace referencia a las áreas de Brodmann.
En concreto, distintas regiones del córtex cingulado anterior parecen tener especial relevancia en la detección de errores, atención dividida, manejo de conflictos, generación de palabras y ejecución durante los cambios de tarea. El córtex cingulado anterior interviene en la detección y manejo de conflictos entre distintas vías de procesamiento. Algunos autores defienden que el córtex cingulado anterior sería el encargado de la resolución del conflicto, mientras otros argumentan que las "señales de conflicto" proporcionadas por el córtex cingulado anterior permiten que se pongan en marcha otras regiones prefrontales para la resolución del conflicto.
Además del córtex cingulado anterior, el córtex prefrontal lateral se encargaría de la creación y mantenimiento de los sets atencionales. Esto concuerda con los hallazgos en memoria operativa, según los cuales esta región en su área dorsal se encarga de la manipulación y mantenimiento de la información que está siendo utilizada. Sin embargo, las áreas implicadas en memoria operativa parecen depender del tipo de información procesada. Dentro del córtex prefrontal lateral, el área 46 de Brodman parece estar directamente relacionada con la selección de la información en la memoria.
El córtex frontal inferior también ha sido relacionado con la red ejecutiva en virtud de sus conexiones con regiones temporoparietales. En los mecanismos de atención exógena, esta área del córtex prefrontal ventral parece activarse cuando estímulos de baja frecuencia inesperados o claves relevantes previamente aprendidas ejercen de cortocircuito en el procesamiento en curso. Entre las porciones de sustancia blanca relevantes para esta red, destacan el fascículo frontooccipital y el fascículo uncinado. Por un lado, las conexiones frontooccipitales ponen en relación las áreas occipitales visuales con las áreas 8 y 9/46 prefrontales, constituyendo una vía directa de entrada de información visual al córtex prefrontal (visión periférica). Por otro lado, el fascículo uncinado conecta las áreas anteriores del lóbulo temporal con las regiones prefrontales inferiores, proporcionando una entrada de información sobre la identificación de objetos (o vía del "qué") a las áreas 11 y 47/12 del córtex prefrontal inferior.
Tareas experimentales
La atención ejecutiva es medida habitualmente mediante tareas en las que existe una incompatibilidad entre las dimensiones del estímulo o la respuesta. Esto ocurre, por ejemplo, en la tarea clásica de Stroop, en la que se pone de manifiesto uno de los aspectos fundamentales del control cognitivo y del comportamiento dirigido a metas, esto es, la habilidad para seleccionar una respuesta débil pero relevante para la tarea, frente a otra que está más fuertemente condicionada, pero que debe ser inhibida. En concreto, los participantes tienen que nombrar el color de la tinta en que está escrita una palabra cuyo significado es incongruente con dicho color.
Al presentar la palabra rojo escrita en tinta verde, el participante tendrá que inhibir la respuesta automática, que sería leer la palabra rojo, en favor de verde, que es el color de la tinta; esta última respuesta no es automática, sino que requiere un procesamiento controlado.
De forma similar, en la tarea de flancos de Eriksen los participantes tienen que responder de forma tan rápida y precisa como les sea posible indicando la dirección de una flecha presentada brevemente en el centro de la pantalla. La flecha central está rodeada a derecha e izquierda por otras flechas que señalan en la misma dirección ('> > > > >' en la condición congruente) o en dirección opuesta ('< < > < <' en la condición incongruente). Las respuestas son más lentas en las condiciones con mayor incongruencia, en las que se actúa bajo condiciones conflictivas, que en aquellas con una incongruencia menor o sin ella, en las que no intervendrían mecanismos de atención ejecutiva.
Por otro lado, los experimentos de cambio de tarea permiten investigar la flexibilidad del sistema y cómo este es capaz de reconfigurarse en cada uno de estos cambios. En este tipo de paradigmas, los participantes tienen que cambiar de forma rápida y continuada entre dos o más tareas simples, como por ejemplo, cambiar entre los atributos del estímulo (clasificar tarjetas en función del color y después cambiar el criterio de clasificación a forma), categorías abstractas, objetivo de la tarea o ejecución de la misma. Esto genera un "coste de cambio de tarea", es decir, una ralentización de los TR y un aumento en el número de errores en la condición de cambio respecto a la de repetición. Esto reflejaría el tiempo empleado por los mecanismos de control para realizar el cambio/reconfiguración de set atencional antes de producir una nueva respuesta.
La tarea Go/No-go permite explorar la capacidad de inhibición ante respuestas competitivas. Consiste en responder presionando un botón a los estímulos considerados Go y no pulsarlo ante la aparición de un estímulo No-go, generalmente infrecuente. La capacidad inhibitoria se mide mediante el número de no respuestas, el de falsas alarmas y los TR.
La tarea novelty oddball se ha empleado en el estudio de las respuestas neurales y comportamentales ante situaciones novedosas. En este paradigma se presentan series improbables de estímulos únicos, novedosos e inesperados, además de estímulos objetivo y distractores estándar. Mediante los estímulos inesperados se simulan situaciones de la vida real que generan un cambio atencional. La aparición de estos estímulos incrementa los TR de las respuestas posteriores, así como el número de errores.

1.3.Modelos clínicos

Basándose en la observación de los síntomas de pacientes con lesión cerebral y las quejas subjetivas de estos, se han propuesto otros modelos y componentes de la atención más funcionales, que pretenden dar cuenta de los fenómenos observados en la clínica, así como servir de herramienta teórica para la evaluación y el diseño de programas de tratamiento en el contexto de la rehabilitación.
Dentro de este tipo de modelos queremos destacar el propuesto por Sohlberg y Mateer. Este modelo tiene su base en conceptos teóricos del modelo atencional de Posner y Petersen, y el de memoria operativa de Baddeley y Hitch, pero sobre todo, ha sido postulado basándose en la observación de los síntomas de pacientes con daño cerebral durante la realización de tareas. Por este motivo, más que de una explicación del funcionamiento real de los procesos atencionales, se trata de un modelo heurístico, que describe con claridad aspectos fenomenológicos de los procesos atencionales.
Según Sohlberg y Mateer, la atención estaría dividida en cinco componentes que pueden verse afectados de forma diferencial por una lesión cerebral:
  • Atención focalizada. Habilidad para responder de forma específica a un estímulo (táctil, visual, auditivo, etc.). Sería el nivel más básico de atención y podría verse alterado en los primeros momentos tras la salida del coma.

  • Atención sostenida. Se corresponde con la red de alerta, ya que se refiere a la habilidad para mantener una respuesta constante durante la realización de una actividad continua y repetitiva. Las autoras incluyen una división en dos subcomponentes:

    • La vigilancia, que es la capacidad para realizar una tarea durante un periodo prolongado de tiempo.

    • El control mental o memoria operativa, que permite mantener y manipular mentalmente la información necesaria para la realización de la tarea.

  • Atención selectiva. Se refiere a la capacidad de mantener una actividad (set) cognitiva o comportamental frente a la presencia de estímulos competitivos o distractores tanto externos (sonidos, imágenes) como internos (preocupaciones, pensamientos rumiativos). Como se ha mencionado antes, este tipo de atención se relaciona con la red dorsal del modelo de Corbetta.

  • Atención alternante. Se refiere a la flexibilidad mental que permite cambiar el foco de atención y moverlo entre tareas con demandas cognitivas distintas, controlando, por tanto, qué información será procesada en cada momento. Es una de las funciones de la red de atención ejecutiva e implicaría procesos de memoria operativa. Este tipo de atención está presente en muchas de las actividades de la vida diaria, como tomar apuntes, en la que la atención debe alternar entre escuchar al profesor y anotar las ideas más importantes. También es necesaria cuando se está realizando una actividad (como leer) que se ve interrumpida de forma inesperada (por una llamada telefónica, por ejemplo) y tiene que volver a reanudarse después.

  • Atención dividida. Implica responder simultáneamente a múltiples tareas o múltiples demandas cognitivas. La realización de este tipo de tareas puede concebirse como una forma rápida y continua de atención alternante o como la realización de dos tareas, requiriendo al menos una de ellas un procesamiento más automático e inconsciente. El hecho de tratar este tipo de atención como un componente separado del modelo refleja su importancia en el contexto de la rehabilitación.

En versiones anteriores del modelo de estas mismas autoras se incluía además el componente de arousal, que haría referencia al estado general de activación del organismo, a la capacidad de alerta y al seguimiento de estímulos y órdenes. Este sería el nivel más básico de atención, podría tomarse como un nivel atencional imprescindible para que se pueda trabajar a nivel terapéutico sobre los demás.
Como ya se ha mencionado, este modelo está orientado al desarrollo de programas de tratamiento, de manera que las actividades programadas en la terapia deberían estar jerárquicamente organizadas. Para empezar, deberían utilizarse tareas sencillas, en las que están más implicados los primeros componentes atencionales descritos y, de forma progresiva, se irían implementando tareas más complejas con una mayor implicación de los componentes descritos después.
La atención es un proceso cognitivo difícil de definir y delimitar debido a su implicación en la mayoría de funciones cognitivas, desde las fases iniciales del procesamiento hasta los niveles superiores. Participa en la selección de estímulos relevantes en el contexto, en la capacidad para ejecutar de forma continua una tarea así como la de interrumpirla y reanudarla más tarde, en la selección de las respuestas adecuadas, en la resolución de conflictos, en la distribución de recursos de procesamiento, etc. Esto ha provocado la falta de un modelo consolidado que permita explicar tanto su funcionamiento de forma global como sus bases neuroanatómicas. Sin embargo, sí que existe acuerdo en considerar que la atención se encuentra distribuida en tres redes principales:
  • La red de alerta, localizada en regiones posteriores y subcorticales.

  • La red de orientación, localizada en regiones frontoparietales.

  • La red ejecutiva, localizada en áreas prefrontales.

Estas tres redes son funcional y anatómicamente independientes pero están en permanente interacción.
Además de los modelos neuroanatómicos, existen modelos clínicos orientados a explicar de forma fenomenológica la conducta de los pacientes con lesión cerebral que presentan alteraciones atencionales. Estos modelos son útiles en la evaluación y diseño de programas de tratamiento.
A pesar de la falta de acuerdo en los límites de la atención, la investigación tanto en animales como en humanos, así como los estudios lesionales y la neuroimagen, han permitido establecer las bases neuroanatómicas de la atención en forma de redes distribuidas. Futuras investigaciones permitirán establecer con mayor precisión las áreas implicadas en los distintos procesos atencionales.

1.4.Alteraciones de los diferentes componentes de la atención

A la hora de describir de forma sistemática algunas de las principales alteraciones de la atención, resulta de especial utilidad hacer referencia a los modelos teóricos derivados de la investigación clínica. En este sentido, el modelo de Sohlberg y Mateer (1987 y 1989) ofrece una visón funcional de la atención inspirado, en buena medida, por la observación directa de los déficits de los pacientes y de sus quejas subjetivas.
Estas autoras señalan que, desde el punto de vista rehabilitador, el modelo más adecuado es aquel que mejor puede caracterizar la naturaleza de las alteraciones, los componentes conservados de la atención y su impacto en la vida cotidiana, puesto que permitirá la organización de una intervención efectiva. Este modelo se ha aplicado a la evaluación y tratamiento de las alteraciones producidas por el daño cerebral y sirve como marco teórico para el desarrollo de distintos materiales y programas diseñados para la rehabilitación de estos pacientes. Más que una explicación del funcionamiento real de los procesos atencionales, este modelo ha mostrado una utilidad heurística y describe con claridad aspectos fenomenológicos de los procesos atencionales. El modelo es jerárquico y asume que cada nivel atencional requiere el funcionamiento correcto del nivel anterior. A su vez, la noción de jerarquía implica la asunción de que cada componente es más complejo que el que le precede. El modelo propone seis componentes, que se describen en la tabla siguiente.

Arousal

Capacidad de estar despierto y de mantener la alerta. Implica la capacidad de seguir estímulos u órdenes. Es la activación general del organismo.

Atención focal

Habilidad para enfocar la atención a un estímulo visual, auditivo o táctil. No se valora el tiempo de fijación al estímulo. Se suele recuperar en las fases iniciales tras un traumatismo craneoencefálico. Al principio puede responderse exclusivamente a estímulos internos (como el dolor o la temperatura).

Atención sostenida

Capacidad de mantener una respuesta de forma consistente durante un periodo de tiempo prolongado. Se divide en dos subcomponentes:
1) Se habla de vigilancia cuando la tarea es de detección y de concentración, cuando se refiere a otras tareas cognitivas.
2) La noción de control mental o memoria operativa se aplica en tareas que implican el mantenimiento y la manipulación de información de forma activa en la mente.

Atención selectiva

Capacidad para seleccionar, de entre varias posibilidades, la información relevante que se debe procesar o el esquema de acción apropiado con la inhibición de la atención a unos estímulos mientras se atiende a otros. Los pacientes con alteraciones en este nivel sufren numerosas distracciones, ya sea por estímulos externos o internos.

Atención alternante

Capacidad que permite cambiar el foco de atención entre tareas que implican requerimientos cognitivos diferentes y que controla qué información es procesada en cada momento. Las alteraciones de este nivel impiden al paciente cambiar rápidamente y de forma fluida entre tareas.

Atención dividida

Capacidad para atender a dos cosas al mismo tiempo. Es la capacidad de realizar la selección de más de una información a la vez o de más de un proceso o esquema de acción simultáneamente. Es el proceso que permite distribuir los recursos atencionales en diferentes tareas o requisitos de una misma tarea. Puede requerir el cambio rápido entre tareas o la ejecución de forma automática de alguna de ellas.

A continuación describiremos algunos de los déficits neuropsicológicos asociados a la alteración de cada uno de estos componentes. Así mismo, mencionaremos las dificultades en la velocidad de procesamiento, por su relación directa con el correcto funcionamiento de la atención, así como la heminegligencia, por ser uno de los síndromes cuya nuclearidad se centra de forma más clara sobre la alteración de determinados mecanismos atencionales.
1.4.1.Alteraciones de la alerta y de la atención focalizada
Como hemos venido mencionando, la alerta hace referencia a una función basal. Puede venir desencadenada por un estímulo interno o externo y se acompaña de respuestas fisiológicas, tales como cambios en la tasa cardíaca, en la conductancia de la piel, en el tamaño de la pupila y, por supuesto, en la actividad cerebral. Las alteraciones de este sistema de alerta varían desde el coma hasta el estado de respuesta normal en la vigilia, pasando por la desorientación, la baja respuesta a la estimulación, la ausencia de reflejos de orientación o la somnolencia.
1.4.2.Alteraciones de la vigilancia y de la atención sostenida
En general, las personas sin lesión cerebral no muestran dificultades de atención sostenida en tareas interesantes y con dificultad moderada, mientras que se puede observar una cierta fatiga en tareas monótonas y muy exigentes (en cuanto a la dificultad y a la alta tasa de estimulación). Por el contrario, los pacientes con alteraciones cerebrales pueden mostrar una dificultad marcada en mantener la atención a una tarea durante periodos de tiempo prolongados. Se cansan con facilidad y requieren periodos de descanso. Sin embargo, conviene distinguir entre los términos vigilancia y atención sostenida.
Por un lado, la vigilancia hace referencia al proceso que se pone en marcha para detectar estímulos de escasa aparición, difíciles de discriminar y en tareas monótonas y de muy larga duración. La mayoría de pacientes con lesión cerebral no muestra importantes dificultades en la realización de este tipo de tareas. Además, en la vida cotidiana, el impacto de esta dificultad no es muy marcado, ya que el tipo de tareas que ponen en marcha estos mecanismos no es frecuente en la vida diaria.
Estas situaciones de vigilancia difieren claramente de aquellas que se caracterizan por una alta tasa de estimulación, que requieren una mayor demanda de recuerdos para el paciente y que podemos encuadrar dentro de la denominada atención sostenida. Éstas sí tienen un impacto en la vida diaria de los pacientes, ya que la alta tasa de estimulación es la norma en el entorno en el que vivimos. Incluso en tareas de corta duración (pocos minutos), pero con una alta tasa de presentación de estímulos, la disminución del rendimiento es muy marcada.
1.4.3.Alteraciones de la atención selectiva
Clínicamente, estas alteraciones pueden manifestarse de dos formas diferentes:
  • Por un lado, una atención guiada en exceso por la estimulación externa lleva a un aumento de la distractibilidad, típica en pacientes con lesión frontal. Podría decirse que estos pacientes viven guiados por la estimulación externa, sin capacidad para seleccionar adecuadamente qué estímulos o metas son los apropiados en cada situación: allí donde haya un estímulo con capacidad para atraer su atención, irá su conducta. El caso extremo de alteración son las llamadas conductas de utilización, consistentes en usar repetidamente, de manera impulsiva y sin ninguna finalidad, los objetos que tiene delante aunque sea inapropiada o innecesaria dicha utilización en ese momento.

Un ejemplo de estas conductas de utilización sería el de un paciente que comienza a peinarse en presencia de un cepillo de pelo sin que tal acción haya sido decidida de forma intencional por el sujeto o indicada por el evaluador.
  • Por otra parte, las dificultades de atención selectiva pueden manifestarse mediante una conducta rígida, inflexible o perseverativa. Tanto las alteraciones del componente ejecutivo de la atención como las del componente de orientación pueden estar en la base de las manifestaciones clínicas de la atención selectiva descritas.

1.4.4.Alteraciones de la atención alternante
Las alteraciones de la atención alternante consisten en la incapacidad para cambiar el foco de atención ente atributos de la estimulación atendidos, tareas o metas de acción y es una de las alteraciones neuropsicológicas más frecuentes. Muchos pacientes tienen dificultades para abandonar momentáneamente una tarea, realizar otra acción y volver a la tarea que habían abandonado justo donde la dejaron. Se manifiesta en aquellos pacientes con dificultades para adaptar la conducta a las necesidades cambiantes del entorno, en aquellas situaciones en las que hay que reorientar las metas y los patrones de acción cuando el modo activo de actuación no lleva a la consecución del objetivo. Muriel Lezak señaló que los problemas en este componente implican un rastreo defectuoso del entorno y dificultades para cambiar la atención de un lugar a otro (Lezak, 1983).
Por otro lado, la rigidez conceptual derivada de las alteraciones de atención alternante conlleva abordajes rígidos en la comprensión y solución de problemas. Dicho de otro modo, aparece una dificultad para situar la atención fuera de los propios pensamientos, donde queda fijada, por lo que los pacientes muestran una conducta estereotipada, perseverativa y poco adaptativa. Por lo tanto, parece que también es necesaria la participación de múltiples procesos cognitivos (como la memoria operativa) para el correcto funcionamiento de esta capacidad.
1.4.5.Alteraciones de la atención dividida
Las situaciones cotidianas que requieren dividir la atención son la norma, no la excepción. Las dificultades para realizar simultáneamente varias tareas constituyen uno de los principales problemas en pacientes con lesión cerebral y condicionan, en gran medida, la readaptación laboral y la reincorporación a la vida cotidiana. Tareas que antes eran automáticas para el paciente deben ser realizadas de manera controlada, lo cual limita considerablemente la velocidad y la eficacia de la ejecución. Algunos autores dudan de la existencia de una habilidad específica para dividir la atención. Por el contrario, postulan que se trata de una capacidad de atención alternante muy rápida entre varias tareas. Más recientemente algunos modelos teóricos sobre el control cognitivo han señalado que las situaciones multitarea podrían requerir de un nivel de control atencional incluso superior al control necesario para el cambio de tarea. Este nivel se ha denominado control de binding e implicaría la capacidad de retomar, en el punto adecuado, una actividad dada cuando ha sido interrumpida por una segunda tarea. A este respecto resultará relevante de cara a la labor clínica discriminar en cada paciente si las dificultades observadas se deben a una limitación en la capacidad de procesamiento o si se pueden explicar por una reducción de la flexibilidad cognitiva.
1.4.6.Alteraciones de la velocidad de procesamiento de información
En este apartado conviene recordar que, tal y como ha sido demostrado por diversos autores, la lentitud en el procesamiento de la información subyace a la explicación de muchas de las dificultades atencionales que muestran los pacientes en los tests de evaluación neuropsicológica que tienen en cuenta el tiempo de ejecución (por ejemplo Stroop, TMT; Ríos, Periáñez y Muñoz-Céspedes, 2004). El neuropsicólogo tiene como labor separar qué parte de las alteraciones del paciente se debe a la lentitud y qué parte es consecuencia de la alteración específica de un componente atencional. Sólo si se realiza esta disociación se podrán seleccionar adecuadamente los objetivos del tratamiento. Si un paciente presenta dificultades en la velocidad de procesamiento exclusivamente, no será necesario focalizar los objetivos del tratamiento al entrenar un componente atencional (ya que puede funcionar correctamente). Por el contrario, habrá que llevar a cabo, por ejemplo, un programa de manejo de la presión del tiempo o valorar la capacidad de recuperación de la velocidad perdida. Por último, la lentitud puede ser una expresión de una reducción en la alerta tónica, pero también puede deberse a una alteración más específica para un proceso cognitivo y estar vinculada sólo con él.
Así, por ejemplo, muchos pacientes con traumatismo craneoencefálico pueden mostrar tiempos de reacción muy rápidos en tareas de detección de estímulos, pero estos tiempos aumentan considerablemente cuando es necesaria la toma de decisiones (y la participación, por ejemplo, de los lóbulos frontales).

1.5.Trastornos de la atención

1.5.1.El síndrome confusional agudo
El síndrome confusional agudo (SCA), también denominado delirio, puede definirse como un cambio abrupto del estado mental de la persona en el que se produce una alteración en el nivel de conciencia y un déficit grave en la atención, la memoria y las funciones cognitivas en general.
Es un síndrome que puede manifestar diversos signos y síntomas, y más que una enfermedad en sí mismo, representa una manifestación de otra enfermedad o alteración subyacente que está afectando al sistema nervioso central. El SCA, por tanto, siempre indica gravedad, puesto que su aparición alerta al clínico de la presencia de disfunción cerebral. Se trata de una urgencia médica en la que resulta fundamental la realización de un diagnóstico lo más rápido posible para poder encontrar su causa y comenzar el tratamiento médico al paciente.
Aunque se trata de un síndrome cuyo abordaje y manejo es estrictamente médico, resulta imprescindible que el neuropsicólogo se familiarice y sea capaz de diferenciar y de detectar este síndrome dada su frecuencia entre los pacientes neurológicos, con el fin de orientar y redirigir a estos pacientes a una consulta médica urgente. La exploración neuropsicológica no puede realizarse cuando alguien padece un síndrome confusional, y este es un argumento contundente para saber detectarlo y no cometer errores graves de interpretación del déficit cognitivo.
Características clínicas
El paciente con un síndrome confusional agudo es un paciente que inicia de forma abrupta o subaguda un cuadro en el que rápidamente va mostrando una alteración en el contenido de su discurso acompañado de desorientación en tiempo, espacio y persona, una incapacidad para retener información y, a veces, un estado de agitación. Las alucinaciones pueden acompañar al cuadro, y cuando están presentes, suelen ser normalmente de tipo visual o somatosensorial. El cuadro instaurado no es estable, sino que fluctúa a lo largo del día, mostrando cambios que van desde los cuadros de agitación e hipercinesia, hasta estados de somnolencia y baja actividad motora. Incluso durante la exploración del estado mental del paciente, se puede observar cómo su alerta es cambiante y cómo fluctúa su capacidad de interacción y de respuesta a las preguntas del examinador. Si el clínico se entretiene con el paciente, observará cómo a veces es capaz de responder correctamente lo que hace un momento no sabía contestar.
Es posible que un compañero visite al paciente de la habitación 8 aproximadamente a las 15 h y al volver nos explique que es un paciente imposible de explorar porque se muestra agresivo, agitado, grita y no hay forma de que pueda ser explorado. Tres horas después, cuando subimos nosotros para visitar al mismo paciente, creemos que nuestro compañero se refiere a otro enfermo distinto, porque la persona que ocupa la habitación 8 es alguien silencioso, ausente, que lentamente y con dificultades va contestando a nuestras preguntas. Aunque no ha dejado de ser incoherente en el contenido de sus respuestas, mantiene la alteración del nivel de conciencia y los déficits cognitivos son los mismos, parece alguien muy diferente al que nos contó el compañero que lo visitó antes que nosotros.
Las principales características del síndrome confusional agudo pueden resumirse en las siguientes:
  • Alteración del nivel de conciencia.

  • Trastorno atencional grave que impide al paciente centrar y dirigir su atención para la realización de cualquier tarea.

  • Desorientación en tiempo, espacio y persona.

  • Alteración grave de la memoria inmediata, de la memoria reciente y de la memoria remota. Normalmente el paciente tiende a la fabulación, aunque se trata de una fabulación poco creíble, variable y sin estructuración alguna.

  • Déficit global en el funcionamiento cognitivo.

  • Alteraciones perceptivas que son más frecuentes por la tarde. Habitualmente se presentan en forma de alucinaciones visuales o somatosensoriales.

  • Alteración del ritmo sueño-vigilia, con oscilaciones en las que el paciente presenta somnolencia e hipocinesia o bien hipercinesia y agitación.

Criterios diagnósticos DSM-IV para el síndrome confusional agudo
  • Dificultad para mantener la atención ante estímulos externos y para dirigir la atención de forma apropiada a estímulos nuevos.

  • Pensamiento desorganizado que se manifiesta a través de un lenguaje vago, irrelevante e incoherente.

  • Al menos dos de los siguientes síntomas:

    • Alteraciones del ciclo sueño-vigilia, con insomnio o somnolencia durante el día.

    • Desorientación en tiempo, espacio y persona.

    • Aumento o disminución de la actividad motora.

  • Síntomas clínicos que se desarrollan en un corto periodo de tiempo (habitualmente horas o días) y que tienden a fluctuar en el curso del día.

  • Cualquiera de los siguientes:

    • Demostración a través de la historia, del examen físico y de las pruebas de laboratorio de una causa orgánica específica que se estima etiológicamente relacionada con la alteración.

    • En ausencia de tal evidencia, puede presuponerse un factor etiológico orgánico si la alteración no puede atribuirse a ningún tipo de trastorno mental no orgánico.

Fisiopatología
Todavía se desconocen los mecanismos fisiopatológicos que producen un síndrome confusional, aunque es evidente que el sistema reticular ascendente es el responsable de la alteración y de las fluctuaciones en el nivel de alerta. En el SCA se producen cambios en diferentes sistemas de neurotransmisores, que son responsables de una parte de la clínica del mismo; entre estos cambios destacan:
  • El déficit colinérgico central.

  • Un aumento de la función dopaminérgica.

  • Una reducción de la serotonina y del GABA.

  • Un aumento de los niveles de glutamato.

Algunos estudios han sugerido que la disfunción glutamatérgica puede ser, incluso, la responsable de la presencia de déficits a largo plazo en los pacientes que padecen un síndrome confusional. Las endorfinas pueden estar aumentadas en estos pacientes, lo que justificaría un elevado grado de anestesia durante el cuadro y podría ser una explicación para el elevado número de autolesiones que suelen observarse en estos pacientes.
Se han propuesto modelos explicativos como la hipótesis de la inflamación asociada a sepsis, la baja perfusión sanguínea cerebral o la presencia de un patrón de ondas lentas en el electroencefalograma (EEG), aunque probablemente necesitemos de un modelo multifactorial para explicar todo el cuadro. Algunos estudios realizados con técnicas de neuroimagen funcional han demostrado que durante el SCA se observa una hipoperfusión significativa en regiones de los lóbulos frontal, temporal y en los ganglios basales.
Recientemente se han descrito algunos posibles biomarcadores del SCA, entre los que destacan un aumento de melatonina en suero, la presencia de altos niveles de actividad anticolinérgica y la presencia de una proteína denominada S100B. Se trata de biomarcadores en estudio que todavía no se utilizan en la práctica clínica habitual con estos pacientes.
Factores predisponentes y causas
Algunos factores actúan de predisponentes para padecer un síndrome confusional, entre los que destacan tener una edad avanzada, haber tenido una lesión o enfermedad cerebral previa, o antecedentes de abuso crónico de alcohol u otras drogas. Algunos autores añaden que otros factores psicosociales como la depresión, el estrés o incluso la falta de apoyo familiar, pueden actuar como predisponentes. También son factores que pueden predisponer al cuadro todos aquellos que están relacionados con la propia hospitalización: desde la inmovilización, la deprivación de sueño, hasta la sobreestimulación (ruidos, personal, conversaciones, sonidos de otros pacientes, etc.).
Las causas que pueden generar un SCA son diversas. Prácticamente cualquier enfermedad moderadamente grave puede ser responsable de su aparición, bien se trate de una infección, una alteración iónica, patología neurológica, pulmonar, cardiaca, o bien una toma inapropiada o una retirada abrupta de determinados fármacos o sustancias tóxicas. A continuación aparecen algunas de las causas más frecuentes que provocan un síndrome confusional:
  • Patologías neurológicas:

    • Ictus.

    • Encefalopatía hipertensiva.

    • Hematoma subdural.

    • Hemorragia subaracnoidea.

    • Hidrocefalia normotensiva.

    • Meningoencefalitis y encefalitis.

    • Enfermedad degenerativa.

    • Lesión ocupante de espacio: hemorragias, tumores, abscesos.

  • Alteraciones metabólicas:

    • Disfunción renal.

    • Disfunción hepática.

    • Anemia.

    • Hipoxia.

    • Hipoglucemia.

    • Déficit de tiamina, ácido fólico y vitamina B12.

  • Cambios hidroelectrolíticos:

    • Deshidratación.

  • Enfermedades cardiopulmonares:

    • Infarto agudo de miocardio (IAM).

    • Arritmias.

    • Insuficiencia respiratoria.

  • Enfermedades sistémicas:

    • Infecciones: sepsis, neumonía, VIH, encefalitis...

    • Neoplasias.

    • Fiebre o hipotermia.

  • Post operatorios.

  • Consumo prolongado o abstinencia de:

    • Alcohol.

    • Anfetaminas.

    • Cannabis.

    • Cocaína.

    • Alucinógenos.

    • Opiáceos.

    • Fenciclidina.

    • Sedantes.

    • Hipnóticos.

  • Intoxicación por tóxicos:

    • Metales pesados.

    • Anticolinesterásicos.

    • Insecticidas órgano fosforados.

    • CO y CO2.

    • Fuel o solventes orgánicos.

  • Intoxicación por fármacos o retirada abrupta de fármacos:

    • Antidepresivos tricíclicos.

    • IMAOS.

    • Corticoides.

    • Anticolinérgicos.

    • Neurolépticos.

    • Betabloqueantes.

    • Etc.

Diagnóstico
Es importante el diagnóstico temprano del síndrome confusional, puesto que se trata de un síndrome que, aunque indica gravedad, es reversible si se trata la causa. Para realizar un diagnóstico son imprescindibles:
  • Una anamnesis completa en la que los familiares informen acerca del estado basal del enfermo, de su capacidad cognitiva previa y de su independencia en el funcionamiento cotidiano. Debe recogerse información acerca de la forma en que se inicia el cuadro (aguda, progresiva, etc.), y también de todos los antecedentes médicos y farmacológicos del paciente. Una buena cronología del proceso es fundamental para establecer un diagnóstico y poder diferenciarlo de otras patologías con las que comparte el deterioro cognitivo, como es el caso de las demencias.

  • Una exploración física, en la que se valora el estado de las constantes vitales y se descarta la presencia de patología neurológica focal. Se incluye la realización de pruebas de laboratorio o de neuroimagen como el TAC o la RM, necesarias para descartar alteraciones estructurales.

  • Una exploración del estado mental del enfermo, en el que será imprescindible valorar la capacidad atencional, la orientación temporoespacial y en persona, la memoria tanto a corto como a largo plazo, la coherencia del contenido del pensamiento, que se altera como consecuencia de la incapacidad de mantener la atención, y la percepción, sobre todo, la presencia de alucinaciones somatosensoriales y/o visuales. Es de especial interés valorar la presencia de fluctuaciones que se produzcan a lo largo del día o incluso durante la propia exploración, se trate de fluctuaciones en el rendimiento cognitivo o conductual (agitación-somnolencia).

El síndrome confusional agudo podría llegar a confundirse con algún tipo de demencia y también con alguna patología psiquiátrica como una depresión grave, un trastorno disociativo o la esquizofrenia. Además de las diferencias clínicas entre ellas, la anamnesis y los antecedentes previos de patología psiquiátrica resultan fundamentales en el diagnóstico diferencial. En la tabla siguiente se puede observar cuáles son las principales diferencias entre un SCA y la demencia tipo Alzheimer, que es la causa más frecuente de demencia.

S. confusional

Alzheimer

Inicio

Agudo

Insidioso

Nivel de conciencia

Alterado

Normal

Orientación

Alterada

Alterada

Atención

Gravemente alterada

Normal o alteración leve

Memoria

Alteradas todas las memorias

Al principio, solo alterada la memoria reciente

Lenguaje

Incoherente

Afasia

Alucinaciones

Frecuentes visuales o somatosensoriales

Poco frecuentes

Fluctuación

Presente

Ausente

Evolución

Reversible

Irreversible

Tratamiento
El abordaje del síndrome confusional es estrictamente médico. El paciente recibirá tratamiento para paliar los síntomas (agitación o alucinaciones, por ejemplo), y también un tratamiento orientado a eliminar la etiología del cuadro.
Como medidas de tratamiento deben contemplarse también aquellas intervenciones ambientales que pueden contribuir a la orientación del paciente. Entre ellas, podemos destacar la presencia de objetos familiares al paciente, la presencia de una persona familiar que se mantenga cerca del enfermo en sus despertares, la presencia de luz, la limitación del número de visitas, etc. Diversos estudios han relacionado la presencia de síndrome confusional durante la estancia en los centros hospitalarios y la presencia posterior de déficit cognitivo, sobre todo de trastorno atencional y déficit de memoria. Las intervenciones tempranas orientadas a reducir la presencia y duración del SCA sobre estos pacientes podrían paliar los efectos a largo plazo sobre las funciones cognitivas.
En la actualidad, muchas unidades de cuidados intensivos tienen en cuenta el posible efecto de las variables ambientales sobre la duración del síndrome confusional y llevan a cabo pequeños protocolos de actuaciones dirigidas a orientar al paciente, tales como apagar la luz durante la noche, mantener a un familiar cercano al lado del enfermo y propiciar un ambiente agradable sin exceso de ruidos.
Secuelas cognitivas
En principio, el síndrome confusional es un trastorno reversible en el que los pacientes afectados vuelven a recuperar su estado cognitivo normal. No obstante, algunos pacientes pueden presentar secuelas a medio y largo plazo. Es el caso de los pacientes de edad avanzada o de los pacientes que han estado ingresados en la UCI y que se han mantenido en estados prolongados de síndrome confusional. En estos pacientes es muy frecuente observar la presencia de quejas subjetivas y de déficits de memoria a medio y a largo plazo. Aunque esta relación está todavía poco estudiada, sabemos que en estos pacientes se producen cambios estructurales, como una reducción del tamaño ventricular, un aumento de la atrofia cortical o lesiones en la sustancia blanca cerebral. De todas las variables que pueden influir en la aparición de déficit cognitivo en los pacientes post-UCI, la duración del síndrome confusional es la que más se ha relacionado con la presencia de alteraciones neuropsicológicas en estos pacientes.
Algunas personas, sobre todo pacientes vulnerables de edad avanzada, pueden no volver a recuperar su estado mental previo y quedar permanentemente en un estado confusional. Cuando un paciente mantiene este síndrome durante un periodo que sobrepasa los 6 meses, se entiende que el SCA ya no va a ser reversible y se presentará de forma crónica. En estos casos, la secuela cognitiva del paciente es equivalente a la de un estado de demencia avanzado, en el que la persona es completamente dependiente de los demás para sus autocuidados y para realizar las tareas de la vida diaria.
1.5.2.Síndrome de heminegligencia unilateral
El síndrome de heminegligencia unilateral consiste en una alteración de la capacidad de atender a la información ubicada en el hemiespacio o hemicuerpo contralateral del hemisferio cerebral en el que se produce la lesión que la provoca. Habitualmente, las lesiones que producen este trastorno se localizan en el hemisferio derecho, por lo que la heminegligencia se produce generalmente con relación a la información del lado izquierdo de la persona. En general, la heminegligencia que se produce por una lesión en el hemisferio izquierdo es más leve que cuando la lesión se localiza en el lado derecho, y este es uno de los hallazgos que llevó a M. Mesulam a hipotetizar que el hemisferio derecho es dominante para el control atencional visual.
Los pacientes con este trastorno actúan como si su lado izquierdo no existiera, ignorando la presencia de objetos, personas, e incluso de su propia mano izquierda. La heminegligencia se manifiesta de formas diversas y puede observarse desde un déficit leve, hasta un trastorno verdaderamente incapacitante. En casos graves, estos pacientes llegan a comer solamente la mitad derecha del plato, o pueden peinarse o pintarse solamente la mitad de su rostro. Aunque la heminegligencia visual es la más estudiada, también es posible observar una heminegligencia de tipo somatosensorial o auditiva, en la que el paciente no responde a estímulos táctiles y auditivos cuando estos se presentan en el lado izquierdo del cuerpo.
Dibujos realizados por pacientes afectados de heminegligencia, en los que se observa que ha omitido la parte izquierda de la copia de una casa y donde ha distorsionado la distribución de las horas en el reloj tendiendo a colocarlas en el hemiespacio derecho.
Dibujos realizados por pacientes afectados de heminegligencia, en los que se observa que ha omitido la parte izquierda de la copia de una casa y donde ha distorsionado la distribución de las horas en el reloj tendiendo a colocarlas en el hemiespacio derecho.
Clínicamente podemos observar las siguientes manifestaciones:
  • Hemi-inatención: el paciente no responde a estímulos que son presentados en el lado contralateral a la lesión, o bien no dirige la atención hacia el hemiespacio de ese lado.

  • Extinción: el paciente no responde a estímulos presentados en el hemiespacio contralateral a la lesión, pero solamente cuando se presentan dos estímulos simultáneos, uno en cada hemiespacio visual. Ante la presentación bilateral simultánea, el paciente extingue la presencia del estímulo presentado contralateralmente a la lesión.

  • Hemiasomatognosia: negligencia relacionada con el propio cuerpo en la que el paciente actúa como si solamente tuviera la mitad de sus extremidades. No utiliza su mano izquierda porque el paciente no parece tener una representación sensorial de su extremidad como tal. A veces, puede mostrar indiferencia hacia su mitad del cuerpo, pero en algunos casos puede observarse incluso negación de que esa extremidad le pertenezca.

  • Hemiacinesia: el paciente no utiliza la mano contralateral a la lesión, o reduce su movilidad. En casos más leves, puede observarse solamente lo que denominamos impersistencia motora, es decir, una pérdida del movimiento de la mano contralateral a la lesión cuando se pide al paciente que mantenga ambas manos en un movimiento persistente.

  • Heminegligencia representacional: se refiere a la capacidad de imaginar el espacio ubicado en el lado contralateral a la lesión. Bisiach y Luzzati describieron, en 1978, una forma de heminegligencia en la cual los pacientes no solo presentaban un trastorno consistente en dirigir la atención hacia su hemiespacio izquierdo, sino que tampoco eran capaces de imaginar mentalmente su lado izquierdo. En la actualidad, nadie discute este aspecto representacional de la heminegligencia.

Sacks y la hemiasomatognosia
El neurólogo y escritor O. Sacks describe en uno de sus libros el caso de un paciente que ingresa en el hospital para que los médicos puedan estudiar su pierna izquierda que desde hacía unos días se mostraba torpe. Durante su estancia en el hospital, el paciente se despertó a media noche y encontró una pierna en su cama. Al principio creía que le habían gastado una broma desagradable, pero poco a poco se fue asustando tanto que con su pierna y mano derechas, la lanzó al suelo, con la consiguiente caída inexplicable del resto del cuerpo. Una vez en el suelo, todavía se horrorizó más, pues esa pierna que estaba en su cama se había pegado a su cuerpo. El paciente no reconocía como propia su pierna izquierda y no podía entender qué hacía en su propia cama una pierna ajena. Presentaba un cuadro de hemiasomatognosia.
O. Sacks (2004). El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Barcelona: Anagrama.
Fisiopatología
La heminegligencia se observa tras lesiones en el lóbulo parietal, en el tálamo o en el lóbulo frontal del hemisferio derecho, aunque también es posible observar este trastorno con lesiones en la sustancia blanca, en el caudado, en el putamen y en la formación reticular, siendo estos últimos menos frecuentes.
Según Mesulam, en el fenómeno de la heminegligencia se ponen de manifiesto distintos componentes que determinan directamente la clínica del trastorno y que, en definitiva, implican distintos circuitos pertenecientes a una misma red neuronal que se activan para la organización de la atención selectiva y del control del espacio extrapersonal:
  • Un componente sensorioperceptivo y representacional en el que intervienen el córtex parietal y el tálamo (n. pulvinar).

  • Un componente motor, que permite la exploración y búsqueda visual, en el que estarían implicados el córtex frontal, el estriado y el colículo superior.

  • Un componente límbico, en el que juega un papel fundamental el córtex cingular.

  • Un componente de activación o arousal, en el que participan la formación reticular en el mesencéfalo y el núcleo intralaminar del tálamo.

Según donde se localice la lesión, la clínica que se observará afectará a uno o varios de estos componentes y los trastornos variarán de un paciente a otro. Este es el motivo por el que podemos diferenciar un tipo de heminegligencia sensorial, motora o representacional y por el que se explica el hecho de que la clínica sea variada en los pacientes, pudiendo encontrar un componente alterado o, en los casos más graves, todos los componentes alterados simultáneamente.
Además de Mesulam, otros autores han elaborado teorías explicativas para este trastorno:
  • K. M. Heilman entendía que la heminegligencia se produce por una alteración o interrupción del circuito límbico reticular cortical, que es el que mediatiza la respuesta de orientación al espacio extrapersonal. La interrupción de este circuito en el hemisferio lesionado produciría una reducción de la activación o arousal y, como consecuencia, una reducción de la intencionalidad para actuar en el hemiespacio contralateral a la lesión.

  • Para M. Kinsbourne, el origen de la heminegligencia se encuentra en una alteración que se localiza en el tronco encefálico y que origina un desequilibrio en los mecanismos de control de la atención.

2.Evaluación neuropsicológica de la atención

Independientemente de cuál sea el motivo de consulta en la exploración neuropsicológica deberían utilizarse siempre pruebas para explorar la capacidad atencional en sus diferentes dimensiones. La atención es una función cognitiva imprescindible para el buen rendimiento en otros procesos cognitivos. El rendimiento atencional, así como la posible fluctuación a lo largo de la exploración neuropsicológica se tendrán en cuenta para interpretar el resto de las pruebas neuropsicológicas.
Deberá interpretarse con cautela aquellas tareas que se han realizado con niveles bajos de atención, pues los resultados no son generalizables a situaciones en las que el paciente tiene el nivel atencional más preservado.
A continuación se plantean dos situaciones en las que tener en cuenta el aspecto atencional puede cambiar la conclusión de la exploración neuropsicológica.
Situación número 1
Estamos valorando la lectura en voz alta de un paciente y nos damos cuenta de que comete errores. En este punto hemos de hacer varias cosas: a) observar el tipo de errores y la perseverancia de estos; b) valorar de forma cualitativa el estado atencional del paciente durante la prueba; c) obtener medidas atencionales objetivas. Si hay dificultades atencionales objetivables, y además nos damos cuenta de que los errores del paciente son omisiones de palabras e incluso letras, salta líneas enteras y pierde el hilo, probablemente nos encontremos ante un paciente con errores en la lectura explicados por un déficit atencional. Mientras que si no interpretamos estos errores atendiendo al nivel atencional del paciente, seguramente concluiremos que existen dificultades y errores en los procesos de lectura. Estas dos conclusiones llevan a diagnósticos clínicos muy distintos.
Situación número 2
En esta otra situación imaginemos que estamos valorando la capacidad de comprensión de un paciente mediante el Token Test. Esta prueba valora la comprensión audioverbal mediante distintas consignas verbales que da el examinador, en las que se pide al paciente que haga determinados movimientos con unas fichas. En este caso el paciente comete varios errores por lo que obtiene una puntuación que lo sitúa en la categoría de alterado. Si no tenemos en cuenta aspectos atencionales, nos quedaríamos con esta conclusión. Si valoramos la atención mediante pruebas objetivas, puede suceder que se trate de un paciente con una alteración moderada-grave de la capacidad atencional, e incluso de la memoria de trabajo, que le impidan retener las consignas que ha de realizar posteriormente, sobre todo las más largas, y que por tanto no pueda realizar lo que le pedimos. En este caso, nuevamente, no tener en consideración aspectos atencionales nos puede llevar a conclusiones erróneas y, en definitiva, a diagnósticos clínicos muy distintos.
En toda exploración neuropsicológica, pero especialmente en la valoración de las funciones atencionales, debe evitarse la presencia de ruido ambiental o posibles distractores.
Aunque la atención la mediremos con pruebas neuropsicológicas estandarizadas, no debe descuidarse la valoración de sus aspectos más cualitativos. La observación del comportamiento del examinado nos dará mucha información acerca de su estado atencional y de alerta: ¿pierde el hilo de la conversación?, ¿necesidad de repetición constante de las consignas, y no por problemas de comprensión?, ¿desconexiones espontaneas?, ¿fluctuación de la atención?, ¿reducción del nivel de alerta? etc. Todos estos aspectos nos aportan información imprescindible del funcionamiento atencional del paciente.
Es importante que la elección de los tests que se utilizarán se realice atendiendo a la patología que se va a valorar. En el caso de evaluar la atención sostenida y la velocidad de procesamiento en un paciente con Parkinson, por ejemplo, deberá evitarse utilizar pruebas con un componente motor, como el subtest de claves del WAIS. En su lugar, será más apropiado la utilización de otras formas orales como la del Symbol Digit Modalities Test.
Además, como ocurre en toda la exploración neuropsicológica, es imprescindible adaptarse a variables personales o socioculturales como por el ejemplo el analfabetismo, que obliga a escoger pruebas independientes de la educación.
Muchas pruebas que valoran la atención no lo hacen de manera aislada, incluyen también aspectos ejecutivos, motores, de velocidad de procesamiento e incluso implican distintos tipos de atención.
Algunas de las pruebas que se utilizan habitualmente para valorar la atención

Principales pruebas de atención

Auditiva

Atención selectiva y focalizada

Tiempo de reacción por elección de estímulo verbal

Test de cancelación de letras

N-Back Task

Atención sostenida

Paced Auditory Serial Addition Test

Atención alternante

Control mental (WMS)

Atención dividida

PASAT: Paced Auditory Serial Addition Test

Secuencia alfanumérica

Tareas de escucha dicótica

Velocidad de procesamiento

Symbol Digit Modalities Test

Visual

Atención selectiva y focalizada

Tareas de tiempo de reacción con elección de estímulo visual

D2

Test de Stroop (inhibición respuesta automática)

Trail Making Test (inhibición y flexibilidad)

Test de atención breve (Schretlen, PAR, Inc.)

Atención sostenida

Continuos Performance Test (CPT).

Tareas de cancelación de dibujos

California Computerized Assessment Package

Atención dividida

TAP: prueba atención dividida estimulo visual

Atención alternante

Trail Making Test-B

Velocidad de procesamiento

Búsqueda de símbolos

Clave de números

2.1.Evaluación de la atención sostenida

El nivel de vigilancia está ligado a procesos de mantenimiento o sostenimiento de la atención en los que el sujeto debe focalizar y mantener la atención durante largos períodos de tiempo. La atención sostenida es necesaria para obtener un buen rendimiento en muchas pruebas cognitivas. Los tests que valoran atención sostenida requieren que el paciente sea capaz de focalizar y mantener la atención para detectar estímulos concretos durante un tiempo. La atención sostenida puede medirse con pruebas sencillas como los tests de cancelación o con pruebas más complejas y variadas como el Continuos Performance Test (CPT).
El Continuos Performance Test valora la atención sostenida y otras funciones cognitivas de tipo ejecutivo, como la capacidad de inhibición de respuesta. En pruebas de atención sostenida, acostumbra a observarse una caída en el rendimiento de la tarea tras los primeros minutos. Este es un fenómeno normal que ocurre en la mayoría de las personas, se conoce como decremento de la vigilancia, expresada como una caída en la curva atencional ante tareas monótonas y repetitivas. Se trata de uno de los índices más utilizados para analizar el rendimiento en la ejecución de este tipo de tarea, indica el declive en el número de estímulos detectados correctamente a lo largo del tiempo. En los pacientes con alteración en la atención sostenida, la reducción en la vigilancia aparece mucho más pronto, se cometen más errores por omisiones (estímulos objetivo que no son detectados) y se reduce el número de respuestas correctas.
Los errores por comisión (ítem que es reconocido erróneamente como estímulo objetivo) sugieren dificultades en la inhibición de respuestas.
En general, este tipo de pruebas son muy utilizadas para valorar la atención sostenida en pacientes con trastorno con déficit de atención, puesto que son tareas muy monótonas en donde el componente motivacional es muy reducido.
En pruebas de atención sostenida la mayoría de los sujetos tienden a reducir el rendimiento a lo largo del tiempo. Los pacientes con déficit atencional suelen reducir el rendimiento antes de lo esperado, además de cometer más errores por omisión o comisión.

2.2.Evaluación de la atención selectiva

La atención selectiva se podrá valorar utilizando pruebas que requieran una respuesta del paciente ante un elemento seleccionado de entre al menos dos. La manera más sencilla de valorar la atención selectiva es utilizar programas de ordenador en los que se recoge el tiempo de reacción del individuo ante la selección de un determinado estímulo. Las más típicas son las pruebas en que el sujeto debe estar atento a la aparición de un determinado estímulo y responder a este. Los tests de cancelación de letras o dibujos valoran la atención selectiva.
Una tarea clásica para medir la atención selectiva es el paradigma de oddball, que consiste en la presentación de una serie de estímulos en el centro de la pantalla, a los cuales debe responder o ignorar en función de características determinadas (el color o la forma).
El test de Stroop y el Trail Making Test (TMT), aunque son pruebas que implican atención selectiva, son específicas para valorar aspectos ejecutivos específicos. El test de Stroop se diseñó para para valorar la capacidad del individuo para la inhibición de la respuesta automática, y por tanto, debe utilizarse con esa finalidad. En esta prueba el sujeto tiene que inhibir el estímulo prepotente, que funciona como distractor (la palabra escrita), y focalizar su atención en el estímulo diana (color de la tinta). El Trail Making Test es una prueba de función ejecutiva, que aunque implica atención selectiva y velocidad de rastreo visual, es una prueba elaborada con el objetivo de valorar la flexibilidad mental o la capacidad de cambio.

2.3.Evaluación de la atención alternante y el rastreo visual

Las tareas de rastreo visual pueden requerir que el sujeto rastree dos o más estímulos o ideas a la vez, de manera alternante o secuencial. Pacientes con daño cerebral pueden tener muchas dificultades en el rastreo complejo. El Bell test y el TMT son pruebas que precisan rastreo visual para poder ser realizadas. Por un lado el TMT-A mide atención sostenida, atención selectiva, velocidad de procesamiento y control visuomotor. En esta prueba el paciente ha de ir uniendo de forma ascendente mediante una línea números que están dibujados en un papel. Por otro, el TMT-B requiere procesos atencionales más complejos. En este caso el examinado ha de alternar y poner en orden números y letras. Valora la atención alternante, atención selectiva, memoria de trabajo y el control visuomotor. La substracción del TMT-A al TMT-B resta los aspectos comunes como la velocidad y el rastreo visuoespacial y permite obtener medidas prefrontales de inhibición de una secuencia y de flexibilidad cognitiva.

2.4.Evaluación de la velocidad de procesamiento

Aunque muchas de las pruebas que valoran la atención implican velocidad de procesamiento y aunque muchas de ellas disponen de mecanismos que nos permiten aislar el componente de velocidad, existen también pruebas neuropsicológicas más específicas que permiten evaluar la velocidad de procesamiento.
Las pruebas de tiempo de reacción simple y complejo proporcionan información sobre la velocidad de procesamiento. El tiempo de reacción se encuentra frecuentemente enlentecido cuando hay daño cerebral (sobre todo daño cerebral adquirido severo).
Los tests de sustitución de símbolos son muy utilizados para medir velocidad de procesamiento. Además, requieren rastreo visual, atención sostenida, velocidad de respuesta y coordinación visuomotora. El hecho de que este tipo de tests suela realizarse en un tiempo límite y ponga en juego la velocidad motora requiere que el evaluador preste atención a los posibles problemas motrices del examinado. Ejemplo de este tipo de test, son clave de números y búsqueda de símbolos de las escalas Wechsler, y el Symbol Digit Modalities Test. Este último tiene, además, una versión oral y una escrita o visuomotora. La versión oral, como se adelantaba antes, puede ser útil para valorar la velocidad de procesamiento cuando existe déficit motor, como por ejemplo, en pacientes con enfermedad de Parkinson o con enfermedad de Huntington. Tener ambas versiones del Symbol Digit Modalities Test nos permite compararlas. Obtener una puntuación menor en alguna de las modalidades nos da información sobre la afectación de esta.
En cuanto a la velocidad de procesamiento la veremos típicamente alterada en personas con daño cerebral difuso y en enfermedades que cursen con lesiones en la sustancia blanca como la esclerosis múltiple, o enfermedades cerebrales vasculares. También puede verse afectada en pacientes con consumo crónico de alcohol, con epilepsia o con algún tipo de encefalopatía. Pacientes con daño en la velocidad de procesamiento pueden tener un buen rendimiento en tareas de atención focalizada y afectación de procesos atencionales más complejos, aunque a menudo los déficits en la velocidad de procesamiento esconden problemas de atención.

2.5.Evaluación de la atención visual

La valoración de la atención visual es relevante ante pacientes con lesiones parietotemporales posteriores, talámicas o frontales del hemisferio derecho, puesto que pueden presentar heminegligencia unilateral izquierda. Para valorar este tipo de trastorno, se pueden utilizar tareas de cancelación de ítems como el test de las campanas (The Bells Test), el test de Albert u otras pruebas como el Line Bisection Test.
En 1987 B. Wilson diseñó una prueba específica para valorar la heminegligencia basada tanto en pruebas de papel y lápiz como en la respuesta a cuestionarios comportamentales: Behavioural Inattention Test (BIT).

3.Rehabilitación neuropsicológica de las alteraciones de la atención

Los diferentes aspectos de la atención descritos en apartados anteriores pueden ser concebidos como el sustrato básico necesario para la ejecución de cualquier tarea, por lo que su rehabilitación debe constituir un elemento indispensable en cualquier programa de tratamiento que tenga como objetivo facilitar la reincorporación de los pacientes a las diferentes actividades cotidianas, sociales y laborales.
La importancia de la recuperación de la atención en pacientes con alteraciones neuropsicológicas de diferente índole es ampliamente reconocida, puesto que el nivel de dificultad que los pacientes encuentran en la ejecución de tareas que requieren atención parece ser un factor predictor de la posibilidad de volver al trabajo y a realizar otras actividades funcionales significativas.

3.1.Aspectos generales para la estimulación de la atención

3.1.1.Estimulación y entrenamiento directo de los procesos atencionales
A la hora de abordar la rehabilitación neuropsicológica de la atención, el enfoque que cuenta con mayor aceptación es el que propone trabajar los aspectos atencionales alterados de forma específica y directa, partiendo del principio según el cual para que haya mejoría es necesario abordar los componentes concretos de la atención a través de entrenamientos específicos.
En los años 70, Ben-Yishay y sus colaboradores (Ben Yishay, Piasetsky y Rattok, 1987) fueron los primeros en desarrollar una serie de ejercicios específicos para el reentrenamiento de las capacidades atencionales, y la aceptación de la distinción entre componentes de la atención ha sido incorporada en muchos programas de entrenamiento (p. ej. Sohlberg y Mateer, 1987) en los cuales las tareas que se proponen requieren diferentes tipos de atención. Desde este enfoque, se pueden destacar dos procedimientos estructurados: el Attention process training (APT) y el modelo de rehabilitación de la atención (ORM).
El programa Attention process training, de Sohlberg y Mateer, consta de un conjunto de ejercicios dirigidos a rehabilitar la atención sostenida, selectiva, alternante y dividida, ordenados jerárquicamente por su nivel de dificultad (Sohlberg y Mateer, 1987). En una de las tareas más sencillas que incluye el programa se requiere a los participantes que presionen un timbre todas las veces que oigan el número tres. En un nivel más avanzado, se encuentran tareas en las que, por ejemplo, se presentan a los sujetos los meses del año, de uno en uno, y se les requiere que presionen un timbre siempre y cuando el mes recién presentado sea el mismo que el mes aparecido inmediatamente antes.
El modelo de Rehabilitación de la orientación (ORM) de Ben-Yishay, también se desarrolla dentro del planteamiento específico del entrenamiento de la atención (Ben Yishay y otros, 1987). Tanto la aproximación teórica como el manejo práctico del programa se basan en el modelo de atención propuesto por Posner y Petersen (1990). El entrenamiento pretende abordar las dificultades atencionales siguiendo un orden hipotéticamente jerárquico e intentando conseguir cinco objetivos diferentes:
1) La primera fase del programa persigue el aumento del nivel de alerta del paciente.
2) A continuación se emplean ejercicios con tiempos de reacción, con la intención de mejorar la velocidad de procesamiento.
3) El control atencional y la conciencia sobre los procesos de atención son los objetivos de la tercera etapa.
4) Por último, en la siguiente fase se enseña a mantener la atención internamente a través de ejercicios de estimación del tiempo.
5) La última finalidad es conseguir la interiorización de lo aprendido y el control atencional.
En nuestro país se encuentran comercializados programas de ordenador que incluyen módulos dedicados a la estimulación de la atención. Los estudiaréis en el módulo de las TIC en la rehabilitación neuropsicológica.
Un enfoque alternativo a la rehabilitación de la atención a través de estimulación cognitiva para su restauración es la compensación, estrategia que pretende paliar las dificultades del paciente.
La compensación de los déficits atencionales es un tipo de intervención que abarca diferentes estrategias de tratamiento: entrenamiento de habilidades atencionales específicas, aprendizaje de estrategias metacognitivas para gestionar las dificultades atencionales, modificación del entorno y utilización de ayudas externas. Dichas estrategias están destinadas a minimizar los déficits.
No nos detendremos en el análisis detallado de cada una de estas estrategias, pero su simple denominación nos obliga a enfrentarnos con una de las clásicas cuestiones que se plantean a la hora de hablar sobre rehabilitación neuropsicológica: ¿Cuál es el mejor modo de proceder en la rehabilitación de los procesos cognitivos como la atención? La respuesta es el resultado de un estudio atento de cada paciente, en el que un buen profesional debería tener en consideración diferentes factores: el tipo de paciente, la fase del proceso de recuperación, el estado cognitivo general del paciente y la respuesta a la intervención.
3.1.2.Efectividad y generalización de los resultados de la intervención
Los pocos estudios de investigación existentes sobre la eficacia de los distintos tipos de intervención dirigidos a las dificultades atencionales han llegado a conclusiones divergentes. Los resultados obtenidos varían entre la ausencia de cualquier tipo de efecto positivo sobre la ejecución en tareas que requieren atención y la presencia de mejorías significativas. A pesar de estos inconvenientes, dichos estudios han permitido extraer algunas conclusiones de importancia para la estimulación y la rehabilitación.
En general, los resultados más favorables parecen derivar de los estudios que emplean un proceso de estimulación secuencial y jerárquico dirigido a mecanismos atencionales específicos (Park y Ingles, 2001; Leclercq y Sturm, 2002), frente a las intervenciones “no focalizadas”. Sin embargo, parece que la superioridad de los entrenamientos específicos solo resulta evidente si tiene lugar durante la fase posaguda de la recuperación (Cicerone y otros, 2000). Por último, cabe señalar que los mayores beneficios en el entrenamiento de la atención se obtienen en tareas más complejas que requieren atención selectiva o dividida, frente a las de vigilancia y de tiempo de reacción (Sturm y Willmes, 1991; Sturm y otros, 1997).
Otro aspecto ampliamente indagado en los estudios sobre la efectividad de la rehabilitación es la generalización de los aprendizajes a tareas que no han sido directamente probadas y que requieren, por su correcta ejecución, bien capacidades atencionales, bien otras habilidades cognitivas. Algunos autores señalan una mejoría significativa y generalizada (Sturm y otros, 1997; Gray y otros, 1992); otros aportan datos en contra (Ponsford y Kinsella, 1992). Sin embargo, el objetivo principal de la rehabilitación no puede ser la mejoría del paciente en el funcionamiento cotidiano.
La existencia de efectos favorables de los tratamientos sobre la vida cotidiana de los pacientes ha sido objeto de un número limitado de estudios (Ben-Yishay y otros, 1987; Sohlberg y Mateer, 1989). La aparente falta de interés por este aspecto crucial se puede en parte atribuir a la escasa disponibilidad de instrumentos fiables y válidos para valorar las capacidades atencionales en la vida diaria, lo que es indispensable para excluir la posibilidad de que la mejoría observada en los pacientes esté relacionada solamente con la ejecución en los test empleados en la evaluación neuropsicológica. Además, la gran mayoría de las situaciones de la vida cotidiana se caracteriza por requerir un conjunto de múltiples capacidades atencionales que dificulta o impide distinguir déficits específicos en las actividades cotidianas. Sin embargo, esto no implica que no sea necesario intentar desenredar los componentes atencionales y buscar dificultades específicas en los pacientes para poder dirigirse a ellas con métodos terapéuticos concretos, lo que hace el trabajo de los profesionales de la rehabilitación tanto complejo cuanto apasionante.

3.2.Rehabilitación neuropsicológica de las alteraciones de la atención

En el presente módulo trabajaremos una serie de tareas dirigidas a la estimulación cognitiva de los diferentes componentes de la atención, las cuales no constituyen en sí mismas un programa de rehabilitación neuropsicológica de la atención, sino que pretenden servir de base para la elaboración de nuevas tareas por parte de los neuropsicólogos, siendo una guía para el desarrollo de nuevas y eficaces tareas de estimulación cognitiva y rehabilitación neuropsicológica.
3.2.1.Rehabilitación de las alteraciones de atención focalizada y selectiva
Cancelación
Material: láminas con diferentes letras, números o símbolos.
Instrucciones: la tarea consiste en requerir al paciente una respuesta ante ciertos estímulos presentados visualmente. Se le proporciona una hoja en la que aparecen estímulos de varios tipos (letras, números o símbolos) y se le indica: “Te voy a dar una hoja en la que aparecen diferentes letras. Debes tachar todas las letras R que encuentres.”
Figura 1
Figura 1
Variantes:
  • La dificultad de la tarea puede aumentar en función de varios factores. Por un lado, el número de estímulos que debe buscar: se puede pedir al sujeto que busque un solo estímulo (“Tacha todas las R que encuentres”) o varios a la vez (“Tacha todas las R y todas las S que encuentres). En este segundo caso, por ejemplo, si asignáramos un color diferente a cada estímulo, se añadiría complejidad a la tarea (“Tacha todas las R con el lápiz de color rojo y las S con el de color verde”). Dependiendo de los recursos cognitivos del sujeto y del objetivo prioritario del entrenamiento se decidirá si dejar disponibles o no las instrucciones de la tarea durante su ejecución, requiriendo o no una implicación de la capacidad de memoria operativa. Otra variante posible es indicar al paciente que tache todas las R y las S pero solo cuando aparecen consecutivamente (ved la figura 2).

  • Se puede variar la forma de distribución de los estímulos en la hoja de trabajo. Se facilitará la tarea si se presentan las letras o los números ordenados en filas paralelas, como si constituyeran un texto. Se instruirá al sujeto para que empiece por la primera fila, vaya procediendo en la búsqueda de izquierda a derecha, para luego pasar a la segunda fila y así sucesivamente. Al contrario, la distribución aleatoria de los estímulos en la hoja de trabajo requiere, para que no haya errores de omisión, cierta capacidad de rastreo visual planificado y organizado.

  • Los elementos que debe buscar pueden ser letras, símbolos o elementos cotidianos. Por ejemplo, se puede realizar una tarea de cancelación en un catálogo de ropa (“Tacha todas las prendas que encuentres de color blanco”), en un catálogo de productos de supermercado (“Tacha todos los productos lácteos que veas”), etc.

Figura 2
Figura 2
Tiempo requerido para ejecutar la tarea: se puede permitir que sea el paciente el que determine el ritmo de ejecución de la tarea, o requerirle que complete la actividad en un intervalo determinado de tiempo. En este segundo caso, y disminuyendo gradualmente la amplitud del intervalo de tiempo a lo largo del entrenamiento, se trabajaría también la velocidad de procesamiento de la información.
Presencia de estímulos distractores: las tareas de cancelación se pueden diseñar de tal forma que el paciente tenga que buscar y atender a determinados estímulos presentados entre otros que, por su semejanza visual con los estímulos diana, constituyen una distracción (ved la figura 2). Así, una ejecución libre de errores y de omisiones dependería en gran medida de la capacidad de atención selectiva del sujeto. Otra posibilidad es colocar encima de la hoja de trabajo un dibujo (líneas rectas, onduladas, cuadriculadas...) que también actuaría como distractor, dificultando la tarea de búsqueda (ved la figura 3).
Figura 3
Figura 3
Variantes:
  • Las tareas de cancelación que se han descrito hasta el momento implican procesos como la atención sostenida, el rastreo visual, la atención selectiva, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento. Aportando algunas modificaciones, es posible emplear los ejercicios de cancelación también para entrenar la atención alternante. Un ejemplo de instrucción podría ser el siguiente: “Tacha todas las letras R y las letras S pero de forma alterna. Empieza por la letra R; cuando oigas la palabra «cambio» tendrás que dejar de buscar las R y empezar a tachar las S y así sucesivamente.”

  • Las tareas de cancelación pueden constituir también parte de un ejercicio dirigido principalmente a entrenar la atención dividida: se puede, por ejemplo, pedir al sujeto que tache todos los números cuatro que aparezcan en una hoja y, al mismo tiempo, que atienda a una serie de estímulos verbales, por ejemplo, respondiendo con un golpe en la mesa todas las veces que oiga la palabra “casa”.

Búsqueda de símbolos
Material: lámina con símbolos y dibujos con números asignados y la misma lámina sin los números.
Instrucciones: se proporciona al sujeto una hoja en la que aparecen en la parte superior unos símbolos o unos dibujos a los que se ha asignado un número. A continuación el sujeto encuentra los mismos símbolos o dibujos pero sin el número correspondiente. La tarea consiste en verificar el número asignado a cada estímulo y escribirlo en la casilla correspondiente. Indicaremos lo siguiente: “Debes escribir debajo de cada símbolo el número que le corresponda.”
Figura 4
Figura 4
Variantes:
  • La dificultad de la tarea puede aumentar en función de la semejanza entre los símbolos o dibujos, lo que puede requerir en mayor o menor medida la implicación, la presencia o no de un intervalo de tiempo para completar la ejecución de la tarea, etc.

  • Los estímulos a los que debe atender pueden ser de diferente naturaleza (objetos cotidianos y números, colores y letras, etc.) siempre y cuando se produzca un emparejamiento.

  • Modificando ligeramente las instrucciones es posible aumentar la implicación en la tarea de los procesos de memoria de trabajo. Se puede pedir al sujeto que proceda en la tarea de asignación de los números correspondientes a los símbolos o dibujos considerando dos o más estímulos simultáneamente, en lugar de por separado.

Figura 5
Figura 5
Sopa de letras
Material: lámina cuadriculada que contiene una letra en cada una de las celdas.
Instrucciones: la tarea consiste en encontrar una serie de palabras inmersas en un conjunto de letras desordenadas. Es un ejercicio útil para el entrenamiento de la atención sostenida, la atención selectiva y para el rastreo visual, ya que es necesario proceder con cierto orden en la búsqueda de las letras que constituyen las palabras clave, evitando dejar espacios inexplorados. Indicaremos lo siguiente: “Ahora vamos a hacer una sopa de letras. Debes buscar palabras que indican diferentes tipos de deporte.”
Figura 6
Figura 6
Variantes:
  • Se facilita la tarea si se le dan las palabras que debe buscar escritas (ajedrez, atletismo, baloncesto, balonmano, boxeo, ciclismo, escalada, esquí, fútbol, judo, golf, natación, pelota, remo, rugby, tenis, vela, waterpolo).

  • Las sopas de letras son tareas a las que se puede acceder fácilmente, ya que aparecen en numerosas publicaciones, tanto en las específicas de pasatiempos como en las que recogen los ejercicios de rehabilitación neuropsicológica. Sin embargo, existen programas de ordenador que ofrecen una serie de ventajas, puesto que permiten crear sopas de letras personalizadas, con la posibilidad de elegir las palabras que se quieren buscar. De tal forma, se puede implicar al paciente en la preparación de la tarea, pidiéndole que genere cierto número de palabras relacionadas con un tema determinado, como por ejemplo el deporte (ved la figura 6). Así, se implicaría en la tarea, además de en los procesos atencionales, la capacidad de fluidez verbal y de generación de ideas.

Detección de objetos
Material: láminas con diferentes objetos.
Instrucciones: “En la pantalla del ordenador aparecerán muchos objetos a la vez. Debes prestar atención a la imagen de una llave. Debes decir si la llave está presente en la pantalla y no si la llave no está presente.”
Figura 7. Diferentes objetos
Figura 7. Diferentes objetos
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Variantes:
  • La dificultad de la tarea puede aumentarse o disminuirse variando el número de estímulos que aparezcan, el tamaño de los mismos, la similitud de los distractores con el estímulo objetivo, la limitación en el tiempo de presentación, el modo de responder (diciendo o no, o pulsando un botón), etc.

  • Un modo de dificultar las tareas y poder así estimular la atención selectiva y mejorar la capacidad a la hora de inhibir estímulos distractores, es mediante la adicción de estímulos distractores durante la ejecución de tareas simples. Por ejemplo, se puede introducir una emisora de radio, que podéis encontrar en diferentes páginas web.

Figura 8. Ejemplo de emisora de radio
Figura 8. Ejemplo de emisora de radio
Búsqueda de diferencias
Material: lámina en la que aparecen dos dibujos parecidos pero que se diferencian en algún aspecto.
Instrucciones: “Ahora te voy a enseñar dos imágenes que son muy parecidas pero no son exactamente iguales. Debes encontrar las diferencias que hay entre ambas.”
Variantes:
  • Para agilizar la búsqueda y el rastreo visual, resulta útil proporcionar al sujeto las imágenes a confrontar divididas en cuadrículas numeradas. La instrucción que se proporciona al paciente es que vaya procediendo de forma ordenada en la comparación, empezando por detectar las diferencias entre las secciones n.º 1 (arriba a la izquierda) de las dos figuras, pasando luego a considerar las secciones n.º 2 y así sucesivamente.

  • En lugar de pedir al sujeto que encuentre las diferencias entre dos imágenes, se le puede requerir que busque, entre una serie de figuras diferentes pero parecidas, la o las que son exactamente iguales a una imagen modelo. La figura 11 muestra un ejemplo de este tipo de tarea. La complejidad del ejercicio dependerá de la cantidad y del grado de semejanza entre las imágenes a confrontar.

Juego Shangai
Material: aplicación informática del juego.
Instrucciones: “Vamos a jugar a un clásico juego chino llamado Shangai. El juego consiste en encontrar todas las parejas del tablero y pinchar sobre ellas con el ratón para que se vayan eliminando del panel. Es importante tener en cuenta que las fichas que se van a eliminar deben tener, al menos, un lateral libre (es decir, deben estar en los extremos de cualquier nivel).” La tarea puede hacerse más compleja en función de la cantidad de estímulos presentados. Este juego también tiene una versión para niños.
Figura 11. Imagen del juego Shangai
Fuente: http://www.juegosagogo.com/logica/juego/1807-the-shangai
3.2.2.Rehabilitación de las alteraciones de atención sostenida
Identificación de números
Material: tarea informatizada de presentación de estímulos.
Instrucciones: “A continuación aparecerán en la pantalla del ordenador diferentes números de uno en uno. Debes dar un golpe sobre la mesa cada vez que aparezca el número siete. Si el número que aparece no es el siete no debes hacer nada.”
Figura 12
Figura 12
Variantes:
  • El estímulo al que debe prestar atención el paciente puede ser visual o auditivo, de la misma manera que la respuesta que debe dar puede ser motora (dar un golpe sobre la mesa) o verbal (decir el número o alguna otra palabra).

  • Esta tarea también puede ser considerada para la estimulación de la atención focalizada, y si se incluyen distractores se convertiría en una prueba de atención selectiva.

Rastreo y búsqueda visual
Material: tarea informatizada de presentación de estímulos.
Instrucciones: en esta tarea aparece en la pantalla de un ordenador un cuadrado dividido en filas y columnas; cada celda está ocupada por un círculo blanco que contiene una letra. Los círculos blancos, empezando por el primero arriba a la izquierda y consecutivamente de izquierda a derecha o de arriba a abajo, se vuelven rojos durante un intervalo de tiempo determinado. El sujeto tiene que nombrar la letra correspondiente al círculo que cambia de color. Se dan las instrucciones siguientes: “Ahora aparecerá en la pantalla del ordenador un panel con un montón de letras. Una de esas letras aparecerá coloreada en rojo, y esa letra irá cambiando. Tu tarea consiste en decirme la letra que aparece en rojo en cada momento.”
Figura 13
Figura 13
Variantes:
  • Empleando la misma cuadrícula descrita anteriormente, se puede modificar la tarea de modo que los círculos rojos aparezcan en posiciones aleatorias en lugar que obedecer al orden de las filas y de las columnas. El paciente tendrá que rastrear la cuadrícula, identificar la posición del estímulo y nombrar la letra correspondiente.

  • Otra variante posible es pedir al sujeto que, una vez que hay localizado el círculo rojo, vaya encontrando en la cuadrícula todos los círculos blancos que contienen la misma letra.

  • Es posible añadir otra variable que puede incrementar las demandas de la tarea desde el punto de vista de la capacidad de memoria operativa: a diferencia de lo que ocurre en los ejercicios anteriores, se puede modificar la tarea de modo que los círculos se puedan volver de cualquier color. El paciente, además de localizar los estímulos y de nombrar la letra correspondiente, tendrá que identificar sus colores.

3.2.3.Rehabilitación de las alteraciones de atención dividida
Todas las tareas presentadas en apartados anteriores pueden ser fácilmente transformadas en tareas para estimular la atención dividida: únicamente hay que introducir una segunda tarea que requiera ser realizada o supervisada de manera simultánea. Algunos ejemplos que se pueden emplear fácilmente con este fin son los siguientes:
  • Escucha de noticias a través de la radio que posteriormente el paciente debe comentar con el fin de comprobar que ha atendido a ellas.

  • Supervisión del reloj para avisar, por ejemplo, cada dos minutos.

  • Supervisión y detección del final de una tarea secundaria (cuando acaba de caer la arena de un reloj de arena, cuando termina de moverse un objeto con cuerda, etc.)

Son múltiples las tareas que podemos utilizar con el fin de estimular la atención dividida, si bien es importante tener en cuenta que si ambas tareas requieren una alta carga atencional y de memoria puede llegar a no ser posible realizar ambas tareas de modo correcto. Además, se debe considerar la modalidad sensorial de las tareas con el fin de evitar más interferencias de las que ya de por sí implica la realización de tareas simultáneas. Por este motivo es recomendable utilizar modalidades sensoriales diferentes para cada tarea (por ejemplo una visual y la otra auditiva).
Atención dividida visual-auditiva
Material: una baraja de cartas y una lámina en la que aparecen grupos de letras desordenadas que forman palabras.
Instrucciones: En esta tarea el sujeto tiene que clasificar una baraja de cartas en función del valor y, simultáneamente, escuchar una presentación verbal de cuatro letras que, ordenadas, forman una palabra. El sujeto deberá formular la palabra mientras ordena las cartas.
Ejemplos de secuencias de letras que, ordenadas, forman una palabra

A-Z-A-L

LAZO

A-Y-R-O

RAYO

A-C-A-M

CAMA

A-T-A-B

BATA

S-A-B-O-L

BOLSA

D-A-L-C-O

CALDO

E-D-I-O-M

MEDIO

S-A-O-C-S

COSAS

R-O-E-B-S

SOBRE

Variantes:
La dificultad de la tarea aumenta en función de la longitud de las palabras estímulo (cuantas más letras, mayores demandas de memoria de trabajo), de la rapidez con la que se presentan al sujeto las diferentes letras y de la velocidad que se puede requerir en la ejecución de la tarea de clasificación de cartas.
Atención dividida visual-visual
Material: tarea informatizada de presentación de estímulos.
Instrucciones: “En la siguiente imagen aparecen ubicados los números del uno al nueve asociados a una letra. La tarea consiste en ir colocando en la plantilla inferior, con la ayuda del teclado, la letra que le corresponde a cada número. Además, aparecerá un pequeño puntito de diferentes colores en la parte inferior de la pantalla y debes avisarme cuando ese puntito sea de color verde.”
Figura 14
Figura 14
Atención dividida visual-auditiva
Material: tarea informatizada de búsqueda de diferencias y relatos cortos escritos.
Instrucciones: “Se van a presentar dos tareas que debes realizar simultáneamente. Por un lado, se presentarán dos imágenes con una pequeña diferencia entre ellas; debes encontrar la diferencia, y así irás completando diferentes pantallas. Mientras realizas esta tarea escucharás una historia a la que debes prestar mucha atención, ya que posteriormente deberás contármela.”
Figura 15. Imágenes con pequeñas diferencias
Figura 15. Imágenes con pequeñas diferencias
3.2.4.Rehabilitación de las alteraciones de atención alternante
Emparejamiento de letras y números
Material: lámina en la que aparecen, distribuidos de forma desordenada, unos círculos y unos cuadrados, cada uno de los cuales contiene un número.
Instrucciones: la tarea consiste en unir los números en orden creciente, empezando por el número uno, alternando círculos y cuadrados. Así el número uno enmarcado en un círculo se unirá al número dos enmarcado en un cuadrado. El número tres tendrá que aparecer en un círculo y así sucesivamente.
Figura 16
Figura 16
Variantes:
  • Son numerosas las variantes que se pueden idear a partir de este tipo de tarea. La dificultad puede aumentar en función del número de secuencias que hay que alternar y de la longitud de las mismas. En el ejemplo que se representa en la figura 16 se pide al sujeto que alterne entre dos tipos de figuras, círculos y cuadrados. La figura 17 representa una tarea en la que se requiere al sujeto que vaya alternando dos tipos de secuencias: número y círculo, color rojo y azul del círculo. Así la secuencia final sería: número uno, círculo rojo, número dos, círculo azul, número tres, círculo rojo, etc.

  • La complejidad aumenta si se añade una tercera secuencia a alternar: círculo y cuadrado. En este caso el número uno se uniría al círculo rojo; el dos, al cuadrado azul; el tres, al círculo rojo, etc. (ved la figura 18).

  • También se puede jugar con la longitud de las secuencias, aumentando la implicación de la memoria de trabajo en la ejecución de la tarea: una posibilidad sería alternar entre número y círculo, pero respetando siempre un orden determinado en cuanto al color de los segundos, por ejemplo rojo, azul y verde (la secuencia sería: número uno, círculo rojo, número dos, círculo azul, número tres, círculo verde, número cuatro, círculo rojo etc.).

Figura 17
Figura 17
Figura 18
Figura 18
Interrupción verbal durante la lectura (atención dividida y alternante)
Material: lámina con un texto y hoja de anotaciones.
Instrucciones: se proporciona al sujeto un texto interesante para él (un artículo de revista o de periódico, etc.) indicándole que lo lea y que, sucesivamente, tendrá que contestar a una serie de preguntas de comprensión. Durante la lectura, aleatoriamente, se le van dando instrucciones sobre tareas que debe realizar que irá apuntando en una hoja de notas y que tendrá que ejecutar a una hora determinada (por ejemplo se puede indicar al sujeto que a las 11.20 salga del despacho y que vaya a pedir un libro en el despacho de al lado). La lectura se irá entonces interrumpiendo todas las veces que el paciente tenga que llevar a cabo una de las actividades que se le requieren.
Con dicha tarea se propone entrenar la capacidad de prestar atención contemporáneamente (se requiere atención dividida: el sujeto ha de leer y comprender el texto y, al mismo tiempo, estar pendiente del tiempo y de las tareas que ha de realizar) y de forma alterna (se requiere atención alternante: el paciente ha de tener la capacidad de oscilar entre la lectura del texto y la ejecución de las tareas) a múltiples estímulos.

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