¿Cómo se planifica una investigación?
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Índice
1.El método científico: las fases del método
Para lograr los objetivos que hemos señalado en el apartado «La investigación, una
actividad para la obtención de conocimiento: supuestos, objetivos y características»
del módulo didáctico «¿Qué es y qué no es la investigación?», la investigación sigue
un conjunto ordenado de acciones, que podemos dividir en fases o etapas, en cada una
de las cuales el investigador efectúa unas tareas concretas. Cada tarea depende de
las tareas efectuadas en la fase anterior, que a su vez influirán en la manera de
hacer las tareas de las fases siguientes. Ahora bien, a pesar de que siguen una secuencia
ordenada, las tareas que se efectúan no son un tipo de receta que hay que seguir de
pe a pa, sin posibilidad de variaciones, sino más bien muestran una manera general
de proceder que se adapta a cada investigación concreta. El investigador experto suele
trabajar en varias fases a la vez según las necesidades que marca la progresión de
la investigación. Ahora bien, esta flexibilidad es posible cuando se está acostumbrado
al método, pero se recomienda que el investigador novel, que se encuentra en periodo
de formación, siga las fases de manera más estricta. En cualquier caso, esta manera
general de proceder, que genéricamente hemos denominado método científico, permite
obtener unos conocimientos que disfrutarán de las propiedades que hemos detallado
en el módulo didáctico «¿Qué es y qué no es la investigación?». Veamos ahora en qué
consiste y qué tareas concretas hay que hacer en cada fase.
La aplicación del método es más una actividad continua que una serie de acciones discretas,
separadas claramente unas de otras. Como no es una receta, sino una manera general
de proceder, la división en fases tiene un componente más didáctico que estrictamente
prescriptivo. Por ello, cuando a efectos didácticos se secciona todo el proceso en
fases, obtendremos más o menos según si queremos mostrar una visión más general o
entrar más en el detalle. En el presente texto hemos optado por mostrar el proceso
en grandes fases, fácilmente adaptable a gran variedad de situaciones de investigación.
Pero a pesar de mantener la visión de conjunto, ofrecemos suficientes elementos en
cada fase con el fin de que cualquier lector, con este primer contacto con el quehacer
de la investigación, sea capaz de establecer juicios críticos y también de plantear,
a nivel básico, proyectos de investigación. Identificaremos cinco grandes fases e
indicaremos las tareas que hay que realizar en cada una, tal como muestra la figura
1. Cada fase se puede caracterizar por unas preguntas a las cuales tendremos que responder
para avanzar a la fase siguiente.
Figura 1. Esquema de las fases del método científico y las preguntas que hay que responder
en cada una.

1.1.Delimitación del problema y objetivos
La primera tarea que afronta el investigador es especificar el aspecto o problemática
que interesa conocer de un acontecimiento, consecuencia de su interés científico.
Al final de esta fase hay que responder sin ambigüedades a dos preguntas básicas:
«¿qué queremos saber?» y «¿por qué lo queremos saber?». Es decir, cuál es la problemática
de investigación y qué interés tiene.
Para responder a la primera cuestión hay que formular con exactitud qué se quiere
estudiar. Temas genéricos que pueden ser de interés para el investigador (por ejemplo,
drogodependencias, violencia machista o enfermedades mentales) habrá que irlos refinando
hasta que se pueda formular el problema concreto. Bien es cierto que el problema inicial
que atrae el interés del investigador, y que le sirve de motivación para iniciar su
actividad de investigación, puede ser más o menos amplio, pero el planteamiento de
problemáticas muy generales no se soluciona en una única investigación. De hecho,
una investigación aislada, a pesar de que proporcione resultados espectaculares, no
suele aportar mucha información. Los avances importantes suelen producirse por la
confluencia, a menudo en una aproximación gradual, de los resultados que proporcionan
varias investigaciones, cada una de las cuales resuelve un problema específico (es
lo que denominamos líneas de investigación). A pesar de que en el siguiente apartado del presente módulo didáctico expondremos
de manera más detallada el modo de detectar y plantear problemas de interés para la
investigación, de momento proporcionaremos algunas indicaciones de cómo debería ser
un problema de investigación que responda a las dos preguntas de esta fase.
De un planteamiento adecuado del problema, es decir, responder a la pregunta «¿qué
queremos saber?», dependerá que lleguemos a conclusiones relevantes para nuestro campo
de conocimiento. Esta primera tarea, a pesar de parecer obvia, es sin duda la fase
crítica de cualquier investigación porque, al ser la que inicia el proceso, todas
las tareas que se realizan en las fases siguientes dependen de ella. Un mal planteamiento
inicial hará que todas las demás fases sufran las consecuencias y que la investigación
acabe en un callejón sin salida o proporcione resultados tan ambiguos que resulten
inútiles. Hace falta, por tanto, poner el máximo cuidado e invertir el tiempo que
sea necesario en informarse sobre qué conocimientos se tienen actualmente sobre el
tema de interés. Por supuesto, el investigador experimentado en una línea de investigación
consolidada tendrá que dedicar menos tiempo que el investigador novel que empieza
a integrarse en las líneas de investigación de un equipo de trabajo. Pero tanto si
es novel como experto, el investigador tiene que dedicarle el tiempo requerido hasta
dominar el tema de investigación y las problemáticas que se derivan de él. Incluso
un investigador muy experimentado, si comienza una nueva línea de investigación sobre
un tema que le es poco familiar, a efectos prácticos, se encontraría con la misma
situación que un investigador novel.
Para iniciar cualquier investigación es imprescindible conocer los antecedentes relacionados
con el objetivo de estudio: qué estrategias de investigación se han usado, qué hallazgos
empíricos se han logrado, las conclusiones a las que se han llegado, los desarrollos
teóricos, etc.; los cuales se muestran y comentan de manera crítica en los medios
de comunicación científica habitual (artículo especializado, síntesis monográfica,
comunicación en un congreso, etc.). Cualquier investigador, sea novel o no, los tiene
que conocer si quiere plantear preguntas relevantes. La revisión bibliográfica del tema de investigación es una tarea esencial en esta primera fase del método y
permite al investigador conocer el estado de la cuestión. No se trata simplemente
de hacer una lectura acumulativa, sino crítica y valorativa, priorizando aquello que
se cree más importante e intentando encontrar vacíos de conocimiento, contradicciones
y vacíos en la argumentación teórica que lleven a formular objetivos y preguntas de
investigación. La información y la reflexión tienen que ser constantes en todas las
fases del proceso de investigación, pero toman especial relevancia en esta primera.
En resumen, un buen planteamiento de la problemática de investigación es una buena
garantía para hacer hallazgos relevantes; un mal planteamiento no conduce a ninguna
parte
Los problemas no han presuponer soluciones absolutamente evidentes, sino que deben
presentar unas dificultades básicas que impulsen al investigador a actuar. Cuando
nos preguntamos «¿por qué lo queremos saber?» no nos referimos a un interés necesariamente
de tipo pragmático, sino también al posible interés por una determinada teoría. Los
problemas de investigación deben tener un interés desde el punto de vista teórico,
aplicado o ambos. Tanto en un caso como en el otro, si carecen de relevancia, la investigación
proporciona resultados banales con respuestas absolutamente obvias o tautológicas.
La mejor garantía para prevenir la banalidad es también el análisis detallado de los
conocimientos acumulados previamente por otros investigadores sobre la temática que
se pretende estudiar.
1.2.Formulación de hipótesis
Es habitual que después de delimitar el problema en el doble aspecto de concreción
y relevancia científica el investigador avance alguna posible explicación o hipótesis, que es una especulación razonada que avanza una posible solución al problema planteado.
Es un planteamiento hecho sobre el papel (de aquí la palabra especulación), fundamentado en los conocimientos previos (de aquí el calificativo de razonada) y que habrá que someter a la observación empírica para determinar si es o no la
solución adecuada. Las hipótesis tienen el objetivo de orientar la investigación y
evitar la dispersión del esfuerzo, centrándolo hacia un posible conjunto de variables
donde se supone que encontraremos la solución al problema. Ahora bien, solo cumplen
de manera eficiente su misión de conducir la investigación hacia una dirección enriquecedora
cuando están bien fundamentadas en un cuerpo de conocimientos teóricos y empíricos.
En la figura 1 la tarea de formulación de hipótesis la hemos situado entre corchetes.
Comentábamos que para cumplir su función, las hipótesis tienen que estar bien fundamentadas,
pero si el problema de investigación es nuevo o no se le han dedicado demasiados esfuerzos
de investigación, es lógico que se disponga de poca información empírica y que las
formulaciones teóricas sean nulas o poco consistentes. Entonces, es lícito preguntarse
si en este caso podemos formular una hipótesis. En definitiva, podemos preguntarnos
si todas las investigaciones tienen que disponer de hipótesis, es decir, si esta es
una tarea necesaria del método; o si esto es opcional, en función de si se dispone
de suficiente información sobre la problemática de investigación. En el supuesto de
que no dispongamos de suficiente información, podremos plantear investigaciones de
un carácter más bien exploratorio, sin hipótesis, cuyo objetivo es proporcionar una
primera información de la problemática planteada que permita avanzar hacia investigaciones
más específicas o confirmatorias (que sí dispondrían de una hipótesis explícita que
se sometería a contrastación empírica). Así, los resultados obtenidos en investigaciones
de tipo más bien tentativo o exploratorio también son muy útiles porque sirven para
delimitar de manera progresiva el problema y avanzar en su conocimiento.
No obstante, la tipología de investigaciones que hemos mostrado (exploratorias frente
a confirmatorias), en función de si dispone o no de hipótesis, constituye más un eje
que una dicotomía bipolar, donde entre los dos extremos habría muchas situaciones
intermedias, que irían desde investigaciones solo con unas expectativas generales
sobre las variables hasta otras con hipótesis muy específicas sobre la acción de las
variables. En cualquier caso, fijémonos en que difícilmente el investigador va totalmente
a ciegas. Incluso en los casos en los que dispone de poca información previa, siempre
tendrá alguna idea de qué variables pueden ser relevantes para solucionarlo. A pesar
de que la investigación se plantee como un tanteo muy exploratorio, el investigador
debe tener una idea de qué y dónde tiene que explorar, pues no puede explorarlo todo.
Esta idea previa de qué y dónde hay que explorar ya conduce la investigación hacia
determinada dirección. Por ello, a pesar de que en sentido estricto no se pueda afirmar
que hay una hipótesis formulada, a efectos prácticos, la idea previa de qué y dónde
explorar hace el mismo papel de guiar la actividad de investigación que haría una
hipótesis en el sentido más estricto.
En resumen, cuando formulamos el problema de investigación, si lo permiten los conocimientos
previos sobre el tema, podremos avanzar una posible solución que contribuya a guiar
las siguientes actividades y concentrar el esfuerzo de manera eficiente. Si no disponemos
de esta información, no podremos formular estrictamente una hipótesis, a pesar de
que el investigador habrá elegido dónde centrar su esfuerzo de investigación. Es decir,
haya o no una hipótesis más o menos formalizada, el investigador tendrá que acotar
las variables en las que cree que encontrará la solución al problema planteado y según
esto, planificar las actividades de la siguiente fase del método.
1.3.Comprobación empírica
Según el esquema de la figura 1, la segunda etapa del método científico consiste o
bien en la comprobación empírica de la hipótesis, en caso de que dispongamos de una
verdadera hipótesis, o bien en obtener información empírica de las variables donde
el investigador cree que puede obtener un conocimiento significativo del problema
de investigación. En el primer caso, el objetivo es obtener datos para decidir si
aquello que dice la hipótesis de las variables concuerda con los referentes empíricos,
es decir, observar a nivel empírico cómo se comportan las variables expresadas en
la hipótesis y comprobar si se ajustan a ello. Si se ajustan, deja de ser una mera
especulación sobre el papel y se aceptan como un hecho empírico; en caso de que no
se ajusten, hay que buscar una nueva hipótesis, que iniciará un nuevo proceso de contrastación
empírica. Cuando no se dispone de una verdadera hipótesis, se trata de obtener datos
que ayuden a la delimitación y refinamiento progresivo del problema de investigación.
Tanto si es un caso como el otro, hay que responder a la pregunta «¿cómo lo haremos
para saberlo?», o lo que es lo mismo, cómo accederemos a la información empírica que
interesa.
Ya habíamos comentando en el apartado «La investigación, una actividad para la obtención
de conocimiento: supuestos, objetivos y características» del módulo didáctico «¿Qué
es y qué no es la investigación?» que para acceder a la información empírica se suele
disponer de una gran cantidad de técnicas y procedimientos. Como las variables que
pueden formar parte de un problema de investigación pueden ser muy diversas, también
lo tendrán que ser las maneras de acceder a ellas. Como indicábamos, el método científico
es solo una lógica de investigación, una manera sistemática de obtener y organizar
información del mundo, pero no especifica cómo aplicar los principios generales para
cada caso concreto. Por ello, aparte de registrar la información, hay que determinar
qué técnicas usaremos para observar empíricamente las variables de interés para la
investigación, en qué condiciones serán válidas estas observaciones, en qué individuos
las observaremos o qué variables ajenas al problema tenemos que impedir que actúen
para no sesgar las observaciones. En definitiva, se necesita que el proceso de observación
y registro de las variables se ajuste a una planificación previa. Por eso en el esquema
de la figura 1 indicamos que esta segunda fase procede en dos etapas. Se empieza por
diseñar el plan de registro de las variables y cuando este está suficiente detallado,
se procede a ejecutarlo; se evita así la inclusión de modificaciones sobre la marcha
porque estas cambiarían el contenido de la información registrada y llevarían a efectuar
afirmaciones sobre unas variables diferentes de las expresadas en los objetivos de
la investigación.
El registro de información de las variables efectuado bajo condiciones planificadas
proporciona lo que denominamos datos. Según los datos obtenidos se decidirá la aceptación o no de la hipótesis (en caso
de que haya una explícita) o si la dirección a la cual apuntamos para resolver el
problema de investigación es adecuada (en caso de que no haya hipótesis explícita).
Las observaciones ocasionales o sin planificación previa se consideran anecdóticas
y no son válidas para tomar decisiones que afecten al problema planteado en relación
con los objetivos de la investigación. Esto no quiere decir que el registro de las
variables en condiciones no planificadas sea totalmente inútil. A veces pueden tener
un papel importante para atraer la atención del investigador hacia una problemática
de investigación, o bien para ayudarlo a acotar en qué variables puede haber una línea
productiva de trabajo; pero las decisiones que afectan al problema de investigación
se toman solo basándose en el producto de observaciones sistematizadas de las variables,
es decir, según los datos.
1.4.Comparación de la información empírica con los objetivos (e hipótesis)
A partir de la información que proporcionan los datos, y exclusivamente basándose
en esta información, tenemos que ser capaces de afirmar o negar la adecuación empírica
de la hipótesis, o de determinar si la información obtenida es relevante para aproximarse
a un mejor conocimiento del problema de investigación. O lo que es lo mismo, responder
a la pregunta «¿qué hemos encontrado?». Generalmente, para evaluar las aportaciones
de la información obtenida no es suficiente con observar directamente los datos, es
más habitual que se deba hacer una elaboración que ayude a tomar las decisiones, elaboraciones
que a menudo suelen ser de tipo estadístico. Esta elaboración de los datos, lo que
denominamos análisis de datos, tiene el objetivo de poner de relieve las regularidades
que se observan en los datos en relación con el problema de investigación. Dicho de
otro modo, lo que hace el análisis de los datos es presentarlos de manera diferente
(con gráficos y tablas) o sintetizarlos (por ejemplo obteniendo indicadores de dispersión,
como puede ser la varianza) con el objetivo de hacer más evidente lo que dicen, pero
en ningún caso los modifican para mostrar cosas que no dicen. Unos datos insuficientes,
incorrectos o poco precisos seguirán siendo tan insuficientes, incorrectos y poco
precisos después de hacer el análisis como lo eran antes de hacerlo. El análisis no
es un determinante que lleve de manera automática a aceptar o rechazar una hipótesis,
sino que proporciona un criterio al investigador para que tome la decisión. Y es el
investigador quien la toma y el único responsable de tomarla.
La respuesta a la pregunta «¿qué hemos encontrado?», es decir, decidir si los datos
apoyan la hipótesis o si las variables sobre las que tanteábamos son adecuadas, es
lo que denominamos resultados. Los resultados de una investigación se refieren a las decisiones tomadas por el
investigador basándose en los datos. Para que estos sean útiles no pueden ser ambiguos.
De hecho, en el caso de las decisiones sobre las hipótesis, estas tienen que ser dicotómicas
(de todo o nada): se cumple o no aquello que dice la hipótesis (no se puede medio
cumplir o parecer que se cumple). Y si no disponemos de hipótesis, hay que decir concretamente
qué variables hemos detectado como relevantes y cuáles no.
Aclaración
Dentro del proceso de investigación, los resultados hacen referencia a cuál ha sido
el resultado de la decisión que toma el investigador, no a los resultados que haya
podido obtener de las operaciones efectuadas en el análisis de los datos. Un valor
de desviación estándar, a pesar de que es el resultado de unas operaciones de cálculo,
no es lo que llamamos resultado en una investigación. En cambio, si decidimos (basándonos
en el criterio que proporcionan unos cálculos estadísticos) que las personas extravertidas se arriesgan más que las introvertidas cuando responden
a exámenes de preguntas cerradas, este sí es el resultado de la investigación.
La ambigüedad en unos resultados nos deja en la misma situación que teníamos antes
de empezar la investigación. Un proceso de investigación se inicia porque desconocíamos
algo o porque no lo sabíamos con certeza suficiente. Si al llegar a los resultados
seguimos con el mismo desconocimiento o incertidumbre, consecuencia de formular resultados
ambiguos, entonces no hemos producido ningún avance en el conocimiento (y podemos
afirmar que la investigación ha fracasado). Los resultados, por lo tanto, tienen que
ser expresados de manera clara para que reduzcan la incertidumbre inicial. Solo entonces
podemos afirmar que hemos resuelto correctamente esta fase de la investigación.
1.5.Integración de los resultados en el contexto del problema
Los resultados, si no son ambiguos, producen un incremento de información respecto
a los conocimientos que se tenían antes de efectuar la investigación, por eso en esta
fase hay que responder a la pregunta «¿qué implica lo que hemos encontrado para el
problema de investigación?». Tenemos que valorar hasta qué punto se han cumplido las
expectativas creadas por la hipótesis o por las ideas previas que teníamos sobre la
relevancia de las variables para el problema de investigación. En caso afirmativo,
hay que integrar dentro de la estructura de conocimientos inicial esta nueva información,
que se incorpora a la construcción teórica o conjunto de hechos empíricos que han
servido para delimitar el problema. Esta integración a buen seguro proporciona nuevos
problemas, que serán punto de inicio de nuevas actividades de investigación. El incremento
del cuerpo de conocimientos, que a su vez produce nuevos problemas de investigación
que incentivan nuevas investigaciones, las cuales producen todavía más conocimientos,
constituye un círculo virtuoso que proporciona el aumento del conocimiento y la visión
cada vez más minuciosa del mundo y sus problemáticas.
La tarea de responder a la pregunta «¿qué implica lo que hemos encontrado para el
problema de investigación?» también habrá que hacerla si no se cumplen las expectativas,
bien porque hemos rechazado la hipótesis, o bien porque no hemos acertado las variables
que podrían estar implicadas en el problema de investigación. Hay que averiguar las
causas y revisar de nuevo el cuerpo de conocimientos para intentar una reformulación
del problema. De hecho, un resultado que no confirma las expectativas puede indicarnos
también dónde no tenemos que buscar la solución al problema y, desde este punto de
vista, proporcionarnos también información relevante y útil. Una investigación no
fracasa cuando no se han cumplido las expectativas planteadas, sino cuando los resultados
no son claros. Unos resultados que podemos denominar negativos, si son claros, también
pueden aportar información interesante porque pueden abrir camino a nuevas investigaciones
que lleven a la solución del problema. Tal vez uno de los casos más paradigmáticos
de resultados negativos sean los obtenidos en la investigación realizada por Albert
Michelson y Edward Morley en 1887, cuyos resultados al no confirmar la existencia
del éter abrieron la puerta a la relatividad especial de Einstein.
1.6.Comunicación y difusión
El último paso en el proceso de investigación consiste en comunicar el trabajo realizado,
es decir, responder a la pregunta «¿cómo comunicaremos lo que hemos encontrado?» porque
la investigación es una tarea colectiva que se desarrolla a partir del trabajo que
efectúan varios equipos, para los cuales el intercambio de información y el apoyo
mutuo son esenciales con el fin de obtener avances. Se han desarrollado sistemas estándar
para comunicar y difundir la información con el objetivo de hacerla fluida y comprensible,
los cuales han sido aceptados a nivel internacional por la comunidad de investigadores.
En el apartado «¿Cómo describir una investigación: estructura de los informes de investigación»
del módulo didáctico «¿Cuál es el producto de la investigación?» mostraremos cómo
comunicar una investigación, y en el módulo didáctico «¿Cómo se difunde y quién hace
la investigación?», cómo se difunde.
No obstante, el objetivo de este último paso del método va más allá de permitir la
comunicación entre investigadores para hacer más eficiente su trabajo. El conocimiento
que produce la actividad de investigación tiene que estar al alcance de cualquier
investigador, que ha de poder comprobar si efectivamente los datos dan o no la razón
a una determinada teoría. En este sentido, la investigación es pública, puesto que
cualquier persona (con cierto bagaje de los contenidos y procedimientos específicos
de cada disciplina) tiene que poder hacer la comprobación de los conocimientos y de
los hitos que va logrando la actividad de investigación.
Ciertamente, la comunicación facilita que otros investigadores, si lo desean, puedan
hacer las comprobaciones que consideren oportunas, pero esta transparencia de la actividad
de investigación hacia sus profesionales, que son los investigadores que la realizan,
se tiene que ampliar al conjunto de la sociedad que la apoya y que recibe sus posibles
aplicaciones. Además de los canales de difusión entre los profesionales de la investigación,
es necesario también generar los canales de difusión adecuados para que esta y sus
resultados lleguen al conjunto de la población. Más adelante volveremos sobre este
tema (en concreto en el módulo didáctico «¿Cómo se difunde y quién hace la investigación?»).
En este apartado hemos visto las fases del método, que iremos desarrollando en los
módulos siguientes. No obstante, dedicaremos la totalidad del apartado siguiente a
la primera de las fases del método. Como esta fase es el punto de inicio de la investigación,
es imprescindible que se haga un planteamiento correcto.
2.El planteamiento de objetivos: la investigación basada en las pruebas
Comentábamos en el apartado anterior que la primera tarea que hay que efectuar al
aplicar el método científico es clave para cualquier investigación porque permite
establecer unos objetivos claros y, si procede, definir las hipótesis. Sin resolver
correctamente esta fase, el resto de las fases no se pueden ejecutar o, si se ejecutan,
no llevan a ninguna parte. De un planteamiento adecuado de los objetivos depende que
lleguemos a conclusiones útiles y relevantes, por lo que habrá que informarse de cuál
es la situación del problema de investigación que estudiaremos. Según el estado de
la cuestión, nos encontraremos un cuerpo de conocimientos más o menos estructurado
y más o menos amplio, desde teorías formuladas a nivel formal y matemático con un
amplio apoyo empírico hasta ámbitos de conocimiento con poca estructura teórica y
aportaciones empíricas escasas; y, por supuesto, en medio un amplio abanico de situaciones
intermedias. El establecimiento de objetivos (e hipótesis) claros y adecuados que
lleven a investigaciones productivas depende de la pericia del investigador en dominar
los contenidos de su tema de investigación y en saber identificar las problemáticas
de interés; en definitiva, en saber manejarse con el cuerpo de conocimientos disponible
en cada momento. Veremos cómo podemos plantear objetivos y, en aquellos casos en los
que sea posible, cómo enunciar hipótesis que sean enriquecedoras para la actividad
de investigación.
2.1.Preguntas de investigación
Como ya sabemos, la investigación tiene el objetivo de dar respuesta a preguntas que
nos formulamos de nuestro entorno y, ciertamente, nos podemos formular muchísimas.
Ahora bien, podemos agruparlas todas en tres grupos (Meltzoff, 2000) (véase la figura
2). Un primer grupo hace referencia a preguntas que podemos denominar de existencia (se formulan de manera genérica como «¿existe esto?»). Son preguntas que hacen referencia
a la existencia o la acción de determinada variable. Preguntas del tipo «¿hay algún
componente genético en la dislexia?» o «¿hay algún insecto que transmita el virus
del Zika?» serían algunos ejemplos.
Un segundo grupo de preguntas las podríamos denominar de descripción y clasificación (se formulan de manera genérica como «¿qué es esto?», «¿qué características tiene?»
o también «¿a qué categoría de clasificación pertenece?»). Son preguntas que llevan
a hacer descripciones y clasificaciones, es decir, a establecer listados de variables
y a buscar parecidos con las categorías de clasificación. Serían preguntas del tipo
«¿este artrópodo es un insecto?», «¿cuáles son los síntomas de una neurosis agorafóbica?»,
«¿qué elementos forman el ácido clorhídrico?» o «¿arriesgan más los extravertidos
que los introvertidos en los exámenes de preguntas cerradas?». Veámoslas con más detalle.
Para responder a la primera pregunta habrá que buscar algunas variables o valores
de variables que permitan determinar si el artrópodo que hemos encontrado encaja con
las características que definen a un insecto (como los insectos se caracterizan por
tener seis patas, para clasificar al artrópodo del ejemplo como un insecto haría falta
que observáramos si la variable número de patas tiene el valor seis). La segunda y
tercera pregunta del ejemplo se responden estableciendo una enumeración de variables,
tal como habíamos visto cuando hemos desarrollado el concepto de descripción. También
preguntas que preguntan componentes, del tipo «¿de qué está hecho esto?», formarían
parte de esta categoría. Así, la pregunta sobre el ácido clorhídrico la hubiéramos
podido formular también de la siguiente manera «¿de qué está hecho el ácido clorhídrico?».
Y, finalmente, la cuarta pregunta del ejemplo establece una comparativa, y pregunta
si uno de los valores de una variable (extraversión de la variable extraversión-introversión)
presenta diferencias respecto a otro valor (introversión) de la misma variable en
referencia a una tercera (tipo de examen).
Figura 2. Preguntas de investigación según Meltzoff (2000) y ejemplos de cada una.

El tercer grupo incluye las preguntas de relación, en las cuales se establece una
asociación entre variables. Serían preguntas del tipo «¿hay relación entre esto y
esto otro?». Por ejemplo, «¿hay relación entre depresión y ansiedad?». No obstante,
es habitual que la pregunta interrogue, además, sobre una posible relación causal:
«¿el déficit de atención provoca bajo rendimiento escolar?». En la primera de las
preguntas solo indicábamos si las dos variables muestran una asociación, es decir,
si siempre que se manifiesta depresión, se manifiesta también ansiedad o al revés,
sin establecer ninguna direccionalidad. En la segunda, preguntamos si la causa del
bajo rendimiento escolar es el déficit de atención, y establecemos una direccionalidad
que va de la variable causa (déficit de atención) a la variable consecuencia (rendimiento
escolar). El hecho de indicar o no una direccionalidad en la pregunta depende de los
conocimientos previos que tengamos de las variables implicadas, que nos permitirán
preguntarnos solo una relación entre variables o cómo es la relación, y atribuir así
a una variable el rol de causa y a la otra el de consecuencia.
Una pregunta que interpela una posible causa está en condiciones de proporcionar explicaciones
(responder a la pregunta «¿por qué pasa esto?», como habíamos visto en el apartado
«La investigación, una actividad para la obtención de conocimiento: supuestos, objetivos
y características» del módulo didáctico «¿Qué es y qué no es la investigación?»).
Si los resultados de una investigación muestran que la respuesta a la pregunta «¿el
déficit de atención provoca bajo rendimiento escolar?» es afirmativa, entonces cuando
nos pregunten «¿por qué se produce el bajo rendimiento escolar?» nos encontramos en
situación de responder: «porque hay un déficit de atención». No obstante, como ya
hemos comentado anteriormente, muy a menudo hay múltiples causas que tendremos que
identificar si queremos proporcionar una explicación completa de un determinado acontecimiento.
2.2.Definición de variables
Las tres posibles preguntas que podemos formular (existencia, descripción y clasificación,
y relación) implican preguntarnos algo sobre variables de nuestro entorno. Aunque
ya hemos indicado cuáles son las variables en el apartado «La investigación, una actividad
para la obtención de conocimiento: supuestos, objetivos y características» del módulo
didáctico «¿Qué es y qué no es la investigación?», examinémoslas ahora con más detalle.
Veremos cómo se puede definir una variable y también mostraremos algunas maneras de
clasificarlas, dado que nos puede ayudar a delimitar el problema y establecer las
preguntas de investigación.
Veamos dos posibles maneras de definir la variable extraversión. Una manera puede
ser diciendo que la extraversión es uno de los cinco grandes rasgos que constituyen
la personalidad según el modelo de los cinco grandes o big five, que sitúa la sociabilidad y la tendencia a la acción de los individuos en un eje
que va desde la alta sociabilidad y tendencia a la acción hasta su opuesto. Otra manera
sería decir que la extraversión es un rasgo que indica la tendencia a buscar compañía,
el atrevimiento en situaciones sociales, a animar a los demás a realizar tareas, atraer
la atención y mostrar entusiasmo. Las dos definiciones caracterizan la variable extraversión,
pero es fácil darse cuenta de que la primera hace referencia a componentes más teóricos
y la segunda a componentes más empíricos. En el primer caso, la definición sitúa la
variable en el marco teórico de referencia y la caracteriza conceptualmente, mientras
que en el segundo enumera una serie de características que unen la teoría correspondiente,
en este caso el modelo de los big five, con los referentes empíricos. En el primer caso hemos hecho una definición teórica y en el segundo, empírica.
Como es obvio, las definiciones teórica y empírica de una variable no son excluyentes,
sino que la misma variable la podemos expresar de una manera u otra; pero será necesario
que esté bien definida para que forme parte de los objetivos de la investigación.
Establecida la variable (y mucho más a menudo, las variables) que determina la pregunta
de investigación, hemos visto que en la fase siguiente del método habrá que recurrir
a la información empírica. Es decir, a observar y registrar la variable para obtener
datos. Entonces, a pesar de que en los objetivos hayamos optado por una definición
teórica de la variable, será necesario que establezcamos el vínculo entre la teoría
y los referentes empíricos. Hará falta, por lo tanto, que la definamos a nivel empírico.
En la definición empírica que hemos dado de la extraversión hemos usado un listado
de componentes que, como ya sabemos del apartado «La investigación, una actividad
para la obtención de conocimiento: supuestos, objetivos y características» del módulo
didáctico «¿Qué es y qué no es la investigación?», es la manera de describir las variables.
Por lo tanto, desde esta perspectiva, definir de manera empírica una variable es enumerar
sus componentes (lo que podríamos decir hacer una definición empírica enumerativa o tipo lista).
Ahora bien, en la fase de planificación y ejecución de la investigación deberemos
saber cómo acceder a los componentes de la definición. Dicho de otro modo, ¿cómo lo
haremos para observar y registrar la tendencia a buscar compañía o el atrevimiento
en situaciones sociales, que son algunos de los componentes con los que hemos definido
la extraversión? Supongamos que establecemos que observaremos a alguien en una situación
de interacción social informal (por ejemplo, una fiesta) y anotaremos cuántos minutos
pasa acompañado, o las veces que interpela a un desconocido; entonces hemos establecido
una manera de acceder empíricamente a la tendencia a buscar compañía o al atrevimiento
social. Estamos definiendo la variable extraversión con las operaciones que hacemos
para poder acceder a nivel empírico. Hemos hecho lo que denominamos una definición empírica operacional de la variable extraversión, es decir, hemos representado el concepto con indicadores,
medidas, acciones, procesos o conductas que son observables y objetivos.
Definir de manera operacional todas las variables que aparecen en una investigación
permite relacionarlas con elementos empíricos y observables, lo cual elimina confusiones
cuando se ejecuta la investigación. Si no se hace así, no se puede saber cómo el investigador
ha accedido a las variables y difícilmente la investigación podrá llegar a ser pública
y transparente como comentábamos más arriba. Hemos visto cómo definir de manera teórica
y empírica las variables, y dentro de esta última, cómo hacer definiciones tipo lista
y definiciones operacionales. Veamos ahora cómo podemos establecer diferentes clasificaciones
de las variables, que nos serán muy útiles para conocerlas con más detalle.
2.3.Clasificación de las variables
Podemos establecer clasificaciones de las variables de acuerdo con diferentes criterios,
alguno de los cuales nos puede ayudar a aclarar las preguntas de investigación y a
planificar su posterior comprobación empírica. Veremos dos criterios. Un primer criterio
puede ser el nivel de acceso que tenemos a una variable, según si es o no manipulable.
Por ejemplo, si la investigación pregunta cuál entre dos técnicas terapéuticas es
mejor para inducir relajación a pacientes ansiosos, la variable técnica terapéutica
es manipulable en cuanto que el investigador puede decidir a quién y cuándo aplica
cada uno de los dos valores que forman la variable (cada una de las dos técnicas terapéuticas):
puede decidir en qué momento hace variar la variable (que se aplique una técnica o
la otra). Pero si la pregunta de investigación hace referencia a si los extravertidos
arriesgan más que los introvertidos en un determinado tipo de examen, el investigador
no puede decidir cuándo cambia de valores la variable extraversión-introversión. Una
persona o bien es extravertida o bien introvertida, pero no puede pasar de ser extravertida
a introvertida, y al revés.
A diferencia de la variable técnica terapéutica, a la que podemos aplicar un valor
u otro cuando nos interese, la variable extraversión-introversión no podemos hacerla
variar cuando nos convenga. En este segundo caso, podemos hacer solo una manipulación
indirecta. Ciertamente, no podemos hacer que una persona extravertida pase a ser introvertida,
pero sí que podemos seleccionar a personas extravertidas e introvertidas. Si hemos
hecho una adecuada definición operacional de la variable, sabremos cómo podemos detectar
a personas que son extravertidas y a otras que son introvertidas, las cuales podemos
someter a una situación de examen y responder así a la pregunta de investigación.
No hemos hecho variar directamente los valores de la variable extraversión-introversión,
sino que lo hemos hecho a través de seleccionar individuos que tenían un valor u otro
de la variable. En los dos ejemplos que hemos visto, la variable técnicas terapéuticas
la consideraremos una variable activa, mientras que la variable extraversión-introversión será una variable asignada o atributo.
Veamos ahora un segundo criterio para clasificar las variables. Fijémonos en las maneras
que proponíamos para definir la variable extraversión-introversión en el apartado
anterior: minutos que pasa acompañado un individuo y veces que interpela a un desconocido.
En el primer caso, podemos tomar un cronómetro e ir poniéndolo en marcha o parándolo,
según si el individuo está o no acompañado; y al final observar cuántos minutos ha
estado en total. Si el cronómetro es suficientemente fino, podríamos obtener, por
ejemplo, que ha estado acompañado durante 45 minutos y 23 segundos (o incluso, 45
minutos, 23 segundos y 4 décimas; todo dependerá de la precisión del cronómetro).
Podemos afinar tanto como nos lo permita el instrumento (otra cosa es que esto nos
sea útil para nuestros objetivos). Diremos que la variable tiempo es una variable continua. Por el contrario, cuando contamos las veces que ha interpelado a un desconocido,
solo podremos obtener valores discretos (habrá interpelado a desconocidos siete veces,
pero no siete y media). Diremos que la variable número de veces que interpela a un
desconocido es una variable discreta.
Si conviene, de una variable continua se puede hacer una definición operacional que
la haga llegar a ser discreta. Por ejemplo, el tiempo que el individuo está acompañado
podemos indicarlo como poco, bastante o muy acompañado (por ejemplo, según si ha estado
acompañado menos de 10 minutos, si lo ha estado entre 10 y 30 minutos y si lo ha estado
más de 30, respectivamente). Entonces, el investigador ha hecho discreta la variable,
a pesar de que esta se puede expresar de manera continua. Aunque en otros casos, la
variable es originalmente discreta. Así, de la variable técnica terapéutica tendremos
una, dos o más técnicas, pero siempre en valores discretos (no podemos tener una técnica
y cuarto). Un resumen de las maneras de clasificar las variables lo encontraremos
en la figura 3.
2.4.Variables independientes, dependientes y extrañas
Todavía hay una tercera manera de clasificar las variables que resulta muy útil en
el supuesto de que la pregunta de investigación establezca una relación si esta es
de tipo causal. En este caso, tendremos un mínimo dos variables implicadas, donde
una variable (o más de una) tendrá el rol de causa y la otra (u otras), el de consecuencia.
La variable a la que le atribuimos el papel de causa la denominaremos variable independiente, mientras que la variable a la que atribuimos el papel de consecuencia la denominamos
variable dependiente. Esperaremos que a los cambios en los valores de la variable independiente les sigan
cambios en los valores de la variable dependiente. Así, por ejemplo, esperaremos observar
que los cambios en el déficit de atención (variable independiente) producen cambios
en el rendimiento escolar (variable dependiente). Si afirmamos que los niños sin déficit
de atención tienen más rendimiento que los niños con déficit de atención, cuando el
déficit de atención tome el valor no déficit se esperaría observar en el rendimiento
escolar valores más altos que en el caso de tomar el valor déficit.
Figura 3. Esquema de las diferentes maneras de clasificar las variables de la investigación.

Fijémonos en que según el criterio del nivel de acceso a la variable que hemos comentado
en el apartado anterior, en este ejemplo la variable independiente déficit de atención
es una variable asignada. Si la variable independiente hubiera sido la variable técnica
terapéutica, entonces la variable independiente sería una variable activa. Desde el
punto de vista de la relación entre variables, no importa si la variable independiente
es asignada o directa. Tampoco importa si la variable dependiente es discreta o continua.
Ahora bien, para observar la posible relación causal entre variables que pide la pregunta
de investigación, hará falta que la variable independiente sea discreta (técnica terapéutica
A, técnica terapéutica B o técnica terapéutica C; o bien no déficit o déficit) porque
la manera de someter a prueba relaciones de causalidad se basa en el hecho de que
el investigador cambia los valores de la variable independiente (bien de manera directa
si es una variable activa, o bien de manera indirecta seleccionando los valores que
crea adecuados si es una variable asignada) y observa si varía la variable dependiente
mientras se han efectuado los cambios en la independiente. Si el investigador somete
a prueba la relación entre unas pruebas terapéuticas y la relajación de los pacientes,
entonces aplicará una técnica terapéutica a un grupo de pacientes y otra técnica a
otro (variable independiente), en espera de que haya diferencias en el nivel de relajación
(variable dependiente), según la técnica que se haya aplicado.
Comentábamos en el apartado «La investigación, una actividad para la obtención de
conocimiento: supuestos, objetivos y características» del módulo didáctico «¿Qué es
y qué no es la investigación?» que establecer las causas de los acontecimientos es
una tarea difícil porque tenemos que asegurarnos de que son las variables que proponemos
como causa las que realmente provocan el efecto, y no otras variables que estén presentes
en aquel momento (recordemos el ejemplo de la caída del anciano). Es evidente que
las variables que interesa estudiar no se encuentran aisladas, sino que en el momento
de hacer las observaciones empíricas están presentes otras variables. Incluso en la
investigación efectuada en el laboratorio, en la cual se intenta aislar las variables
objeto de estudio, encontramos que pueden estar presentes otras muchas variables (de
la investigación en un entorno en laboratorio, y en otros entornos, hablaremos más
adelante, en el apartado «Planificación de las observaciones empíricas» del módulo
didáctico «¿Cómo se ejecuta una investigación?»). Todas estas variables, que están
presentes pero no son el objetivo de la investigación, pueden confundir los resultados.
Es lo que denominaremos variables extrañas. Atribuíamos la caída del anciano al empujón, pero en realidad era el líquido resbaladizo
del suelo el causante. En otro ejemplo, podemos encontrar que los pacientes que han
recibido la técnica terapéutica A se relajan más que los que han recibido la técnica
terapéutica B y, según estos datos, tomamos la decisión de que la técnica A es más
eficiente para relajar que la técnica B. Pero podría ser que se hubiera dado el caso
de que mientras aplicábamos las dos técnicas terapéuticas y observábamos el nivel
de relajación de los pacientes, alguien del equipo sanitario hubiera recetado tranquilizantes
a algunos pacientes, que, por casualidad (y mala suerte del investigador), coinciden
con los pacientes a quienes aplicábamos la técnica A. Si el investigador desconoce
este hecho, puede atribuir la explicación de la mayor relajación de los pacientes
a la técnica terapéutica A, pero en realidad es la variable medicamento la que lo
explica (variable que habrá variado con dos valores: medicamento o no medicamento).
En esta investigación la variable medicamento actúa como una variable extraña que
puede confundir los resultados de la investigación.
Las variables extrañas serán un punto que habrá que resolver cuando se haga la planificación
de la investigación y se determine cómo se registrarán los datos. Más adelante volveremos
sobre ello. De momento retengamos que según la relación que establecen, las variables
son independientes, dependientes o extrañas. Por supuesto, ninguna variable es por
sí misma independiente, dependiente o extraña, sino que depende de la relación que
ha establecido el investigador en el momento de plantear la pregunta de investigación.
En el módulo didáctico «¿Cómo se ejecuta una investigación?» mostraremos el modo como
las preguntas de investigación se convierten en hipótesis o, en el supuesto de que
el cuerpo de conocimientos no lo permitiera, cómo podemos indicar qué variables serán
el objetivo de la investigación. También mostraremos cómo plantear una investigación
de manera que pueda ser sometida a contrastación empírica.
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