La perspectiva sociológica
© Joan Estruch i Gibert
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© de esta edición, FUOC, 2019
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Realización editorial: FUOC
Índice
Introducción
Objetivos
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Entender qué queremos decir cuando afirmamos que la sociología es una forma determinada de situarse ante la realidad y de interrogarse sobre esta, así como una forma de ver cuáles son las características principales de dicha perspectiva sociológica. Es decir, saber desde dónde hablamos cuando hablamos desde la sociología.
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Empezar a entender el objetivo de la sociología, aquello que los siguientes módulos se encargarán de explicar de manera más sistemática, o lo que es lo mismo, saber de qué hablamos cuando hablamos de la sociedad.
1.Las ambigüedades de la sociología
"Por este camino el sociólogo busca el reconocimiento social que le falta: a fuerza de confirmar él mismo los clichés y los prejuicios que guían las percepciones culturales de los otros, adjudicándoles una patente de garantía científica, el sociólogo se ve recompensado por la confirmación de su identidad profesional, el reconocimiento de la "cientificidad" de su tarea. En resumidas cuentas: me encuentro –yo, sociólogo– con que la sociedad no acaba de admitir el carácter "científico" de mi trabajo; les diré que lo que ellos consideran cierto es "científicamente" cierto. Deseosos como están de que les confirmen la certeza de aquello que para ellos es cierto y convencidos como están de la relación íntima entre ciencia y verdad, bien estarán dispuestos a admitir a cambio la cientificidad de mi ciencia si con ella les confirmo la certeza de sus certezas."
Salvador Cardús; Joan Estruch (1984, pág. 65).
1.1.Sociología y filantropía
"La imagen del sociólogo implicada aquí podría describirse como una versión secularizada del liberal Clero Protestante, proporcionando quizá el secretario de la YMCA (Asociación de Jóvenes Cristianos) el vínculo de enlace entre la obra social sagrada y la profana".
Peter L. Berger (1971, pág. 12).
1.2.Sociología y reforma social
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por una parte, la ideología reformista de gran parte de esta sociología inicial;
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por la otra, la aparición de las figuras de los grandes "clásicos" de la disciplina, de entre los cuales podríamos citar:
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En Francia, Auguste Comte, que la bautiza, y Émile Durkheim, que la consagra como ciencia al servicio de la creación de una nueva moral laica, sustituyendo el papel que ejercían las antiguas tradiciones religiosas, y que garantiza la cohesión social.
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En Alemania, Karl Marx, como el gran profeta del futuro de esta sociedad industrial capitalista, y Max Weber, como el primero de los clásicos de la sociología que, rompiendo con esta concepción positivista de la ciencia, corta el cordón umbilical que vinculaba la sociología a la reforma social.
1.3.Sociología y encuestas
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datos objetivos ("¿en qué año naciste?");
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datos de comportamiento ("¿cuántas veces has ido al cine en los últimos quince días?", "¿a quién votaste en las últimas elecciones?");
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opiniones ("¿te gusta el cine?", "¿te consideras de derechas o de izquierdas?").
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De los datos relativos a la edad, se puede extraer una pirámide de edades, útil y fiable a pesar de que esta todavía no nos indique demasiadas cosas más que ofrecernos una descripción de una situación determinada en un momento concreto.
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A partir de la frecuencia de visitas al cine, podemos hacernos una idea de un aspecto determinado del consumo cultural.
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Del porcentaje de personas que dicen que les gusta el cine no vamos a obtener nunca más que eso: comprobar cuántas personas afirman que les gusta el cine cuando se lo preguntas, sin saber a ciencia cierta qué quieren decir cuando afirman que les gusta el cine, y sin ni siquiera saber de manera aproximada si las que dicen que les gusta el cine quieren decir lo mismo cuando lo dicen.
2.Las principales características de la perspectiva sociológica
2.1.Una perspectiva parcial
2.2.Una perspectiva crítica
"A estas alturas puede resultar evidente que los problemas que interesan a un sociólogo no son necesariamente los que otra gente puede llamar «problemas». La manera en que los funcionarios públicos y los periódicos (y ¡ay!, algunos libros de texto en materia de sociología) hablan acerca de los «problemas sociales» sirve para oscurecer este hecho. La gente habla generalmente de un «problema social» cuando algo en la sociedad no funciona en la forma en que se supone que debería hacerlo según las interpretaciones oficiales. En este caso, esperan que el sociólogo estudie el «problema» tal como ellos lo han definido y que tal vez dé una «solución» que atienda el asunto a su propia satisfacción. En contraste con este tipo de expectativa, es importante comprender que un problema sociológico es, en este sentido, algo totalmente diferente de un «problema social». […] Así, el problema sociológico no consiste tanto en saber por qué algunas cosas «funcionan mal» desde el punto de vista de las autoridades y de la administración de la escena social, sino, en primer lugar, cómo funciona todo el sistema, qué conjeturas pueden extraerse de él y por qué medios se mantiene sin interrupción. El problema sociológico fundamental no es el crimen, sino la ley; no es el divorcio, sino el matrimonio; no es la discriminación racial, sino la estratificación definida racialmente; ni la revolución, sino el gobierno."
Peter L. Berger (1971, pág. 58 y sig.).
2.3.Una perspectiva desenmascaradora
2.4.Una perspectiva relativizadora
"La reificación es la aprehensión de los fenómenos humanos como si fuesen cosas, vale decir, en términos no humanos o posiblemente sobrehumanos. Se puede expresar de otra manera diciendo que reificación es la aprehensión de los productos de la actividad humana como si fuesen algo distinto de los productos humanos, como hechos de la naturaleza, como resultados de leyes cósmicas, o manifestaciones de la voluntad divina. La reificación implica que el hombre es capaz de olvidar que él mismo ha creado el mundo humano, y, además, que la dialéctica entre el hombre, productor, y sus productos pasa inadvertida para la conciencia. El mundo reificado es, por definición, un mundo deshumanizado, que el hombre experimenta como facticidad extraña, como un opus alienum sobre el cual no ejerce control mejor que el del opus proprium de su propia actividad productiva."
Peter L. Berger; Thomas Luckmann (1968, pág. 116 y sig.).
3.El objeto de estudio de la sociología: la sociedad
3.1.La persona como ser social
3.2.La rutinación de la experiencia
3.3.Relaciones personales y relaciones anónimas
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En el primer caso podríamos decir que todos se conocen entre sí, y se conocen desde todos los puntos de vista. En el segundo, en cambio, nadie conoce a casi nadie desde cualquier punto de vista.
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Las relaciones primarias implican dosis considerables de afectividad, mientras que en las relaciones anónimas el criterio de la funcionalidad es prioritario.
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Por otra parte, el predominio de las relaciones más directas supone unas formas de control social polivalente, motivo por el cual el individuo integrado en el mundo urbano tiende a valorar de manera positiva un cierto grado de anonimato en sus relaciones personales.
3.4.El marco de la vida cotidiana
"Sus fenómenos [de la realidad de la vida cotidiana] se presentan dispuestos de antemano en pautas que parecen independientes de mi aprehensión de ellos mismos y que se le imponen. La realidad de la vida cotidiana se presenta ya objetivada, o sea, constituida por un orden de objetos designados como objetos antes de que yo apareciera en escena. El lenguaje usado en la vida cotidiana me proporciona continuamente las objetivaciones indispensables y dispone el orden dentro del cual la vida cotidiana tiene significado para mí. Vivo en un lugar que tiene un nombre geográfico; utilizo herramientas, desde abrelatas hasta autos deportivos, que tienen un nombre en el vocabulario técnico de la sociedad en que vivo; me muevo dentro de una red de relaciones humanas –desde el club al que pertenezco hasta los Estados Unidos de América– que también están ordenadas mediante un vocabulario. De esta manera el lenguaje marca las coordenadas de mi vida en la sociedad, y llena esa vida de objetos significativos."
Peter L. Berger; Thomas Luckmann (1968, pág. 39).