Violencia de género y violencia doméstica

  • Marta Ballester Albarracín

    Desde abril de 2010, trabajadora social del ABS Peralada (12 municipios). Diplomatura en Trabajo Social, Escuela Universitaria de Trabajo Social de Barcelona. Máster en Políticas de igualdad de género: agentes de igualdad, de la Universidad Autónoma de Barcelona (3. a edición). Posgrado en formación psicosocial: Liderazgo, consultoría y dirección, IDEC, de la Universidad Pompeu Fabra. Docente y autora de diversas publicaciones.

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Introducción

Leed los siguientes casos prácticos, basados en casos reales.
La doctora cuenta a la trabajadora social sanitaria del centro de salud, que en una visita domiciliaria de seguimiento, conjunta con la enfermera, a una paciente de 88 años, parapléjica, que vive con su marido de 92 en un pueblo pequeño, la cuidadora le contó que al lavarla, vio moratones y que alguna vez ha visto cómo el marido le da algún golpe... También le explica que a menudo se la encuentra con la cabeza atada con un pañuelo a la silla para que no se ladee la cabeza... la cuidadora explica que lo ha hablado con la hija pero esta no parece darle importancia.
La trabajadora social sanitaria del centro de salud atiende a una pareja que se ha presentado sin cita previa. Le exponen que les ha llamado la novia de su hijo mayor porque ayer este la agredió en el portal y unos vecinos llamaron a la policía pero cuando la patrulla llegó, ella negó cualquier problema. El chico tiene 22 años y la chica 17. En la conversación con la TS reconocen que le tienen miedo, que el chico "hace lo que quiere", que le están pagando multas por otros "problemas con la justicia" que ha tenido y que a veces les amenaza, incluso les ha dado algún empujón. Los padres a veces se contradicen entre sí. Asimismo, explican que también es violento con su hermano de 10 años, en cambio, dicen que tiene buena relación con sus compañeros de trabajo y con sus abuelos paternos. Se muestran muy angustiados.
Reflexionad: ¿Qué tipos de maltratos se dan? ¿En qué ámbito? ¿Cómo los podemos abordar desde el trabajo social sanitario?
A lo largo de este módulo hablaremos de la violencia de género y de la violencia doméstica, y nos centraremos especialmente en los malos tratos a las personas mayores y en la violencia en la pareja, y cómo esta afecta a los hijos e hijas.
La violencia intrafamiliar, a pesar de ser reconocida como un grave problema social y de salud, de consecuencias devastadoras, ha sido y continua siendo un tema en buena parte oculto. En este tipo de violencia, los malos tratos, en sus diferentes formas, se producen en el ámbito doméstico, el espacio personal e íntimo de la persona y todavía encontramos en nuestra sociedad la creencia que lo que pasa en la familia, "de puertas para adentro", es una cuestión privada. Esta creencia provoca una gran barrera que dificulta, por una parte, la visibilidad de la violencia doméstica y, por la otra, el acceso de las victimas a los servicios y la detección por parte de los profesionales.
Desde los servicios sanitarios se puede desempeñar un papel crucial para ayudar a las personas que sufren malos tratos ya que la mayoría de ellas entrarán en contacto con ellos en algún momento de su vida. Las necesidades específicas de las víctimas son multidimensionales por lo que se requieren intervenciones sanitarias que tengan en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Para ello será necesaria la implicación activa de todo el personal de los servicios sanitarios desde un modelo de atención integral y de trabajo en red.
En este abordaje interdisciplinar, el trabajador o trabajadora social sanitaria tiene un rol fundamental como profesional referente en todo el proceso. También tiene un papel importante en la sensibilización de la sociedad y de sus colegas ante los malos tratos y la prevención de los mismos.
En este sentido es significativo que en la presentación de la Comisión de Violencia Intrafamiliar y de Género del Hospital Clínico de Barcelona que funciona desde el año 2000, encontremos la siguiente cita:

"El primer reto y el más importante de la Comisión es convencer al resto de profesionales de que estamos hablando de un problema de salud que afecta a nuestra praxis".

El trabajo de esta comisión es un buen ejemplo de buena coordinación y buena práctica en el abordaje de la violencia intrafamiliar en el ámbito de los servicios sanitarios. También lo es el "Programa integral de detección y abordaje de la violencia doméstica desde el sistema sanitario público de la Rioja", del Servicio Riojano de Salud.
No obstante, y a pesar de que en nuestro país han tenido lugar enormes avances legislativos, una importante protocolización de procedimientos relativos a los malos tratos, y de la evidencia que han proporcionado los diferentes estudios internacionales al respecto, todavía a muchos profesionales sanitarios de todas las disciplinas les cuesta asumir que los malos tratos en cualquiera de sus ámbitos son también, además de un grave problema social, un problema de salud de primera magnitud (OMS, 2002).
Ejemplo de ello es un estudio que se hizo en el Hospital Clínico de Barcelona a los profesionales de la medicina y enfermería acerca de la violencia doméstica y su relación con la salud y publicado en el 2008: un 87% consideró que era un problema importante pero no lo consideraban un problema de salud.
1) ¿De qué estamos hablando?
La violencia se puede definir como la acción u omisión innecesaria, lesiva o destructiva de una persona hacia otra. El componente principal de esta forma de violencia es el abuso o agresión, o sea, la acción o la intención que produce daño a otras personas. En el ámbito de la familia o de la pareja, los abusos se producen en el marco de una relación afectiva, cosa que hace más difícil la identificación de esa violencia así como el poder salir de esta situación. El abuso siempre presenta un componente de tipo psicológico y emocional que acompaña a toda agresión de cualquier tipo y tiene graves consecuencias para las víctimas, muchas de las cuales perduran más allá de la finalización de la relación abusiva.
a) Violencia doméstica:
Se trata de la que se ejerce en el ámbito doméstico y hace referencia a todas las formas de abuso que tienen lugar en las relaciones entre los miembros de una familia (entre la pareja, hacia los hijos, hacia los nietos, entre hermanos, de nietos a abuelos, de hijos a padres, etc.). Es pues uno de los ámbitos donde se puede dar la violencia de género.
b) Violencia de género:

"Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada".

Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas de 1993

Observad que esta definición incorpora todas las formas de violencia y todos los ámbitos donde esta se puede dar.
La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género define la violencia de género como aquella que se ejerce en el ámbito de la pareja o expareja por parte de un hombre hacia una mujer y comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad. La ley excluye los casos en los que la violencia se ejerce por parte de una mujer hacia su pareja o expareja hombre y los de violencia en parejas homosexuales, que en cambio sí estarían incluidos en el término violencia doméstica.
Asimismo, también excluye los otros ámbitos en los que se puede dar la violencia de género, por ejemplo el laboral (acoso sexual) o el comunitario (violaciones, prostitución forzada). Los delitos contra la libertad e integridad sexual se hallan tipificados en el Código penal.
2) Mitos y prejuicios
Hay una serie de mitos alrededor de la violencia familiar que tienen efectos nocivos evidentes en la intervención profesional y la dificultan, ya que:
  • Simplifican, minimizan y normalizan el problema.

  • Evitan el dolor que nos provoca el contacto con el tema, crean distancia ante la situación difícil y evitan que intervengamos.

  • Culpabilizan, juzgan y paralizan a las víctimas y se justifican las acciones y discriminación de los agresores.

Los principales mitos son los siguientes:
  • La familia es un entorno idílico.

  • El maltrato solo sucede en niveles socioeconómicos bajos.

  • La víctima miente y fantasea.

  • Las víctimas repetirán el maltrato.

  • Los niños y niñas fabulan y mienten.

  • Las víctimas provocan al agresor.

  • Si pasara en nuestro entorno nos daríamos cuenta.

  • Las causas son el alcohol y las drogas, así como los trastornos psiquiátricos.

  • Si la víctima quisiera dejaría la relación.

Como profesionales debemos ser conscientes de nuestras propias creencias y prejuicios ante la violencia para poder intervenir de forma eficaz.
3) La intervención profesional
A pesar de que los diferentes tipos de malos tratos requieren un abordaje específico que veremos con más detalle más adelante, hay una serie de aspectos comunes a tener en cuenta en la intervención ante la violencia intrafamiliar, que a continuación detallamos.
a) Detección
  • Dificultades:

    • El silencio de las víctimas (creen que lo merecen, que es normal, tienen miedo y vergüenza de las consecuencias, vulnerabilidad física o psicológica...) y de los profesionales.

    • Son difíciles de pensar, de ver y de definir. Los malos tratos existen si pensamos la hipótesis del maltrato, si los nombramos y consensuamos entre los profesionales que atienden la situación.

  • Instrumentos de detección:

    Existen técnicas (factores de riesgo e indicadores que se asocian a los diferentes tipos y manifestaciones de la violencia, cuestionarios, tests) que ayudan en la detección y que requieren sensibilización y formación específica para documentarla.

b) Evaluación
  • Aspectos clave para evaluar:

    • Estado físico, psíquico, cognitivo, entorno, familia, el apoyo externo formal e informal.

    • Gravedad y severidad del maltrato, nivel de riesgo, capacidades de la víctima.

    • Recursos disponibles.

c) Intervención
  • Definir las características del problema de forma integral e integrada en el medio.

  • Planificar y consensuar la intervención con el equipo sanitario y coordinación con los otros agentes e instituciones sociales, jurídicas, policiales y educativas.

  • Seguimiento de los casos y sus cambios.

La intervención social realizada por los trabajadores y trabajadoras sociales sanitarias, tanto de la atención primaria como de la especializada, unida a otras actuaciones preventivas y de promoción de la salud tanto a nivel individual como familiar, grupal y comunitario forman parte del amplio abordaje que desde el campo de la salud es preciso realizar ante el problema de la violencia.
4) Trabajo en equipo y en red
Dentro del campo de la violencia familiar ninguno de los servicios tiene la capacidad por sí solo de abordar con sus recursos, de manera integral, todas las necesidades que pueden presentar las personas y familias objeto de atención. Cualquiera de los profesionales del ámbito sociosanitario va a necesitar la colaboración de otros especialistas, para poder hacer un diagnóstico o un abordaje integral de la situación de violencia, de manera que la atención que se pueda dispensar suele ser fruto de un trabajo concertado entre varios servicios o dispositivos que variaran en función del tipo de maltrato que se aborde.
Es imprescindible, pues, planificar el proceso de atención adecuadamente y establecer una buena colaboración y coordinación entre todos los agentes. Si no se hace así, la falta de coordinación y comunicación puede llegar a agravar el problema y contribuir a la victimización secundaria de las víctimas. Corresponderá al trabajador o trabajadora social sanitaria liderar la coordinación y hacer el seguimiento de las derivaciones efectuadas.
La adaptación de los protocolos y guías existentes a las realidades locales, en forma de circuitos de intervención, facilitan la intervención profesional interdisciplinar.

1.Violencia de género

Leed el siguiente caso práctico.
La señora Ana, madre de un niño de 5 años, es atendida por su médico de cabecera por unos mareos que la paciente atribuye a las cervicales. Al indagar en sus circunstancias, la paciente comenta que está muy nerviosa, que tiene una orden de protección de su expareja, al cual condenaron con pena de prisión pero ahora mismo todavía está en la calle, y la llama por teléfono, le deja un mensaje y lo ve rondar cerca de su casa. Confiesa que le tiene terror ya que en otras ocasiones la ha agredido gravemente, a veces en presencia de su hijo. El agresor la obligó a dejar de trabajar y ahora se encuentra sin recursos económicos. Su familia vive lejos y no puede contar con su ayuda.
Reflexionad: ¿Cómo se podría abordar la situación planteada? ¿Qué intervenciones se deberían hacer desde la unidad de trabajo social sanitario?

1.1.Prevalencia

La violencia de género ha sido reconocida por la OMS (1996) no solo como una violación de los derechos fundamentales de las mujeres afectadas y de sus hijos e hijas, sino también como un problema grave de salud pública, tanto por su alta prevalencia como por su morbilidad y mortalidad. Esta violencia afecta a las mujeres a lo largo de todas las etapas de su ciclo de vida.
Según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, en España el número de víctimas mortales entre el 1 de enero del 2003 y el 30 de junio del 2013 ascendió a 686. En el 2012 se contabilizaron un total de 52 casos de víctimas mortales, en el 2013 hasta junio, un total de 28.
Del 2007 a septiembre del 2012 los juzgados españoles registraron un total de 769.478 denuncias, una media de 360 denuncias diarias. En 84.935 casos (un 11,5%) las mujeres renunciaron a continuar con el proceso judicial
El porcentaje de mujeres españolas que señaló en la Macroencuesta del 2011 haber sufrido violencia de género alguna vez en la vida fue del 10,9%, lo que equivale a más de 2.150.000 mujeres. De ellas, estarían en ese momento en situación de maltrato casi 600.000 mujeres (el 3,0% del total de entrevistadas). El perfil de la víctima sigue siendo similar: el maltrato es más común en las extranjeras y las mujeres con alguna discapacidad.
En el ámbito sanitario, estudios recientes estiman que en España las tasas de prevalencia entre las mujeres atendidas en atención primaria oscilan entre el 25-30% (Babi, 2012).
Es interesante, no obstante, destacar que la proporción de mujeres que ha logrado salir de la situación de violencia de género ha ido aumentando de forma significativa desde 1999, pasando de un 2,9% hasta el 7,9% (1.560.000 mujeres). Lo que nos tiene que animar a trabajar para aumentar la detección y la atención a las mujeres víctimas.

1.2.Marco normativo

En los últimos años en nuestro país se han sucedido una serie de acontecimientos legislativos y sociales que han cambiado la consideración de la violencia de género desde la sociedad en general y el sistema sanitario en particular. Algunos de los más relevantes son los siguientes:
La finalidad última del protocolo común, documento de referencia imprescindible, es ofrecer orientaciones al personal sanitario del Sistema Nacional de Salud (SNS) para la atención integral (física, psicológica, emocional y social) a las mujeres mayores de 14 años que sufren violencia de género y que acuden a un centro sanitario. El protocolo también ofrece indicaciones para la detección precoz, valoración y actuación con los hijos e hijas de las mujeres en situación de maltrato.
Del 2007 al 2011, 32 hombres han perdido la vida a manos de sus parejas, femenina o masculina, lo que supone un 9% de las víctimas. Del total de denuncias presentadas cada año por violencia en la pareja, unas 130.000 de media, el 2% corresponde al varón.

1.3.Raíces y causas de la violencia de género

La histórica declaración de 1993 de la Asamblea General sobre la "Eliminación de la violencia contra la mujer" brindó el marco para el análisis y la acción en los ámbitos nacional e internacional. En diciembre del 2003, dicha asamblea ordenó por primera vez que se elaborara el "Estudio a fondo sobre todas las formas y manifestaciones de la violencia contra la mujer" que salió a la luz en el año 2006.
Según las conclusiones de este estudio:
  • La violencia contra la mujer es un problema estructural generalizado y grave que afecta a las vidas de innumerables mujeres y constituye un obstáculo para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz en todos los continentes.

  • Es una violencia instrumental que constituye una violación de los derechos humanos, arraigada en las relaciones de poder históricamente desiguales entre los hombres y las mujeres y la discriminación sistémica contra la mujer, que se extiende tanto en la esfera pública como la privada.

  • Tiene numerosas formas y manifestaciones y se da en una amplia gama de escenarios.

  • Tiene un carácter continuo en la vida de las mujeres y atraviesa las esferas pública y privada, y frecuentemente las distintas formas de violencia se refuerzan mutuamente.

1.4.Tipos de maltrato

Ejemplos de maltratos extraídos de casos reales (fuente: autora):
Tenemos que tener en cuenta que en una relación de maltrato, pueden darse todos los tipos de maltrato (físicos, sexuales, psicológicos, económicos) o solamente algunos, pero no siempre existe violencia física. En cambio, cuando la violencia física está presente, siempre va acompañada de la violencia psicológica que la suele preceder.
No debemos olvidar en nuestra intervención con las víctimas que el maltrato es un proceso, no un hecho aislado o puntual, y que tiene efectos en las diferentes esferas de la vida de la mujer que deberán ser abordados de manera integral en la intervención.

1.5.El proceso de la violencia en la relación de pareja

La violencia en la pareja es uno de los ámbitos donde se puede dar la violencia de género, es la forma más común de violencia experimentada por las mujeres en todo el mundo y la más atendida en los servicios sanitarios. Esta violencia comparte con las otras formas de violencia el hecho de ser intencionada y de perseguir como objetivo el sometimiento y el control sobre la otra persona.
1.5.1.Características de la violencia en la pareja
  • Existencia de un vínculo afectivo-sexual inicial.

  • Existencia de una intimidad, una predisposición a querer compartir parte de la vida y, por tanto, a generar proyectos comunes.

  • Distancia emocional mínima entre el hombre abusador y la mujer agredida, lo que conlleva un impacto emocional muy alto en las víctimas.

  • Se da básicamente en el ámbito privado y, por tanto, a menudo es invisible para los demás, lo que se ha venido a llamar fenómeno de la doble fachada: <http://www.amnistiacatalunya.org/edu/humor/mujeres/acudit-08-03--08.html>

  • Se llega a normalizar, se cronifica y con el tiempo aumenta su gravedad: es continua y sistemática y nunca se para por sí sola.

  • Tiene como consecuencias un daño en la salud física, psicológica y social de la mujer y es un riesgo para su vida.

El estudio multipaís de la OMS del 2005 muestra una tasa de violencia dentro de la pareja en el mundo que oscila entre el 23% y el 49%:

"Las gravísimas consecuencias para la salud y el bienestar de las mujeres víctimas de esta violencia tienen efectos parecidos en la salud de la mujer, con independencia del lugar donde vivan, del carácter más o menos violento de su entorno, y de su horizonte cultural y económico".

1.5.2.Factores explicativos
Al abordar e intervenir desde el trabajo social sanitario en casos de maltrato en la pareja es importante tener en cuenta que se trata de un fenómeno multicausal.
Sociales
  • Desigualdad de género: la existencia de relaciones asimétricas. Los hombres que maltratan lo hacen porque pueden: sigue pesando una cultura sexista que atribuye y legitima un papel más agresivo a los hombres y de sumisión a las mujeres.

  • El vínculo relacional en la pareja: concepciones referidas al amor y a la pareja como fusión ("la media naranja"). La pareja como un objetivo principal vital basada en el binomio celos-fidelidad, y los celos concebidos como la máxima expresión de amor (Rojas Marcos, 2003). El mito del amor romántico todavía vigente en nuestra cultura.

  • Legitimación social histórica del uso de la violencia para la resolución de los conflictos interpersonales dentro o fuera de la pareja.

Individuales
Se considera que no hay un perfil de "hombre maltratador" igual que no lo hay de "mujer maltratada" pero sí que pueden existir factores individuales, tanto de la víctima como del agresor, que pueden desencadenar o agravar la violencia: nivel de interiorización de los roles de género patriarcales, situaciones de mayor vulnerabilidad y dependencia, adicciones y/o haber sufrido o presenciado maltratos en la infancia.
1.5.3.El ciclo de la violencia
El primer gran estudio que se llevó a cabo sobre la respuesta psicológica de las mujeres envueltas en relaciones en las que eran maltratadas fue publicado por Leonore Walker en 1979. Walker se dio cuenta de que en un gran número de mujeres que habían sufrido relaciones abusivas se repetía, en la relación, un patrón cíclico que hacía más difícil la separación. Este ciclo se desarrolla en tres fases que pueden extenderse durante un largo periodo de tiempo.
Fases del ciclo
1) Acumulación de la tensión
La persona agresora va creando tensión e irritación mediante insultos, amenazas, humillaciones y ridiculizaciones; manipula situaciones, crea confusión, provoca largos silencios y desvaloriza. La mujer recibe mensajes que hacen que sienta que su percepción de la realidad es incorrecta, duda, se siente culpable de todo lo que sucede, pierde la autoridad, la autoestima, intenta no "provocar". Estos antecedentes no suelen ser identificados como abusos por parte de la mujer.
2) Explosión de la violencia
Es el momento en que la violencia explota en forma de agresión física, psicológica, sexual... Se puede tratar de una agresión brutal, sin motivo aparente, sorpresiva. La desvalorización y la inseguridad adquirida dejan atrapada a la mujer, que experimenta el pánico y el miedo que la pueden paralizar. Puede ser que no reaccione, pero también es frecuente que en este momento la mujer ponga una denuncia o que acuda a un servicio social o sanitario para pedir ayuda o que quiera huir.
3) Fase de manipulación emocional, reconciliación o "luna de miel"
El agresor muestra una actitud de justificación de la agresión o de arrepentimiento: pide disculpas, llora, promete cambios y proyectos en común, se muestra afectuoso, amable y le pide que retire la denuncia (si la hay). Por su parte, la mujer, desconcertada ante el cambio, ya que se vuelve a sentir valorada en la relación de pareja, le perdona y cree que él ha hecho un paso hacia el cambio de actitud; le suele dar una nueva oportunidad. Puede ser que retire la denuncia o que se retire de la ayuda solicitada, o que quebrante la orden de protección. También puede ser que niegue o minimice la violencia que está viviendo y se incremente su sentimiento de culpabilidad.
Hay que tener en cuenta que el ciclo no se para nunca por sí solo, sino que se suele acelerar, se cronifica y hay una intensidad creciente que comportará un mayor riesgo para la mujer.
Es importante, pues, conocer en qué momento del ciclo la mujer acude al servicio y las repercusiones que esto puede tener en su proceso y en la relación de ayuda. Por ejemplo, es probable que a un servicio de urgencias la víctima llegue después de la fase de explosión de la violencia, y minimice sus lesiones y justifique al agresor.
Aunque el ciclo de la violencia es muy frecuente en las relaciones de pareja donde se da maltrato, no se observa en todos los casos. Recientemente se ha descrito otra forma de relación violenta llamada forma moderada de violencia (Krug y otros, 2002), en la cual hay una situación continua de frustración y amenaza, o dinámicas de relación bajo la estructura de dominación, donde solo de manera ocasional aparece la agresión física y que es más difícil de detectar.

1.6.Mujeres en situación de especial vulnerabilidad

Todas las mujeres –por el hecho de serlo– tienen riesgo de vivir situaciones de violencia de género, pero el afrontamiento de las mismas va a depender de la conjugación de factores psicosociales de riesgo y protección que cada mujer va a vivir de manera individual, evaluar estos factores será una tarea central del proceso de ayuda (Aretio, 2009).
A continuación destacamos las principales situaciones de mayor vulnerabilidad (Protocolo Común para la Actuación Sanitaria ante la Violencia de Género, 2012):
  • Aquellas que tienen que ver con el cambio vital (embarazo y puerperio, noviazgo, separación, jubilación, muerte de personas significativas).

  • Migración, tanto interna como internacional.

  • Discapacidad de cualquier tipo (física, psíquica y sensorial).

  • Estar en situación de exclusión social (adicciones, prostitución, reclusión, indigencia).

  • Residir en el entorno rural.

  • Mujeres mayores.

  • Mujeres con VIH.

En dirección opuesta se encuentran aquellos factores protectores frente a la violencia (Ruiz y otros, 2004):
  • Tener autoridad y poder fuera de la familia.

  • Rápida intervención condenatoria de la violencia por parte de la familia extensa.

  • Elevado apoyo social.

Sin olvidar las capacidades y recursos de las propias mujeres y el adecuado acompañamiento profesional.

1.7.Detección del maltrato en diferentes servicios sanitarios

Las formas agudas de presentación del maltrato (lesiones físicas graves, intento de suicido) son más visibles en los servicios de urgencias y desde el sistema judicial.
La atención primaria de salud (en adelante, APS) es un entorno privilegiado para detectar y visibilizar situaciones difícilmente detectables desde otros ámbitos como el abuso psicológico o el abuso a mujeres mayores.
La consulta de pediatría de APS permite sospechar el maltrato a través de las manifestaciones en los hijos e hijas de la mujer, y permite detectarlo en muchas mujeres que solo consultan el sistema sanitario como madres.
Otros servicios especialmente sensibles son las consultas de ginecología/obstetricia y salud mental.

1.8.Intervención desde el trabajo social sanitario

Cuando se detecte una mujer en situación de violencia (o exista una sospecha fundamentada) por parte de cualquier profesional sanitario, sería deseable que se derive el caso al trabajador o trabajadora social sanitario del centro tan pronto como sea posible, que será el profesional referente que gestionará con la mujer la globalidad de la situación y las posibles salidas, realizará el correspondiente diagnóstico social sanitario y planificará conjuntamente con el resto del equipo la intervención integral.
El diagnóstico social sanitario
El diagnóstico social sanitario deberá incluir lo siguiente:
  • Tipos de malos tratos sufridos, duración e intensidad de los mismos.

  • Evaluación del nivel de peligro de la víctima y otros familiares y necesidad de protección.

  • Comportamiento del agresor a nivel familiar y social; agresiones a otras personas o familiares.

  • Situación familiar: relaciones familiares, personas que residen en la casa, tipo de vivienda.

  • Afectación en los hijos e hijas menores.

  • Situación emocional.

  • Mecanismos de afrontamiento desarrollados por la mujer: actuaciones realizadas, peticiones de ayuda a otros servicios, denuncias previas.

  • Fase del proceso de motivación para el cambio en la que se encuentra (precontemplativa, contemplativa, determinación, acción, mantenimiento, recaída, terminación y consolidación; Prochaska y Diclemente, 1982).

  • Situación económica: ingresos y procedencia de los mismos.

  • Red de apoyo social: familiares, amigos, compañeros de trabajo o escuela, vecinos, asociaciones.

  • Situación legal: proceso de separación o divorcio, temas inmigración, régimen de visitas a los hijos e hijas, documentación.

  • Situación judicial: denuncias, juicios, órdenes de protección.

  • Necesidades de atención específicas.

Plan de intervención
Una vez completado el diagnóstico social, se elaborará un plan de intervención psicobiosocial común por parte del equipo sanitario que garantice la atención integral a la víctima y a los menores a su cargo y donde cada profesional tenga asignadas sus responsabilidades y tareas, así como el seguimiento posterior.
Aspectos básicos a tener en cuenta en la intervención que deberá ser consensuada con la mujer:
  • Informativos: derechos, servicios, temas legales y recursos de apoyo.

  • Elaboración de un plan de seguridad.

  • Atención a los hijos e hijas.

  • Económicos: gestionar ayuda económicas cuando sea necesario, apoyar con la búsqueda de empleo.

  • Vivienda o alojamiento alternativo, casa de acogida.

  • Red de apoyo social y familiar.

  • Autocuidado: ejercicio físico, recuperación de un ocio constructivo, inclusión en actividades comunitarias, mejora de la alimentación, descenso de sustancias tóxicas.

  • Emocionales y cognitivos: facilitar la expresión de sentimientos dolorosos y contradictorios, fortalecer el proceso de la toma de decisiones, manejar los sentimientos de pérdida y nostalgia en caso de una separación, desarrollo de estrategias de afrontamiento de la violencia si la víctima decide seguir conviviendo con la persona agresora, eliminar el sentimiento de culpa por la violencia sufrida, mejorar la autoestima y la autonomía personal.

Si es necesario se hará la derivación total o parcial a otros servicios de la red de atención a la violencia de género: servicios sociales de atención primaria; servicios sociales especializados, juzgados, cuerpos de seguridad; oficina de atención a la víctima del delito, asociaciones especializadas, etc.
Salvo los supuestos de urgencia vital en los que sea preciso por la gravedad de la situación recurrir a los cuerpos de seguridad, juzgados o teléfonos de urgencias para realizar acompañamientos y alojamientos alternativos, todas las derivaciones deberían ser gestionadas por el profesional de trabajo social sanitario correspondiente, que es el competente para la coordinación con el resto de servicios.
El informe social para remitir al juzgado
En función de las circunstancias particulares de cada situación, el trabajador o trabajadora social sanitaria puede realizar un informe social con el objeto de aportar el diagnóstico y la valoración social de la situación de violencia detectada y en la cual se está desarrollando intervención profesional.

1.9.Prevención

Algunas de las acciones y estrategias preventivas que se pueden impulsar desde las unidades de trabajo social sanitario son las siguientes:
  • Sensibilización y formación de los profesionales del equipo.

  • Conmemoración del día internacional contra la violencia de género (25 noviembre), hacer actos de sensibilización de la población.

  • Aplicación, puesta al día, de protocolos, guías y otros materiales.

  • Promoción y educación para la salud con perspectiva de género.

  • Grupos de padres y madres para reforzar habilidades parentales.

  • Grupos de apoyo a mujeres víctimas.

2.Malos tratos infantiles

Leed el siguiente caso práctico:
La pediatra del centro se pone en contacto con la trabajadora social sanitaria porque ha atendido a dos niños de 12 y 9 años, uno por una crisis de ansiedad y el otro porque tiene trastornos de sueño desde hace un mes. La madre, una mujer de 39 años, explica que su expareja, que tenía una orden de alejamiento y de quien no sabían nada desde hacía dos años, ha descubierto dónde viven ahora y lleva un mes amenazándola con matarlos a los tres, les llama al timbre de casa de madrugada y se da a la fuga, la llama por teléfono desde un número oculto...
Reflexionad: ¿Qué afectaciones detectamos en los menores? ¿Cómo podemos evaluar el nivel de riesgo?

2.1.Prevalencia

En la última macroencuesta realizada en el 2011, citada anteriormente, se concluye que unos 840.000 menores están expuestos a situaciones de violencia de género, cifra que representa el 10,1% del total de menores de edad residentes en España. De ellos, unos 517.000 reciben agresiones directas, lo que representa el 6,2% del total.
Se considera que estos menores son víctimas directas de la violencia de género siempre. La exposición reiterada a un ambiente de maltrato hacia la madre constituye una forma grave de maltrato psicológico hacia las hijas e hijos a su cargo, que están expuestas/os a una amplia gama de experiencias dañinas.

2.2.Efectos de la violencia de género en hijos e hijas

Las consecuencias que presentan los niños y las niñas que nacen y crecen en un contexto de violencia en la pareja son muy similares a las que presentan las mujeres y menores que han vivido maltratos directos.
Veamos algunos efectos extraídos de Orjuela y otros (2009):
  • Problemas de socialización: aislamiento, inseguridad, agresividad, reducción de las competencias sociales.

  • Síntomas depresivos: llanto, tristeza, autoestima baja, aislamiento.

  • Miedos: miedos específicos, presentimientos que pasará algo malo, miedo a la muerte, miedo a perder la madre, miedo a perder el padre.

  • Alteraciones del sueño: pesadillas, miedo a dormir solo, terrores nocturnos.

  • Síntomas regresivos: enuresis, encopresis, retraso en el desarrollo del lenguaje, actuar como niños más pequeños de lo que son.

  • Problemas de integración en la escuela: problemas de aprendizaje, dificultades de concentración y atención, disminución del rendimiento escolar. Dificultades para compartir con otros niños.

  • Respuestas emocionales y de comportamiento: rabia, cambios repentinos de humor, ansiedad. Sensación de desprotección y ver el mundo como algo amenazante. Sentimientos de culpa (por ser responsable de los conflictos entre los padres o por no haber hecho nada para evitar la violencia). Dificultad en la expresión y el manejo de las emociones. Negar o quitar importancia a la situación violenta. Tendencia a asumir el sufrimiento y la agresión como formas naturales de relación. Aprendizaje de modelos violentos y posibilidad de repetirlos, tanto en el papel de víctima como en el de agresor, con la interiorización de roles erróneos de género. Relaciones conflictivas y adicciones. Comportamientos de riesgo y de evasión. Comportamientos violentos dentro del hogar y respuestas violentas ante otras personas como defensa. Fuga del hogar.

  • Síntomas de estrés postraumático: insomnio, pesadillas recurrentes, fobias, ansiedad, Experimentación reiterada del trauma, trastornos disociativos.

  • Parentalización: asumir roles parentales y protectores hacia los hermanos pequeños.

  • En algunos casos, la muerte.

2.3.Detección

El personal de pediatría y de trabajo social sanitario tiene un importante papel en la detección, atención y prevención ante situaciones de violencia de género.
En la atención sanitaria a niños y niñas y adolescentes, la sospecha de que la problemática de salud que presentan puede ser consecuencia de estar expuestos/as a la violencia de género facilitará también la detección y la intervención con mujeres víctimas de maltrato.

2.4.Intervención desde el trabajo social sanitario

La valoración psicosocial será competencia del trabajador o trabajadora social sanitaria y si es necesario se podrá solicitar la colaboración de otros profesionales, como equipos de salud mental infanto-juvenil, equipos de atención psicológica de servicios sociales y equipos de atención psicopedagógica del sistema educativo (Protocolo Común, pág. 60).
Diagnóstico social sanitario
Con el fin de identificar la exposición de un niño o niña a una situación de violencia de género, es imprescindible garantizarle un espacio donde el menor sienta que puede comunicarse y ser escuchado, hay que crear un entorno tan cálido y acogedor como sea posible, y utilizar un lenguaje y preguntas apropiadas para su edad.
Aspectos a valorar:
  • Tipología, severidad y frecuencia de la exposición a la violencia de género.

  • Daños producidos por la violencia.

  • Salud física y equilibrio psicoemocional.

  • Nivel de riesgo.

  • Grado de protección por parte del entorno más inmediato.

  • Escolarización y tiempo libre.

  • Fuerza y calidad del vínculo con la madre.

  • Relación con el padre.

  • Grado de resiliencia del propio menor: estrategias y recursos de afrontamiento aplicados.

  • Aspectos legales y jurídicos.

  • Necesidades específicas.

En el caso de que se determine una situación de maltrato que comporte un riesgo vital para el menor o que requiera una atención médica especializada, será necesaria la coordinación con el hospital de referencia. Asimismo, será necesaria la coordinación con los dispositivos de servicios sociales de atención y protección del menor.

2.5.Prevención

Algunas de las estrategias de prevención podrían ser las siguientes:
  • Actuaciones de sensibilización y concienciación de la ciudadanía.

  • Trabajo en red y comunitario.

  • Formación a profesionales sanitarios y educativos.

  • Talleres de capacitación parental para madres y padres.

  • Grupos de apoyo a madres jóvenes.

  • Educación en salud sexual y afectiva para menores y adolescentes.

3.Malos tratos a mayores

"De todas las formas de violencia, esta es la más oculta", Mercedes Tabueña, experta en el maltrato a la tercera edad, profesora en la UB y miembro de EIMA.

Leed el siguiente caso práctico:
¿Creéis que se trata de una situación de maltrato? ¿De qué tipo? ¿Cómo podríamos enfocar la intervención?

3.1.¿Qué son los malos tratos a mayores?

De todas las definiciones que aparecen en la literatura especializada, destacan dos:

"Cualquier acto o omisión que genere un daño, intencionado o no, que se produzca en el medio familiar, comunitario o institucional que vulnere o haga peligrar la integridad física o psíquica, el principio de autonomía o el resto de derechos fundamentales del individuo, y que se pueda constatar de manera objetiva o percibir de manera subjetiva, independientemente de la intencionalidad o no del entorno en que se produce".

Declaración de Almería (1995)

"Acción única o repetida, o la falta de una respuesta adecuada, que se produce en cualquier relación en la que haya una expectativa de confianza y que provoca daños o angustia en una persona mayor".

OMS Toronto (2002)

Hay diferentes formas: abuso físico, psicológico, sexual, económico, negligencia, abandono y vulneración de derechos, siendo las más frecuentes el económico y el psicológico. El maltrato a los mayores es un fenómeno multidimensional y multifactorial.
Como en otras manifestaciones de la violencia, las causas son múltiples: envejecimiento progresivo de la sociedad, cambios en las estructuras familiares, incremento del número de personas dependientes, el "edatismo"(la discriminación por la edad de los mayores), mitos y estereotipos sobre la vejez que provoca una infravaloración propia y de los demás... a las que hay que añadir las características individuales y las circunstancias, tanto de la persona maltratada como de la persona que ejerce la violencia.
A las víctimas les cuesta mucho dar el paso para denunciar o solicitar ayuda, bien porque se sienten indefensas, porque temen represalias, no quieren escándalos, no se dan cuenta o lo justifican, ignoran la posibilidad de ayuda, quieren proteger a sus familiares o se sienten culpables e impotentes. El entorno, además, suele negar el problema, lo minimiza o desconoce los recursos de apoyo. Como en los otros tipos de maltrato, el silencio es siempre cómplice de la violencia. Son por ello fundamental la detección y el abordaje del maltrato que podemos hacer desde los servicios sociosanitarios, hospitalario y de atención primaria.

3.2.Prevalencia

Los malos tratos a personas mayores se pueden observar en todas las clases sociales y en cualquier nivel cultural, y afectan tanto a mujeres como a hombres, aunque la literatura especializada afirma la existencia de diferencias significativas asociadas al género (Bazo, 2003; Barbero y otros, 2005; Morlan, 2009), según las cuales las mujeres presentan una prevalencia mayor.
No hay estadísticas precisas, pero sí hay estimaciones que nos muestran una alta prevalencia. Según el informe de la OMS publicado en el 2011, "European report on preventing elder maltreatment", en Europa un 2,7% de las personas mayores de 60 años sufrieron maltrato físico, un 0,7% maltrato sexual, un 2,8% económico, y un 19,4% padecieron maltrato psicológico. Cada año mueren en Europa 2.500 ancianos a causa de malos tratos.
Según otro estudio del 2008, "Maltrato de personas mayores en la familia en España" de Isabel Iborra, el maltrato aumenta a medida que aumenta la dependencia. El 2,9% de los ancianos con gran dependencia son maltratados. Las personas con Alzheimer pertenecen al grupo de más riesgo.

3.3.Intervención desde el trabajo social sanitario

3.3.1.Tipos de malos tratos y señales de alerta
Para poder detectar las diferentes formas de maltrato será necesario reconocer los indicadores que acompañan a cada una de las formas mencionadas. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que será necesario contextualizar las señales de alerta descritas a continuación y valorarlas con prudencia. La existencia de uno o más indicadores no siempre significa que estemos ante un caso de maltrato. Los tendremos que tratar como signos que requerirán una atención específica o bien una investigación concreta.
Cualquier profesional de la salud puede detectar maltrato en cualquier dispositivo sanitario. Asimismo, también se puede producir a partir del reconocimiento y expresión de la propia persona afectada o por la comunicación de sospecha de maltrato por parte de familiares o personas próximas y por parte de otros profesionales.
Definiciones y señales de alerta de las diversas categorías de maltrato a las personas mayores
Definición
Señales de alerta

1. Abuso físico

Uso de la fuerza física que ocasiona dolores o lesiones corporales. Incluye además restricciones o confinamientos no apropiados a camas, sillas o en una habitación, y el uso inapropiado de fármacos, como sedaciones sin prescripción o alimentación forzada.

Cortes, golpes, quemaduras, pinchazos, moratones, marcas de sujeción, llagas no curadas, lesiones en zonas del cuerpo escondidas, caídas reiteradas inexplicables fracturas.

Sobredosis o infradosis de medicación en sangre. Desnutrición o deshidratación, hipotermia e hipertermia.

2. Abuso psicológico o emocional

Es infligir angustia, pena o estrés a través de actos o palabras. Se incluyen las agresiones verbales repetidas como amenazas, intimidaciones que denigran a la persona o hieren su identidad, dignidad o autoestima; los castigos como el del silencio o de privaciones; aislar o apartar a la persona de sus amistades y de sus actividades habituales, y la infantilización.

Insultos, humillaciones, trato diferente, amenazas, gritos, desamparo, pasividad, aislamiento, infantilización.

Miedo, eludir el contacto visual, físico o verbal con la persona agresora. Ira, negación, agitación, actitudes contradictorias o ambivalentes. Confusión, desorientación, ansiedad y depresión. Intento de suicidio.

3. Abuso sexual

Incluye todo contacto sexual sin consentimiento: violación, atentado contra el pudor, acoso. También los contactos sexuales con una persona incapaz de dar su consentimiento, y los tocamientos.

Declaración de la propia persona. Ropa interior rasgada o manchada. Comportamiento sexual desinhibido. Rechazo a contactos físicos.

4. Abuso económico o financiero

Uso ilegal o indebido de propiedades o finanzas que pertenecen a la persona mayor. Modificación forzada o coercitiva del testamento u otros documentos jurídicos; negar el derecho al acceso y control de los fondos personales; fraudes, robos o hurtos cometidos por una persona de confianza; firma de documentos sin información clara del contenido. También incluye acuerdos poco equitativos en relación a traspaso de bienes a cambio de unos servicios de atención. Se excluyen delitos comunes realizados por desconocidos.

Desaparición de joyas, objetos de arte o de valor. Movimientos bancarios sospechosos, deudas y gastos anormales. Pérdida de patrimonio, renuncia o cambios con transmisión de poderes repentinos. Ventas fraudulentas y engañosas. Interés inusitado para hacerse cargo de la persona mayor.

Demandas no justificadas de incapacitación.

5. Negligencia

No atender las necesidades de la persona mayor. Incluye las necesidades básicas de salud, ropa, higiene, alimentación, vivienda, seguridad, confort y el no cumplimiento de los deberes fiduciarios de una persona. Puede ser intencionada o no intencionada por falta de capacidad, información, interés o recursos

Condiciones de vida peligrosas: no disponer de una vivienda con condiciones de habitabilidad o también sucia, con acumulación de basura y malos olores. Ropa inadecuada, falta de higiene personal, parásitos o infecciones. Malnutrición, problemas de salud sin tratamiento o cura. Falta de prótesis auditivas, dentales o gafas, si son necesarias.

6. Abandono

Es la deserción por parte de la persona (o institución) cuidadora que está al cargo de la persona mayor y la desampara voluntariamente.

Abandonar a la persona mayor en una institución, ya sea en un hospital, residencia geriátrica, en la calle o en el domicilio.

7. Vulneración de derechos

Consiste en la agresión, privación o no reconocimiento de los derechos fundamentales como: dignidad, respeto, intimidad, confidencialidad y participación.

La libertad es un derecho fundamental como lo es el derecho a decidir.

Falta de respeto a la intimidad y a la libertad. Censura de la correspondencia. No tener en consideración los deseos y decisiones de la persona mayor sobre aspectos vitales (dónde, cómo y con quién quiere vivir). Los tratos discriminatorios y desconsiderados.

Fuente: EIMA; M.Tabueña; J.Muñoz (2012). Guia Local per fer front als maltractaments a les persones grans. Diputación de Barcelona.

3.3.2.Diagnóstico social sanitario
Una vez detectada una posible situación de maltrato, se tendrán que hacer una serie de actuaciones para confirmar o descartar las sospechas de malos tratos.
La valoración interdisciplinar deberá hacer referencia a los aspectos de salud física, psíquica y cognitiva, social y familiar y tener en cuenta la severidad del maltrato, la capacidad de la persona, la aptitud para decidir, la accesibilidad y los recursos disponibles. Cada uno de estos aspectos cuenta con sus propias herramientas de apoyo que suelen ser las escalas y test validados: Barthel, Lawton, MEC, Goldberg o Yesavage, por ejemplo.
En cuanto a la evaluación social y familiar, competencia del trabajador social sanitario, deberemos tener en cuenta lo siguiente (Guía de la Diputación de Barcelona, pág. 19):
  • Debe incluir una amplia gama de parámetros: ambientales, económicos, red de apoyo, afectos y conflictos familiares, actividad social, hábitos, creencias y actitud para aceptar la situación y la ayuda que se le ofrece.

  • También es necesario evaluar la situación de agotamiento y estrés de la persona cuidadora de las personas dependientes con deterioro cognitivo.

Algunas de las técnicas y escalas a utilizar son las siguientes:
  • entrevista,

  • visita domicilio,

  • escala Zarit,

  • escala Filadelfia,

  • escala OARS,

  • escala de Gijón,

  • cuestionario DUKE-UN y

  • APGAR familiar.

La clave principal para las entrevistas será generar una relación de confianza. Se harán por separado: a la persona mayor maltratada, a la presunta responsable del maltrato y a otras personas de su entorno. Las visitas a domicilio cuando sean posibles nos darán una información muy valiosa. Será necesario generar en todo momento un ambiente de calidez y confort, y usar un lenguaje que se adapte a las condiciones de la persona mayor. También tendremos que estar atentos a los elementos de la comunicación no verbal y potenciar su autoestima haciendo énfasis en la no culpabilización de la persona mayor.
Hay una serie de instrumentos específicos diseñados para ayudar a los profesionales a discernir la existencia o no de malos tratos que requieren conocimiento y entrenamiento específicos para su administración (Guía de la Diputación de Barcelona, pág. 22):
  • EASI (Elder Abuse Suspicion Index)

  • Cuestionario de detección de la Canadian Task Force

  • Indicadores de maltrato en el cuidador y la persona mayor (IOA)

  • Hwalek-Segstok Elder Abuse Screening Test (HS/EAST)

Es conveniente realizar un informe social que podrá ser útil para futuros procesos judiciales, en caso de que los hubiera.
3.3.3.La actuación desde los servicios sanitarios
Una vez realizada la evaluación integral y consensuada por parte del equipo multidisciplinar, tendremos los elementos para decidir si hay que iniciar acciones para proteger a la persona mayor víctima de malos tratos, y para definir con qué otros servicios jurídicos, policiales, sociales o sanitarios nos tendremos que coordinar. En cualquier caso la intervención se orientará a preservar ante todo los derechos de las personas mayores y se debería coordinar desde la unidad de trabajo social sanitario.
Si la víctima tiene capacidad de decidir, nuestra intervención se centrará en:
  • Informarla y asesorarla sobre los recursos a que puede acceder.

  • Darle apoyo emocional y potenciar sus recursos personales.

  • Consensuar con la persona el plan de actuación propuesto por los profesionales.

  • Potenciar los vínculos familiares y sociales.

  • Considerar las acciones legales (denuncia, medidas cautelares, etc.).

Si la víctima no tiene capacidad de decidir, se centrará en:
  • Comunicación y/o denuncia de la situación a juzgado o fiscalía según proceda.

  • Solicitud de medidas cautelares.

  • Valoración profesional para la aplicación de recursos de urgencia.

  • Coordinación con otros servicios.

  • Petición de ingreso involuntario.

3.4.Prevención

Las estrategias preventivas van dirigidas a evitar o reducir la violencia y el maltrato mediante la disminución de los factores de riesgo e impedir la normalización, así como acciones dirigidas a sensibilizar la ciudadanía, especialmente a las personas mayores.
Factores de riesgo
Factores de riesgo persona mayor
Factores de riesgo persona responsable maltrato

Dependencia física, psíquica, emocional y económica.

Aislamiento social.

Cohabitación.

Situación de dependencia económica o bien personas con ahorro y otros bienes.

Deterioro cognitivo y alteraciones de conducta.

Demencia.

Historia de violencia familiar, sobre todo entre cónyuges.

Cuidar al dependiente sin ayudas durante periodos muy largos: claudicación, sobrecarga.

Falta de formación y apoyo.

Abuso de sustancias tóxicas.

Enfermedad mental.

Transmisión violencia familiar.

Dificultades familiares: paro, estrés, aislamiento, divorcio, problemas económicos, baja autoestima...

Pareja de edad avanzada cuidadora.

Ejemplos de medidas de prevención
  • Llevar a cabo acciones de sensibilización con motivo del "Día mundial sobre la prevención de los abusos a personas mayores", el 15 de junio.

  • Potenciar la formación de profesionales y la investigación.

  • Promover la realización del documento de voluntades anticipadas (DVA), documento de previsiones patrimoniales, medidas cautelares, etc.

  • Actuaciones dirigidas a mejorar la calidad de vida de las personas mayores e intervenir en las situaciones de vulnerabilidad.

  • Medidas de apoyo para los cuidadores: cursos específicos, grupos de apoyo...

Campaña "Tracta'm bé" (Cataluña)
Campaña "No dejes que ocurra" (País Vasco)

3.5.Marco normativo y protocolos existentes

No existe una legislación específica para combatir el maltrato a las personas mayores como sí pasa con la violencia de género. No obstante, en los últimos años se han ido elaborando diferentes documentos, protocolos y guías que orientan la actuación en el abordaje de esta problemática. Es recomendable, siempre que sea posible, la elaboración de protocolos locales para optimizar la intervención interdisciplinar y el trabajo en red.
Documentos destacados de la base de datos de Portal Mayores relacionados con el maltrato en sus distintos ámbitos, editados por Portal Mayores, IMSERSO y Observatorio de Personas Mayores.
  • A. Martínez Maroto (2005). El maltrato a personas mayores y su regulación en la legislación española. IMSERSO.

  • Gobierno Vasco (2011). Cien propuestas para avanzar en el bienestar y el buen trato a las personas que envejecen. Bases para un Plan de Acción. Departamento de Empleo y Servicios Sociales.

  • Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (2011). Guía Práctica del Buen Trato a las Personas Mayores.

  • Gobierno de Aragón (2011). El trato a las personas mayores. Promoción del buen trato y detección de malos tratos.

  • Ayuntamiento de Madrid (2010). Buen trato a las personas mayores.

  • Consejo General del Poder Judicial (2010). Personas mayores vulnerables: maltrato y abuso.

  • Obra Social Caixa Catalunya (2009). Prevenir y actuar contra los malos tratos a las personas mayores.

  • N. Ararteko Etxaniz; F. J. Leturia Arrazola (2009). Los derechos de las personas mayores y la prevención del maltrato.

  • IMSERSO; OMS; SEGG (2007). Malos tratos a personas mayores. Aportación española a los avances internacionales en la adaptación lingüística y cultural de un instrumento de detección de sospecha de maltrato hacia personas mayores.

  • UGT (2006). El maltrato a las personas mayores en la legislación española.

4.Atención a los hombres que ejercen violencia

Las competencias de intervención y tratamiento de los hombres condenados por violencia de género corresponden al Ministerio del Interior, a través de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (excepto en Cataluña), todo ello sin perjuicio de los programas desarrollados por algunas comunidades autónomas en su territorio.
En aquellos casos en los que él mismo, como paciente, solicitara ayuda a los servicios sanitarios para modificar su conducta violenta, el trabajador o trabajadora social sanitario le ofrecerá información sobre los recursos y programas disponibles en su lugar de residencia (Protocolo Común, pág. 71).

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