¿Cuál es el producto de la investigación?
PID_00241848
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta,
puede ser copiada,
reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio,
sea éste eléctrico,
químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la
previa autorización escrita
de los titulares del copyright.

Índice
1.Datos, teoría y modelos
El primer producto de la actividad de investigación son los datos. El registro sistemático
de las variables, bien sea por un procedimiento que implique poca manipulación o por
otro que implique más, proporciona unos datos que servirán para decidir si la hipótesis
o las variables que hemos delimitado tentativamente dan respuesta a la pregunta de
investigación. El objetivo de los datos es, pues, proporcionar unos resultados. Los
datos, por ellos mismos, no producen un incremento de los conocimientos con las propiedades
que hemos definido en el módulo didáctico «¿Qué es y qué no es la investigación?»
(ya hemos visto que la acumulación masiva de datos, sin un orden, no proporciona unos
conocimientos útiles para comprender el mundo que nos rodea). Son necesarios unos
conocimientos estructurados de los que obtener las preguntas de investigación (y las
respuestas tentativas que debemos someter a prueba), y el incremento de conocimiento
que produce la investigación debe quedar integrado en el cuerpo de conocimientos.
Los datos permitirán obtener resultados y, a partir de ellos, incrementar el cuerpo
de conocimientos.
1.1.Los resultados de una investigación: fuentes de variación
La obtención de resultados, es decir, comparar los datos con la respuesta tentativa
a la pregunta de investigación para tomar una decisión puede ser más o menos difícil
según las variables de la investigación. A partir de los datos, será sencillo decidir
que un determinado artrópodo es un insecto, pero no lo será tanto decidir cuál de
las dos es la mejor técnica terapéutica para inducir la relajación en los pacientes
ansiosos. En la variable número de patas, no observaremos ninguna variabilidad entre
los sujetos (todos los insectos tendrán seis); pero sí que la observaremos en la variable
relajación, que variará de un individuo al otro, a pesar de que los individuos en
los que observamos la variable hayan sido sometidos a la misma técnica terapéutica.
Si para responder a la pregunta de cuál de las dos técnicas terapéuticas, A o B, induce
mejor la relajación en pacientes ansiosos proponemos la hipótesis de que la técnica
terapéutica A es mejor que la técnica terapéutica B, esto significa que esperamos
obtener más relajación cuando se aplica la técnica A que cuando se aplica la técnica
B. Para decidir si los datos confirman la hipótesis, miraremos los valores de relajación
de los pacientes a los que se les ha aplicado la técnica A, y estos deberán mostrar
más relajación que los registrados en los pacientes a los que se ha aplicado la técnica
terapéutica B. Ahora bien, cuando apliquemos el procedimiento y obtengamos los datos,
estos seguramente presentarán una distribución muy similar a la que mostrábamos en
la figura 2 del módulo didáctico «¿Cómo se ejecuta una investigación?». Lo que en
la figura 2 denominábamos variabilidad intraindividual corresponde ahora a las diferencias
en la relajación entre los pacientes que han recibido la misma técnica terapéutica,
y lo que denominábamos variabilidad interindividual corresponde ahora a las diferencias
en la relajación entre los pacientes que han recibido técnicas terapéuticas diferentes.
Como la hipótesis indica que habrá diferencias en la relajación según la técnica terapéutica
recibida, la variabilidad que interesa observar para tomar la decisión es la que se
produce entre pacientes que han recibido diferentes técnicas terapéuticas.
Observemos la gráfica de la figura 1, en la que hemos representado de manera esquemática
la variabilidad que pueden mostrar los datos en nuestro ejemplo. La variación que
observamos entre las técnicas terapéuticas A y B esperamos que haya sido producida
por el hecho de aplicar técnicas terapéuticas diferentes (por el hecho de haber hecho
variar la variable), mientras que la variación que observamos entre los pacientes
que han recibido la misma técnica terapéutica la atribuiremos a diferencias entre
los pacientes porque poseen características diferentes que les hacen reaccionar de
manera diferente a la aplicación de la técnica terapéutica. La variación que atribuimos
a efectos de la variable técnicas terapéuticas la denominamos variación sistemática primaria, mientras que la producida por la reacción específica de cada paciente a la técnica
terapéutica que le han aplicado la denominaremos variación del error.
Figura 1. Representación esquemática de la variabilidad que se observa en los datos del ejemplo
desarrollado en el texto: una variabilidad en cada una de las técnicas terapéuticas
(variación del error) y una variabilidad entre las dos técnicas terapéuticas (variación
sistemática primaria).

Cuando intentamos decidir si hay diferencias entre la aplicación de la técnica terapéutica
A o la técnica terapéutica B, deberemos observar la variabilidad producida por la
aplicación de las técnicas terapéuticas diferentes (los diferentes valores que toma
la variable técnica terapéutica), es decir, la producida por la variación sistemática
primaria. Si observamos la figura 1, nos damos cuenta de que parte de los valores
de los datos observados en la técnica terapéutica A se solapan con los valores observados
en la técnica terapéutica B. Si no hubiera ningún solapamiento, nos resultaría fácil
decidir que las técnicas terapéuticas producen efectos diferentes en la relajación.
Por el contrario, si estuvieran totalmente solapados, entonces también nos sería fácil
decidir que no hay ninguna diferencia entre aplicar una técnica terapéutica o la otra.
El solapamiento parcial que observamos en los valores de los datos, sin embargo, nos
dificulta tomar la decisión. La variación del error no nos deja ver de manera clara
(nos enmascara) el efecto producido por la manipulación de la variable independiente.
La variación del error que se observa en la variable dependiente se atribuye a efectos
producidos por variables que no podemos controlar, pero que la afectan de manera aleatoria
(correspondería a los errores aleatorios de las medidas que hemos comentado en el
apartado «Hipótesis y variables» del módulo didáctico «¿Cómo se ejecuta una investigación?»).
En casos dudosos, como el que muestra la figura 1, el uso de técnicas de análisis
de los datos de tipo estadístico puede proporcionar un criterio que nos ayude a tomar
la decisión, recordando, sin embargo, como habíamos dicho anteriormente, que a pesar
de que el investigador se auxilie de varios indicadores para tomar la decisión, esta
es responsabilidad suya.
En los datos que provienen de un procedimiento como el que hemos descrito en el ejemplo,
todavía puede haber una tercera fuente que explique la variabilidad observada. Así,
podría darse el caso de que mientras realizamos la aplicación de las técnicas terapéuticas
y registramos la relajación que producen, algunos de los pacientes hubieran recibido
medicación y otros no (por ejemplo, los pacientes que reciben la técnica terapéutica
A la hubieran recibido, pero no los que reciben la técnica terapéutica B). Supongamos
que los datos muestran de manera clara (no se observa solapamiento entre las variabilidades
producidas por la variación del error) que la relajación producida por la técnica
terapéutica A es mayor que la relajación producida por la técnica terapéutica B. Entonces
el investigador podría aceptar la hipótesis y concluir de manera errónea que la técnica
terapéutica A es mejor que la B, cuando en realidad ha sido la medicación la que ha
producido el efecto sobre la relajación. En este caso, la variación producida por
la variable medicación (que toma dos valores: medicación y no medicación) habría confundido
sus efectos con los de la variable independiente. Esta variación se denomina variación sistemática secundaria. Si bien la variación del error dificulta la percepción nítida del efecto de la variable
independiente y, por lo tanto, dificulta tomar una decisión, la variación sistemática
secundaria produce una variable extraña que confunde sus efectos con los de la variable
independiente. En el primer caso, puede costar más o menos tomar una decisión (y tener
que recurrir a técnicas de análisis de los datos que nos proporcionen criterios para
ayudarnos a tomarla), en el segundo tomaremos una decisión errónea (atribuiremos el
efecto a la variable independiente cuando en realidad quien lo produce es la variable
extraña).
El control minucioso de las variables permite reducir la variación del error (que
facilita la toma de decisión sobre la hipótesis) y neutralizar la variación sistemática
secundaria (que evita tomar decisiones erróneas). En el caso de la variación del error,
las técnicas de análisis estadístico nos pueden ayudar a tomar decisiones pero no
en el caso del efecto de la variación sistemática secundaria porque este es inseparable
del efecto de la variación sistemática primaria. Si hay variación sistemática secundaria
y este hecho es desconocido por el investigador (por ejemplo, nadie le ha informado
de que parte de los pacientes han recibido medicación), tomará una decisión errónea.
Si se detecta la acción de una variable extraña durante la aplicación del procedimiento
o al finalizarlo (alguien informa al investigador de que se ha dado medicación a los
pacientes mientras se aplicaba el procedimiento), los datos deberán ser descartados
y se replanteará el procedimiento de modo que se evite el efecto de la variable extraña
que ha producido la variación sistemática secundaria.
La variación del error solo dificulta la toma de decisión, pero en casos extremos,
con datos en los que una proporción muy grande de variación se debe al error, podría
ser tan difícil tomar la decisión que no nos atreveríamos a tomarla, ni siquiera ayudados
por el criterio que nos proporcione un análisis de los datos. Recordemos que el análisis
de los datos no cambia la información que estos contienen, sino que la muestra de
manera diferente y resalta aspectos que no se ven a primera vista. Pero si los datos
no son claros (es decir, muestran mucha variación del error), el análisis tampoco
proporcionará criterios claros. Entonces, también en este caso hay que revisar el
procedimiento y rehacerlo, de manera que la observación y el registro de la variable
dependiente minimice la variación producida por el error, y volver a aplicarlo para
obtener los datos de nuevo.
1.2.Validez de la investigación: validez interna y validez externa
Hemos visto que el control de las variables es básico para facilitar la toma de decisión
y para obtener resultados correctos, sobre todo cuando se hacen investigaciones que
deben responder a una pregunta causal (ved la figura 3 en el apartado «Planificación
de las observaciones empíricas» del módulo didáctico «¿Cómo se ejecuta una investigación?»).
Pero estos controles a veces suelen implicar que la observación y el registro de las
variables se efectúe en un contexto artificial, es decir, en un laboratorio. Supongamos
que aplicamos las técnicas terapéuticas y registramos la relajación con un electromiógrafo
en una cámara aislada acústicamente, iluminación constante y sin otros estímulos que
distraigan para que ninguna variable del entorno afecte a la relajación del paciente.
El hecho de mantener constantes los factores acústicos y de iluminación evita que
estos varíen (dejan de ser una variable y se mantienen a un valor constante) e impide,
por lo tanto, que produzcan variación sistemática secundaria. Supongamos también que
los datos muestran claramente que la técnica terapéutica A produce más relajación
que la técnica B, tal como predecía la hipótesis. Entonces el investigador decidirá
que su hipótesis es correcta y, por lo tanto, dará respuesta a la pregunta de investigación
(es decir, concluirá que la técnica terapéutica A es mejor que la técnica terapéutica
B). Supongamos también que un psicólogo que ejerce la profesión en una consulta privada,
basándose en este nuevo conocimiento (que habrá obtenido gracias a los medios de difusión
de la investigación), decide cambiar la técnica B que aplicaba hasta aquel momento
a sus pacientes por la técnica A, pero cuando lo hace se da cuenta de que no consigue
relajar más a sus pacientes de lo que lo hacía con la técnica terapéutica B. La artificialidad
de la situación en la que se ha aplicado el procedimiento puede producir que la técnica
terapéutica A solo sea efectiva en la situación de laboratorio, pero no cuando se
efectúa en la consulta, que no dispone de todos estos controles.
Es decir, la relación que hemos encontrado entre variables, que era la respuesta a
la pregunta de investigación, se manifiesta en la situación de artificialidad en la
que se ha aplicado el procedimiento pero no fuera de esta, que es donde querríamos
que se manifestara (en la consulta del psicólogo, por ejemplo). En este caso, diremos
que la investigación ha perdido validez externa. Hemos sido capaces de responder a la pregunta de investigación, pero la respuesta
no es válida para lo que la queríamos (el ¿para qué? de nuestros objetivos): queríamos
que la técnica terapéutica pudiera ser utilizada por los psicólogos en su práctica
profesional, pero por la manera como hemos aplicado el procedimiento, los resultados
son válidos cuando se hacen en situación de laboratorio, pero no fuera de esta situación.
También se resiente la validez externa cuando reducimos la variación producida por
el error seleccionando a sujetos en los que fijamos el valor de algunas variables.
Si elegimos pacientes de la misma edad, del mismo género, del mismo nivel de estudios,
de profesiones similares, etc., habremos conseguido una muestra homogénea que minimizará
la variación del error. Pero también puede suceder que los resultados y las conclusiones
que se deriven solo sean aplicables a pacientes con el mismo perfil que los pacientes
a los que hemos aplicado el procedimiento, pero no para cualquier tipo de paciente.
En general, la validez externa hace referencia a la garantía de que la manera como
hemos conducido la investigación en todas sus fases (desde las definiciones operacionales
de las variables y la selección de los sujetos hasta la planificación del procedimiento
y la manera de ejecutarlo) no ha desvirtuado el objetivo de la investigación. Es decir,
si la manera como hemos hecho la investigación no nos ha llevado a unas conclusiones
que no encajan con los objetivos.
Evaluemos ahora la misma investigación que nos sirve de ejemplo desde otra perspectiva.
La aplicación del procedimiento en el laboratorio ha garantizado que ninguna otra
variable que no fuera la variable independiente produjera cambios en la dependiente,
es decir, no los ha producido ninguna variable extraña (o dicho de otro modo, garantizamos
que no hay variación sistemática secundaria). Entonces, podemos estar muy seguros
de que si atribuimos a la técnica terapéutica A una mejor relajación que la técnica
B hemos hecho una atribución correcta. La garantía de que la decisión que toma el
investigador para obtener resultados es correcta proporciona a la investigación lo
que se denomina validez interna.
La validez interna es condición necesaria, pero no suficiente, para lograr los objetivos
que plantea una determinada investigación. Es una condición necesaria porque si los
resultados son incorrectos, cualquier inferencia, aplicación o decisión que se tome
a partir de ellos también lo será. Así, si aceptamos erróneamente que la técnica terapéutica
A es mejor que la B, por mucho que las condiciones en las que se aplicó el procedimiento
sean equivalentes a una situación de consulta psicológica, la aplicación en consulta
no hará variar las conclusiones erróneas (no producirá que la técnica terapéutica
A sea mejor que la B). Pero disponer de validez interna no es condición suficiente,
porque si el objetivo de la investigación es proporcionar un criterio a los profesionales
para decidir entre diferentes técnicas terapéuticas, la falta de validez externa hará
que este no se logre (no habremos sido capaces de proporcionar un criterio a los profesionales).
Por mucho que la investigación posea validez interna y, por lo tanto, tengamos la
garantía de que las conclusiones son correctas, estas habrán sido inútiles porque
no valen para lograr el objetivo de la investigación. Para lograr completamente los
objetivos de una investigación, es necesario que el procedimiento garantice la validez
interna, pero sin perder la validez externa (¡algo que, por otro lado, a menudo no
es nada fácil!).
1.3.Teorías
Los resultados proporcionan información de la pregunta de investigación. La aceptación
de la hipótesis (si la hay explícita) o la concordancia de los datos con las variables
que habíamos supuesto que estarían implicadas en la respuesta (si no hay hipótesis
explícita) proporcionan la respuesta a la pregunta que habíamos formulado en los objetivos
de la investigación. Pero, como habíamos visto en el apartado «El método científico:
las fases del método» del módulo didáctico «¿Cómo se planifica una investigación?»,
en caso de no aceptar la hipótesis o no encontrar la concordancia prevista, la pregunta
queda sin respuesta. No obstante, en este segundo caso, lo que podríamos denominar
resultados negativos nos pueden resultar útiles para formular de nuevo la pregunta
de investigación, para replantearnos el procedimiento o para cuestionar la teoría.
Tanto en un caso como en el otro, más en el primero que en el segundo, el cuerpo de
conocimientos al que hace referencia la pregunta de la investigación recibe una aportación
de nueva información que repercute en nuevas preguntas de investigación, y así sucesivamente.
Las aportaciones de información construyen un cuerpo de conocimientos que deben estar
estructurados para ser útiles en dar respuesta a los interrogantes que nos formulamos
sobre nuestro entorno y ayudarnos a comprenderlo. Es lo que denominamos teoría, uno de los productos (por no decir el producto) de la actividad de investigación.
Se hace difícil proporcionar una definición de teoría más allá de la definición genérica
que hemos dado porque de hecho no existe la teoría, sino teorías. No hay un único
cuerpo de conocimientos que proporcione una visión estructurada de todos los conocimientos
en todos los ámbitos de la realidad (física, química, biológica, conductual, social,
etc.). Los conocimientos que se van logrando, consecuencia de la actividad de investigación,
se estructuran según el ámbito desde el cual han sido obtenidos y, dentro de este,
unidos a problemáticas específicas; por eso es frecuente que se encuentren más o menos
desligados los unos de los otros. La casuística que podemos encontrar puede ser muy
diversa: conjuntos de conocimientos muy bien estructurados y formalizados a nivel
matemático y otros con vínculos más exiguos, conocimientos que alcanzan una amplio
conjunto de acontecimientos y otros que solo se refieren a unos sucesos muy concretos,
etc.
A veces, se emplea la palabra teoría solo para referirse a un conjunto amplio de conocimientos bien estructurados, generalmente
mediante representaciones matemáticas, y fundamentados en unos referentes empíricos
sólidos. Creemos, sin embargo, más útil mantener una acepción amplia de la palabra
teoría para referirse a cualquier conjunto de conocimientos fundamentados empíricamente
con un orden, aunque sea mínimo, entre ellos. En cualquier caso, la teoría ordena,
clasifica y relaciona la información obtenida de unos referentes empíricos de acuerdo
con unas reglas, que pueden ser de tres tipos: sintácticas, semánticas y pragmáticas.
Las reglas sintácticas establecen vínculos entre los elementos de una teoría, de manera que las relaciones
entre estos se ajusten a las leyes de la lógica (o a los formalismos de las matemáticas,
si la teoría está expresada en forma matemática). Son reglas que establecen la coherencia
del conocimiento en cuanto a las relaciones entre los elementos de la propia teoría.
Por ejemplo, la taxonomía de los seres vivos (y cualquier otra taxonomía) se debe
ajustar a los principios de exclusividad y exhaustividad. Por otro lado, las reglas semánticas indican la relación entre los elementos teóricos y sus referentes empíricos. Así,
definir la extraversión como un listado de características observables (la tendencia
a buscar compañía, el atrevimiento en situaciones sociales, a animar a otros a realizar
tareas, a llamar la atención y a mostrar entusiasmo) relaciona el concepto extraversión
con unos referentes empíricos. Finalmente, las reglas pragmáticas indican bajo qué condiciones se puede aplicar una regla semántica. Por ejemplo, se
había observado más eficiencia en la técnica terapéutica A que en la B para inducir
relajación, pero solo si se dan ciertas condiciones. Queda pues registrado en el cuerpo
de conocimientos que la técnica terapéutica A es más eficaz que la B, pero advirtiendo
de que se debe disponer de determinadas condiciones de aplicación para que sea más
eficaz (por ejemplo, aplicarla en una cámara insonorizada).
Un elemento clave que estructura las teorías son las regularidades que se han podido
establecer como consecuencia de la actividad de investigación. Cuando las conclusiones
de varias investigaciones, a menudo obtenidas por investigadores diferentes en situaciones
distintas, coinciden de manera reiterada, se establece una ley empírica, donde ley hace referencia a que se resumen relaciones estables, y empírica, a que se fundamentan en referentes empíricos. La regularidad a la que hace referencia
la ley puede expresarse en términos más cualitativos («cuando se acerca el plazo de
entrega de un trabajo se incrementa la frecuencia de acciones que hace el individuo
para completarla») o más cuantitativos («la fuerza es igual al producto de la masa
por la aceleración»). En cualquier caso, la ley permite explicar acontecimientos que
observamos en nuestro entorno. Supongamos que se acerca una fecha determinada en la
que se entregan los balances semestrales de una empresa, y vemos al trabajador encargado
de hacerlos cada vez más atareado. Si alguien nos pregunta por qué el trabajador X
está cada vez más atareado, de acuerdo con la ley que hemos mencionado antes responderemos:
«porque se acerca la fecha de entrega de los balances». La ley permite explicar (ya
hemos visto que una de las principales preguntas de investigación que solemos hacer
es «¿por qué?»). No es extraño, pues, que sea el elemento clave de las teorías. El
poder explicativo de una teoría dependerá de las leyes con las que esté construida.
Como ya habíamos sugerido en el apartado «Creencias y malentendidos en torno a la
ciencia y la investigación» del módulo didáctico «¿Qué es y qué no es la investigación?»,
la teoría tiene una doble función. Por un lado, permite ofrecer un marco de comprensión
de nuestro entorno, proporcionando respuesta a las preguntas que nos formulamos, según
pidan descripciones, clasificaciones, explicaciones, predicciones o control. Por otro
lado, nos sirve como marco de referencia para hacer preguntas de nuestro entorno y
proporcionar respuestas tentativas. Una especie de guía de la investigación que nos
permite enfocarla hacia cuestiones de interés, sea de la propia teoría o de resolución
de problemas prácticos.
1.4.Modelos
Muy a menudo, sobre todo cuando las teorías estructuran un amplio alcance de conocimientos,
con numerosas reglas sintácticas, semánticas y pragmáticas que los relacionan, resulta
pesado recurrir directamente a la teoría para comprender un suceso particular o un
conjunto de sucesos limitado. Generalmente, no es necesario recurrir a toda la teoría
para hacerlo, sino que podemos recurrir a los modelos, otro producto de la investigación.
Un modelo es una representación de una parte de la teoría, más cercana a los hechos empíricos
que esta, que nos ofrece un marco de comprensión y de trabajo sobre un conjunto limitado
de acontecimientos. Por ello, a diferencia de la teoría, cuya corrección se evalúa
en función de su adecuación a los referentes empíricos, la corrección de un modelo
se juzga por su capacidad de ser útil. Si un modelo permite comprender mejor unos
acontecimientos o nos sugiere un marco de trabajo en el que plantear problemas de
investigación, proporcionar soluciones tentativas y someterlas a contrastación empírica,
entonces diremos que el modelo es adecuado.
Los modelos pueden adoptar formatos diferentes según la manera como expresen los elementos
de la teoría. Fundamentalmente podemos agruparlos en dos tipos: los modelos que muestran
un parecido con aquello que representan (un esquema, una maqueta o un plano), que
denominaremos modelos analógicos o icónicos, y los modelos en los cuales la conexión entre el modelo y lo que representan
se establece basándose en conexiones de tipo formal, por ejemplo una ecuación matemática,
que denominaremos modelos convencionales o formales (ved la figura 2). Un tipo de modelo no excluye al otro y, a veces, la
parte de la teoría que interesa representar se puede hacer con los dos tipos de modelos
(por ejemplo, podemos dibujar una recta en el plano cartesiano y también expresarla
en forma algebraica).
Figura 2. Productos de la actividad de investigación: teorías (reglas) y modelos (tipos de
modelos). Ved el texto para las definiciones de cada componente.

Finalmente, la ejecución de los softwares de los procedimientos de simulación permite
observar de manera dinámica las interacciones entre las variables que representan,
a menudo con gráficos que van cambiando sus valores en función del tiempo (pasos de
la simulación) o representaciones icónicas que interaccionan en la pantalla. Las simulaciones
pueden considerarse modelos dinámicos (modelos de simulación) que proporcionan al investigador la representación de la parte de la teoría en la
que está interesado.
1.5.El alcance de la investigación: generalización
Evaluábamos la validez externa de una investigación según si había sido capaz de mantener
la conexión entre el objetivo que se quería lograr al proponer la pregunta de investigación
y todas las acciones que se hacían para darle respuesta. Una parte de esta cuestión
va ligada al hecho de que haya sido capaz de extender las conclusiones a todo el ámbito
en el que había sido planteada la investigación. Por ejemplo, si se somete a prueba
la eficacia de una técnica terapéutica con el fin de proporcionar información a los
profesionales sobre su uso, pero las conclusiones no se pueden extender más allá de
las obtenidas en las condiciones particulares en las que se ha aplicado el procedimiento,
hay una disonancia entre los objetivos que habíamos planteado y lo que se ha logrado.
Extender las conclusiones desde la manera específica en la que se realizó la investigación
a todas las demás situaciones a las que hacen referencia los objetivos es un tema
clave de los productos de la actividad de investigación. Es lo que llamamos generalización. El alcance de la generalización que proponemos en los objetivos de una investigación
puede ser más o menos amplio. Así, puede dirigirse a cualquier paciente que haya sido
diagnosticado de ansiedad, o solo a pacientes ansiosos que muestren un cuadro fóbico.
En el primer caso, la generalización requerida es mayor que en el segundo. De hecho,
el objetivo de la investigación puede recaer sobre un solo caso (un individuo o grupo
de individuos), sin pretender ninguna generalización a otros casos más allá de los
sujetos que han participado en la investigación. Entonces la investigación tendría
un objetivo idiográfico. Si el objetivo es generalizar a un número más amplio de sujetos de los que han participado
en la investigación, diremos que la investigación tiene un objetivo nomotético.
Cuanto mayor sea el ámbito de generalización, más cuidado deberemos tener para que
las elecciones que se hacen al plantear el procedimiento no restrinjan el alcance
de la generalización marcada en los objetivos. Si la investigación se ha efectuado
en laboratorio, como ya hemos comentado, lo deberemos tener en cuenta al plantear
la generalización de las conclusiones, evaluando cómo pueden afectar los componentes
de artificialidad a la generalización que marcan los objetivos de la investigación.
También hemos visto que restringir mucho la elección de los sujetos para minimizar
la variabilidad que no interesa puede producir desajustes entre los objetivos de la
investigación y las conclusiones, que pueden quedar limitadas a unos sujetos con unas
características más restringidas de las que pretendíamos al plantear la pregunta de
investigación. En los casos en los que el objetivo de la investigación sea de tipo
idiográfico, no tendremos estas preocupaciones, pero también el incremento que produce
en el conocimiento es mucho más reducido. No obstante, no se pueden despreciar las
aportaciones que puede hacer una investigación con objetivos idiográficos. Es cierto
que puede ser poco fructífera para incrementar de manera cuantitativa el cuerpo de
conocimientos, pero puede proporcionar buenas ideas a los investigadores. El conocimiento
en profundidad de un solo caso, a pesar de que las conclusiones no puedan ir más allá
del propio caso, puede ser una fuente excelente para sugerir preguntas de investigación.
En este apartado hemos mostrado los productos que tienen lugar como consecuencia de
la actividad de investigación. Veremos en el apartado siguiente cómo se puede describir
la investigación con objeto de hacer partícipes a otros investigadores (o personas
interesadas), y en el módulo didáctico «¿Cómo se difunde y quién hace la investigación?»,
cuáles son los canales de difusión más habituales, tanto a nivel académico como más
general.
2.Cómo describir una investigación: estructura de los informes de investigación
La investigación científica es pública y está sometida a la revisión y crítica, tal
como habíamos indicado en el apartado «El método científico: las fases del método»
del módulo didáctico «¿Cómo se planifica una investigación?». La última fase de la
investigación es la comunicación de los hallazgos logrados con un doble objetivo:
que cualquier otro investigador disponga de elementos para valorar las aportaciones
de esta y que pueda replicarla si lo cree conveniente. Será necesario, pues, redactar
un informe dirigido a la comunidad científica en general, pero sobre todo a los investigadores
que trabajan la misma temática que ha sido el objetivo de la investigación. La gran
cantidad de información que produce la investigación en todas las ramas del conocimiento
y la necesidad de transmitir la información de manera precisa y eficaz hacen necesario
definir un esquema básico de comunicación, según unas normas y criterios consensuados
por la comunidad científica.
2.1.El informe de investigación
Asociaciones académicas y científicas han elaborado guías o normas en sus respectivos
campos de interés; no obstante, con variaciones, son normas generales válidas para
cualquier disciplina. El informe no hace otra cosa que describir los pasos seguidos
por el investigador, reproduciendo las tareas que ha realizado al aplicar las diferentes
fases del método científico y añadiendo algunos elementos que facilitan la lectura
y la valoración rápida sin perder rigor en la exposición. La estructura de informe
que mostramos en este apartado es válida prácticamente para cualquier ámbito de investigación,
con las adaptaciones necesarias a las especificidades propias de cada de ámbito (que,
todo sea dicho, a menudo son cuestiones de detalle que no rompen el esquema general
que os presentamos a continuación). La estructura de informe que os presentamos no
es, por lo tanto, un conjunto de normas fijas y detalladas, sino, más bien, unas directrices
generales que facilitan, y mucho, la difusión de la investigación y la comunicación
ágil entre colegas.
Como decíamos, el informe de investigación sigue, en líneas generales, los mismos
pasos que ha dado el investigador en el proceso de investigación. En la figura 3 podemos
observar un esquema con los apartados del informe y su correspondencia con cada una
de las fases del método científico que hemos desarrollado en el apartado «El método
científico: las fases del método» del módulo didáctico «¿Cómo se planifica una investigación?»
(recordad la figura 1 de este mismo módulo). A continuación, describiremos las características
más relevantes de cada uno de los apartados del informe y qué información hay que
incluir.
2.2.Título, autores y filiación
El informe se encabeza con un título, que refleja el contenido de la investigación
que se describe. Como en cualquier otro texto, además de permitir la identificación
del trabajo, el título es el primer contacto entre el contenido del informe y el potencial
lector, es decir, los otros investigadores. Es necesario que el título indique de
manera clara el contenido, evitando títulos ampulosos por encima del alcance real
de la investigación efectuada.
La cabecera del informe, además del título, incluye el nombre del autor y su filiación,
que indica el lugar donde el autor ha realizado la investigación. Es muy frecuente
que el trabajo de investigación lo efectúe un equipo, de aquí que la mayoría de los
informes suelan ir firmados por varios autores. En este caso, el orden de firma pretende
reflejar la implicación y responsabilidad personal de cada autor en la investigación,
situando en primer lugar a quien ha tenido más responsabilidad.
Figura 3. Esquema de los apartados del informe de investigación y la correspondencia entre
estos y las fases del método científico.

Fuente: adaptado de Salvador y Gallifa (1997).
2.3.Resumen
El primer apartado es un resumen más bien corto de la investigación que describe el
informe. Este apartado permite que los investigadores interesados en el tema de investigación
que indica el título se hagan una idea rápida, pero minuciosa, del contenido del informe.
De este modo, investigadores que trabajan una misma temática, o temáticas afines,
pueden evaluar si el trabajo que se presenta puede tener interés para su propia investigación
y, entonces, decidir si continúan o no con la lectura del resto de los apartados.
Por eso el resumen debe dar una idea básica del contenido, incluyendo el problema
de investigación, los aspectos del procedimiento remarcables, los resultados y las
conclusiones más importantes. Suele ser muy habitual que además del resumen en el
idioma original en el que haya sido redactado el informe se incluya también una traducción
al inglés (abstract), auténtica lengua franca de la ciencia en la actualidad.
2.4.Introducción
El cuerpo del informe empieza por una introducción, en la que se expone el problema
de investigación de manera detallada y clara. Debe mostrar el origen del problema,
exponer si hay alguna formulación teórica o modelo, hacer la comparativa cuando haya
varias y hacer la descripción de trabajos empíricos previos que sean pertinentes para
el problema de investigación. Hay que indicar cuáles son los objetivos (y, si las
hay, las hipótesis que se derivan de ellos), que son consecuencia del estado de la
cuestión del problema de investigación. Como es obvio, para desarrollar una descripción
adecuada del problema, establecer objetivos y formular hipótesis, hay que revisar
la bibliografía relevante relacionada con el problema de investigación, de la que
el investigador selecciona la que sea pertinente y la describe en la introducción.
Una manera clara de organizar la información que debe constar en la introducción es
empezar por el problema de investigación, indicar los modelos o teorías propuestas
(si las hay), mostrar qué apoyo empírico tienen o qué hallazgos empíricos pueden ser
relevantes para enmarcar y solucionar el problema presentado, y finalizar estableciendo
los objetivos y detallando las hipótesis que se someterán a contrastación empírica.
En cualquier caso, la introducción debe mostrar un discurso lógico, con un hilo conductor
que guíe la lectura y en ningún caso limitarse a mostrar una simple yuxtaposición
de trabajos previos.
2.5.Método
El segundo gran apartado del informe lo denominamos método. Como muestra el esquema
de la figura 3, corresponde a este apartado hacer una descripción del proceso seguido
para obtener la información empírica pertinente al problema de investigación. El objetivo
del apartado es proporcionar la información adecuada para que cualquier otro investigador
sea capaz de replicar este proceso, a efectos de determinar si le lleva o no a los
mismos resultados que han encontrado los autores. Cabe decir, por lo tanto, que habrá
que desarrollar con bastante detalle todo aquello que ha sido relevante para obtener
los datos. Para organizar la información del apartado, este se suele dividir en subapartados,
que describen a los individuos que han participado como sujetos de investigación y
los materiales y procedimientos para obtener los datos.
En el primer subapartado se indica la cantidad de participantes y se describen aquellas características que son relevantes para la investigación.
Se describe el procedimiento de selección de los participantes, indicando los criterios
de inclusión y exclusión, y si se ha usado el azar. Estas directrices son válidas
para todas las investigaciones que se llevan a cabo con seres vivos, tanto si son
participantes humanos como si la investigación se efectúa con organismos no humanos.
En el primer caso, como una información básica se suele hacer constar la edad y el
género, además de otras variables relevantes para la investigación. En el segundo,
hay que incluir también la especie, indicando el nombre científico en nomenclatura
binomial, y cualquier otra característica que permita una identificación objetiva.
En los últimos años la simulación informática ha logrado también un gran desarrollo
en ciencias biológicas, de la conducta y sociales (ved el apartado «Planificación
de las observaciones empíricas» del módulo didáctico «¿Cómo se ejecuta una investigación?»).
Cuando se usa este procedimiento, los organismos vivos se sustituyen por software
informático. En este caso, habrá que abrir un subapartado en el que se describa el
software de simulación y todos los detalles que sean necesarios para poder replicar
las simulaciones.
El objetivo del subapartado de material es realizar una descripción de los aparatos empleados (por ejemplo, para efectuar
medidas o registros de las variables), con la inclusión de marcas, modelos y sus características
más importantes. También se describe cualquier otro material utilizado, fungible o
no, y que haya que conocer para hacer una réplica de la obtención de los datos. Hay
que tener un cuidado especial al describir los materiales elaborados ad hoc por los investigadores para una investigación específica (por ejemplo, un cuestionario),
que no están contrastados por la práctica investigadora previa. Para facilitar la
réplica de la investigación, habrá que describir de manera exhaustiva este tipo de
material, la manera de elaborarlo y facilitar su acceso, bien en forma de anexos o
bien indicando cómo se puede conseguir (generalmente pidiéndolo directamente al autor
o descargándolo de un repositorio de libre acceso).
El subapartado de procedimiento describe de manera detallada y precisa todas las tareas que hacen los participantes,
desde que empieza la investigación hasta que finaliza, y todas las acciones que efectúan
los investigadores, en las que cada paso se describe de la manera más detallada posible.
Según el contenido de la investigación, el procedimiento puede ser muy variado, pero
siempre debe facilitar suficiente información para que cualquier otro investigador
pueda hacer la réplica. Si es necesario, para obtener una descripción más detallada
de las tareas efectuadas durante la ejecución de la investigación, dentro del apartado
«Método» se pueden incluir otros subapartados, por ejemplo subapartados en los que
se desarrollen con detalle las medidas o las técnicas analíticas de tipo estadístico
o matemático cuando estas son poco conocidas.
2.6.Resultados
El apartado de resultados muestra qué ha sucedido cuando se ha hecho la comparación
de las hipótesis y objetivos que habían sido formulados en la primera fase de la investigación
con los datos obtenidos en la fase de comprobación empírica. Para ello hay que realizar
una descripción de los datos obtenidos y su análisis en función de las hipótesis u
objetivos. Ahora bien, a pesar de que el análisis de los datos se debe presentar en
función de los objetivos e hipótesis, si se obtiene algún resultado interesante e
inesperado también se indica (y se comenta en la discusión). Cuando haga falta, para
ayudar a la claridad en la presentación, se incorporarán tablas y figuras, estas generalmente
en forma de gráficas. Ha de quedar explícito y claro en este apartado qué ha sucedido
con las hipótesis y objetivos, es decir, si se han cumplido o no las expectativas
formuladas por el investigador. El lector no puede quedarse con una sensación de ambigüedad
y sin tener una idea clara de qué información proporcionan los datos. Los matices,
valoraciones e interpretación de los resultados los incluiremos en el apartado siguiente.
2.7.Discusión
La integración de resultados en el contexto en el que se desarrolla el problema de
investigación se expone en el apartado denominado discusión. El desarrollo del apartado
va en concordancia con los contenidos de la introducción, reexaminándolos a partir
de la nueva información que proporcionan los resultados. En este apartado se comenta
qué objetivos se han logrado y cuáles no, y en qué situación queda el problema de
investigación. El investigador indica en el apartado de discusión las conclusiones
básicas, las consecuencias teóricas o las aplicaciones prácticas, como también cuáles
pueden ser las direcciones futuras de investigación.
2.8.Referencias y anexos
El apartado de referencias sigue una estructura estandarizada. Como en el caso de
la estructura general del informe, la manera de presentar las referencias depende
de normas que proponen academias y sociedades de investigación, aceptadas por consenso
por los investigadores de una determinada disciplina. No obstante, como también sucede
con la estructura del informe, suelen ser muy similares entre ellas. En este apartado
solo se incluyen las obras citadas en el texto y no toda la bibliografía sobre el
tema. Si bien la bibliografía son todas las publicaciones que hay sobre un tema, que
lógicamente deberá conocer el investigador, las referencias del informe son exclusivamente
las que este considera necesarias para comprender y apoyar su investigación, las cuales
ha citado en el texto.
Para finalizar, se anexan todos los materiales y cualquier información relevante para
comprender y reproducir la investigación, que si se incorporaran a los apartados del
informe, romperían la lógica de la argumentación e impedirían la lectura fluida del
texto; por ejemplo, tablas de resultados demasiado extensas. La inclusión de este
apartado en el informe, por lo tanto, es opcional y solo habrá que incluirlo cuando
el investigador lo considere necesario. No obstante, la difusión de la investigación
por medios digitales hace que a menudo se puedan anexar materiales muy diferentes
(software, vídeos, etc.) y, como el formato electrónico no ocupa el espacio físico
del soporte en papel, también se puede poner a disposición de los lectores tablas
extensas de datos que puedan incluir incluso los datos originales de la investigación.
El cumplimiento de los estándares que acabamos de describir proporcionan un informe
de investigación preciso, claro y riguroso que permite al lector hacerse una idea
bastante cuidadosa del contenido y su valía, además de posibilitar su réplica. Pero
también permite una economía de tiempo a los investigadores, que deben manejar la
gran cantidad de información que genera la actividad de investigación en la actualidad.
Como comentábamos, si bien habrá que ajustar las cuestiones de detalle del informe
de investigación a normativas específicas de cada disciplina, seguir la estructura
general que hemos mostrado facilita mucho la comunicación entre investigadores y contribuye
a hacer más eficaz la actividad de investigación.
Bibliografía
American Psychological Association (2010). Publication manual of the American Psychological Association (6.ª edición). Washington, DC: Autor.
Bunge, M. (1975). Teoría y realidad (2.ª edición). Barcelona: Ariel.
Cherulnik, P. D. (1983). Behavioral research. Assessing the validity of research findings in psychology. New York: Harper & Row.
Fàbregues, S.; Meneses, J.; Rodríguez-Gómez, D.; Paré, M. H. (2016). Técnicas de investigación social y educativa. Barcelona: Editorial UOC.
García-Roldán, J. L. (1995). Cómo elaborar un proyecto de investigación. Alicante: Secretariado de Publicaciones de la Universitat d’Alacant.
Harris, P. (1986). Designing and reporting experiments. Milton Keynes, England: Open University Press.
Hernández-Sampieri, R.; Fernández-Collado, C.; Batista-Lucio, M. P. (2010). Metodología de la investigación (5.ª edición). México: McGraw-Hill.
Higgins, R. (1993). Approaches to case-study. London: Jessica Kingsley Publisher.
Huck, S. W.; Sandler, H. M. (1979). Rival hypotheses. Alternative interpretation of data based conclusions. New York: Harper & Row.
Kuhn, T. S. (1989). ¿Qué son la revoluciones científicas? y otros ensayos. Barcelona: Paidós-I.C.E. de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Maxwell, S. E.; Delaney, H. D. (1990). Designing experiments and analyzing data. A model comparison perspective. Belmont, CA: Wadsworth.
Polit, D. F.; Hungler, B. P. (2000). Investigación científica en ciencias de la salud (6.ª edición). México: McGraw-Hill
Popper, K. (1983). Conjeturas y refutaciones. Barcelona: Paidós.
Salvador, F.; Gallifa, J. (1997). Introducció al disseny d’experiments en psicologia. Barcelona: Proa.
Salvador, F.; Pelegrina, M. (1999). El mètode científic en psicologia (2.ª edición, revisada). Barcelona: Pòrtic.
Shaffer, J. P. (1995). Multiple hypothesis testing. Annual Review of Psychology, 46, 561-584.
Trochim, W.; Donnelly, J. P. (2008). The research methods knowledge base (3.ª edición). Mason, OH: Atomic Dog.